La instalación ubicada en el microcentro porteño es una metáfora del tiempo suspendido con una potente carga conceptual. Un silencio entre el ruido urbano para que la ciudad piense.
Sean planos, mapas o latas de aceite, la dimensión proyectual de la disciplina es propuesta en sus obras como gesto inestable. El conceptualista que cruzó los límites entre arte y arquitectura.