Tadeo Muleiro (Argentina, 1983) vive y trabaja en Buenos Aires. Es licenciado en Artes Visuales de la Universidad del Museo Social Argentino y profesor de escultura en la UNA. En 2023 participó en la Residencia del Serliachus Museum en Finlandia y en 2022 en la Contemporary Textile Residency Ifitry en Marruecos. En 2019 el GloArt Center financió su proyecto Cernunnos realizado en Lanaken Bélgica. Entre sus muestras internacionales, se destacan Tejiendo identidades, Diálogos, huellas y futuro (AAL Museo, Valparaíso, 2024), MYTHOS (MCCOLL Center, Charlotte, 2023), Station E: In transit (Building Bridges Art Exchange Gallery, Los Ángeles, 2019), Extracorporeal: Beyond the Body (MOLAA, Museum of Latin American Art, Long Beach, 2018).
Su obra se nutre de la exuberancia formal de diversas culturas nativas y ancestrales para poner en escena nuevas mitologías. A través de esculturas blandas, vestuario, video y performance, construye formas arquetípicas y sagradas que pueden asociarse a universos de la ciencia ficción, el cómic y el animé. Cada obra se adentra en ceremonias y leyendas que, aplicadas a la vida contemporánea, producen una cosmogonía íntima que toma la forma de un drama doméstico, multiplicando así sus proyecciones a niveles imaginarios y simbólicos.
-Hay una cuestión ahí de la identidad en tu obra, que está muy presente desde el principio, ¿no? Algunos temas aparecen muy claros. Mencionás que en parte surge de tu interés en el Códice Borgia, pero, ¿en algún momento esos intereses fueron una decisión o algo más bien orgánico?
-Me parece que fue bastante orgánico, y siempre tuve una constancia de trabajo, hasta te diría que antes más que ahora, de mucho trabajo sobre la imagen, muchísimo. Y en un principio estaba centrado o había una visión más vinculada a la imagen latinoamericanista y después me pareció más interesante ampliarla a una suerte de nueva mitología, o una mitología que hace referencias a muchas cosas que en un momento comencé a delinear, como fueron el cómic o lo holográfico; que en realidad ya estaba muy presente en mi trabajo. Fue empezar a tomar esos elementos, abrazarlos y sumarlos a la obra; me parecía que estaba bueno algo de lo lúdico que se da en la imagen y también en la forma en que se incorporan estos elementos.
-En tu obra hay mucho de eso, no solamente de lo ritual en relación a las culturas, sino también a algo del juego, sobre todo en las video-performances donde usás el cuerpo, que le da una vida diferente. ¿Qué lugar tiene lo lúdico? Porque lo ritual se acerca más a lo sagrado y lo lúdico no se piensa tanto en esa relación.
-Sí, creo que en una pieza donde está muy presente esto es en Los Hermanos, que es un traje que hice para mi hermano y para mí. En parte fue como reivindicar mi propia historia o lo autobiográfico con este imaginario mitológico; muy vinculado a cuando jugaba con mi hermano, cuando éramos chicos. También a los disfraces que hacía mi vieja, de ahí también nació todo, porque ella fue la que me enseñó a coser. Entonces viene todo atravesado por esa experiencia. Y si querés un poco lo americanista, años después cuando falleció mi viejo un poco volví a ver su obra, y él hacía una especie de sincretismo. Era como un Henry Moore pero con el cristianismo, había una mezcla así. Su obra tiene una cosa así medio totémica mezclada con el cristianismo. Siento que esas son dos vertientes que hicieron un mix y yo tomé lo que me parecía, o encontré inconscientemente que estaba tomando algo de eso.
-Además estas culturas, la indígena y la religiosa, son muy icónicas. Ves los colores o los animales y su representación.
-Ahora quizás lo que volvió es la pintura sobre el textil, o a relatar escenas a través de la tela y pensarla como un bastidor. Creo que eso es volver un poco a como hice La Casita, una pieza donde hay representaciones directas, bien pictóricas; paneles de color con la flora y la fauna.
-¿Tenés referencias específicas de artistas? Si bien se puede ver el cómic por ejemplo, imagino que muchos te relacionan con Marta Minujín.
-Es la referencia que me dicen, me parece que quizás desde lo matérico está en diálogo, pero conceptualmente es otra cosa. Los referentes me cuestan, pienso en Xul Solar, que trabaja en una unión similar. Pero después no sé si tengo un referente concreto, al menos argentino. Es algo que pienso, si bien encuentro artistas que me parecen interesantes, no diría que son referentes. Hay algo en la obra de Manuel Brandazza donde puede haber un diálogo con algunas piezas textiles.
-Hablando de lo textil, en la actualidad hay un auge en la práctica. ¿Cómo lo ves? ¿Sos de seguir la escena o trabajas más hacia adentro?
-Sí, pasa que lo primero textil que hice fue en 2006. Y creo que en ese momento lo textil estaba más bien asociado a una idea de género, o de lo queer, y yo venía de medio otro palo. Es más, no me pensaba tanto como artista textil en un primer momento, sino como queriendo traducir lo que venía pintando en volumen y en el espacio. Encontré en el color y material de la tela una potencialidad para desarrollar estas piezas y pensar en su movimiento. De ahí surgieron los trajes. Lo textil fue como un vehículo. Ahora lo textil está super expandido. Pero en un momento me acuerdo que, al menos acá, lo textil era mayormente bidimensional. Eran tramas, bordados, iba más por ese lado. Estaban Chiachio & Giannone, que hacían una obra más híbrida. Pero, en general se veía más obra de bordado o lineal, una cosa mucho más asociada a lo más conservador de lo que es lo textil. Me pasa que hace 20 años era otra la idea de lo textil, ahora está a full, creció un montón y en todos lados está muy demandado, pero en ese momento no.
-¿En algún momento sentiste que deberías hacer otra cosa, en función de esa incomodidad por no alinearte a lo que pasaba o venir de otro palo, como decís?
-Por momentos lo pensé, es como todo. Yo hice la obra que siempre quise hacer, las dimensiones siempre fueron grandes, algo que para un mercado tan chico como el nuestro es complejo; pero después con el tiempo si no hubiera hecho esas obras no hubieran salido otras convocatorias en museos acá y afuera. Si lo pienso, no sé si lo hubiera hecho de otra manera, porque de última prefiero pensar y hacer la obra como un espacio de libertad, en el que pueda hacer la pieza que quiero. Ahora quizás puedo pensar más en otras opciones o posibilidades, pero en su momento era la obra que tenía que hacer. Necesitaba que la obra fuera eso. Que tuviera ese recorrido, empezando con Papá y Mamá y Los Hermanos, ese árbol genealógico / mitológico era central a lo que estaba haciendo. Mi trabajo tiene que ver con la construcción de ese universo, por eso siento que a veces es muy complejo entablar diálogo con otras obras en otros espacios, además de por el tamaño y el color.
-¿En algún momento te pidieron que hagas obra más chica?
-Sí, sí claro, y lo hice. Lo entiendo, tiene su lógica. Obvio que me gustaría que compren la grande, pero es algo que me habrá pasado dos o tres veces. Me parece que está bien. Además, no es tanta la gente que colecciona obra, es más bien muy poca, así que si hay interesados en lo que hago, mientras que no sea un pedido delirante, o que me pidan algo como “con estos colores” o algo así, no tengo problema.
-Hacés muchas residencias, ¿es algo que consideres importante para tu práctica? Hay artistas que no tienen la disposición para ponerse en ese espacio que puede ser tan vulnerable.
-Sí, he hecho varias, me encanta. Creo que se generan cosas interesantes afuera y también se empiezan a generar posibilidades de muestra, de expandir el trabajo. Es más, empecé a trabajar bastante afuera porque mucha gente acá me decía que mi obra era más para afuera que para Argentina. Hay algo de eso que veía en la obra y que después en cierta forma resonó porque se empezaron a dar cosas. Hay una retroalimentación ahí y creo que he tenido las mejores experiencias al hacer ese tipo de residencias y lo que pasa con mi trabajo al pensar y volver a esta mitología e incorporar lo que viene de esos espacios a la pieza.
-¿Cómo definirías tus procesos de trabajo, sobre todo llegando a los 25 años de carrera?
-Me gusta pensar para atrás y ver mi obra o la de cualquiera, y ver ese cuerpo de obra y ese recorrido; porque veo variables y series que son muy distintas unas de otras. Ver toda esa lógica de trabajo me parece interesante, pensar en un cuerpo de obra que no exista en un año, sino años, desenvolviéndose, modificándose, tomando algunas cosas y expandiéndose. Siempre me gusta pensar el trabajo del artista de esa manera. Como un proceso abierto.