La pintora veneciana, perteneciente al estilo Rococó del siglo XVIII, se especializó en retratos en miniatura y pasteles. Formó parte de prestigiosas academias de arte como las de San Luca y Bologna.
El artista napolitano poseía el don de convertir a la piedra en carne. Dominó la escena del siglo XVII italiano con una nueva concepción de la escultura. El rapto de Proserpina es un fiel ejemplo en el que mitología griega, dramatismo y magnificencia técnica se unen en una pieza imponente.