Ama Amoedo es una mujer decidida, suave y con carácter a la vez: “Amo el arte y amo a las personas, y toda mi fuerza buena, de gran buena voluntad, también sé utilizarla cuando debo poner algún límite”, desliza con su forma delicada, profunda y serena. Sin embargo, a Ama la define una característica poco frecuente: su vasta intuición. En ella cree, y es ella la que la guía a la hora de mirar obras de arte, de adquirir piezas, de crear y forjar equipos, de relacionarse, establecer vínculos y amistades, es su guía a la hora de fundar y desarrollar mundos. Esta fuerte intuición, y un profundo amor por la creación y el arte, la llevaron a fundar Casa Neptuna, una magnífica residencia de artistas diseñada por el artista pop Edgardo Giménez, ubicada en José Ignacio, Uruguay (nodo de creadores a los que otorga ayudas y becas, por ejemplo, mediante las residencias FAARA). También desarrolla actividades y programas para toda Latinoamérica, ambiciosos, de largo aliento, desde su importante Fundación Ama Amoedo, una organización sin fines de lucro dedicada a fomentar la presencia internacional de creadores de la región, y a amplificar sus acciones en la escena artística global.
En paralelo a esto, Ama colabora y cuida atentamente la Colección Amalia Lacroze de Fortabat, fundada por su abuela. Se trata del original e imponente museo ubicado en Puerto Madero, diseñado por el arquitecto uruguayo Rafael Viñoli. Con alrededor de 200 piezas, se destacan en la colección el maravilloso óleo de 1836 de William Turner; la pintura El censo de Belén, de Pietr Brueghel II; los dibujos sobre papel de Foujita, Klimt, Rodin; La cautiva, de Juan M. Blanes; La difunta Correa y Domingo en la chacra, de Antonio Berni; las diversas obras de Jorge De La Vega; varias pinturas preciosas de Fortunato Lacámera, entre muchas otras.
Pero además de velar por este patrimonio, Ama desarrolla su propia colección de más de 700 obras de arte -comenzó a crearla cuando tenía 20 años-. “Mi primera obra me la regaló mi hermano Alejandro Bengolea, era una pintura de Gachi Hasper que aún atesoro”, comenta. Y agrega: “Durante esa época también empecé a adquirir obras de Fernanda Laguna, Marcelo Pombo y otros artistas argentinos contemporáneos de los años 90, que son fundamentales en mi colección”. La cuidada colección de Ama -la mitad conformada por piezas de arte argentino, el resto por obras de artistas latinoamericanos e internacionales-, es una de sus grandes pasiones, afirma la poderosa coleccionista. “Siempre me interesó coleccionar y darle lugar a lo que se está pensando y haciendo en el presente”, ratifica.
Con Laura Hakel como curadora de la colección y de proyectos artísticos, el patrimonio comprende desde un Xul Solar de los años 20, hasta diversas pinturas abstractas de los años 40, pasando por la vanguardia pop de los 60 y las producciones disruptivas del Centro Cultural Rojas, de fines de los 80. La colección la conforman obras de Del Prete, Schiavi, Di Paola, Harte, Yente, Katz, Derbecq, Berni, Bairon, Vega, Gordin, Costantino, Cancela & Mesejean, Siquier, Laren, Minujín, Navarro, Grela, Schvartz y La Chola Poblete, entre muchos otros artistas nacionales, así como obras de Tracey Emin y Anastasia Samoylova a nivel internacional. Se trata de un patrimonio que durante los últimos años se ha expandido especialmente hacia el arte latinoamericano, lo que origina nuevas exploraciones, diálogos y cruces conceptuales entre artistas de toda la región. A punto de cumplir sus 30 años, la colección y el equipo de Fundación Ama se preparan para celebrarlo a lo grande, con planes actualmente en etapa de gestión. ¿Pero cuál es, entre todas, la obra favorita de la coleccionista…? “No podría elegir una sola, todas son muy importantes para mí”, comenta. “Hay piezas con las que convivo a diario y que son especialmente queridas por mi y por toda mi familia, como las obras de Edgardo Giménez, Delia Cancela, Marta Minujín, Liliana Porter, Luis Fernando Benedit, Germaine Derbecq, Marcelo Pompo, Jorge Gumier Maier, Graciela Hasper, Cristina Schiavi, Paola Vega y muchas otras de las que no me imagino estar lejos ni despegarme”. Pero Ama sí puede mencionar a sus artistas históricos favoritos: “A nivel nacional estoy muy interesada en redescubrir artistas fundamentales que aún no han recibido el reconocimiento que merecen, como por ejemplo Germaine Derbecq, pionera del arte moderno argentino” (se realizará este año su primera retrospectiva en la Colección Fortabat). Y a nivel internacional, comenta que siempre es difícil elegir un artista, pero menciona su profunda admiración por la obra del simbolista francés Odilon Redon, “de quien conservo una pieza muy especial, Cinco paneles decorativos (de 1902), que siempre estuvo en mi familia”, detalla Ama, sagaz mecenas.
En diálogo íntimo con Ama, entramos en su especial y enorme universo: nos encontramos en su taller, en donde no sólo pasa una parte importante de su vida sino que además, es el dínamo en donde medita y pinta (acciones que conllevan tiempos internos similares). De hecho, las dos obras ubicadas frente a la puerta de acceso -alegres, luminosas, ágiles y llenas de movimiento-, muestran una faceta importante de su carácter: podrían ser algo así como un esbozo de un autorretrato personal, espiritual. En este entorno conversamos con Ama sobre su arte y también, sobre su vida, desde sus inicios.
-¿Cuál sería un recuerdo feliz de tu infancia?
-De mi infancia recuerdo con mucha felicidad las tardes en familia, las celebraciones y festejos de cumpleaños y el salir a navegar con mis padres. De chica también hacía patinaje artístico sobre hielo, y lo disfrutaba muchísimo. Uno de los recuerdos familiares más lindos que conservo es cuando mi hermana me regaló una perra: se llamaba “Abba”, como el grupo de música. El hecho de crecer rodeada de obras de arte, que me marcaron profundamente, también fue fundamental.
-¿Hubo alguna figura de tu familia que te sirvió como guía, que tomaste como modelo?
-Sí, tuve varios modelos, pero seguí mucho el paradigma de mi madre, y la manera de pensar de mi padre. Mi madre era una gran amiga de sus amigos y me enseñó la importancia de cuidar a la gente que me rodea. Mi padre era muy inteligente, siempre tenía un consejo sabio a mano.
- ¿Qué sueños tenías de niña?
-Siempre me gustaron mucho los animales y soñaba con ser veterinaria. También todo lo relacionado con lo artístico me interesaba mucho: pintaba, bailaba y cantaba. Ya desde pequeña estaba conectada con esto que hoy me apasiona tanto.
-¿Cuál fue el momento más difícil de tu vida?
-Como le pasa a muchos, los momentos más difíciles fueron cuando tuve pérdidas familiares. Somos una familia muy unida y tengo la bendición de tener un vínculo cercano con todos.
Respecto a su lugar de mujer líder contemporánea, y al rol de las mujeres en general, comenta que aunque quedan algunos mandatos del pasado que persisten, cada vez son menos. “Tuve una abuela que fue de las primeras mujeres que estuvo trabajando en empresas rodeada de hombres”, sostiene, y agrega: “entonces a mí no me llaman la atención los roles de liderazgo y la visibilidad que están tomando las mujeres hoy en día. Para mí es algo muy natural”. Confiesa que en su familia siempre les brindaron una gran libertad para elegir sus caminos, con el único requisito de que ese camino fuera desarrollado “con dedicación, trabajo y al servicio de algo constructivo”, aclara. “No hay mandatos, sino que pienso que tuve y tengo responsabilidades que, con el tiempo, fueron convirtiéndose en mi pasión”.
Además de coleccionar arte, en vínculo con la escena internacional Ama agrega que es profundamente activa en los “boards” de diferentes museos. Mientras que en Argentina forma parte del Comité de Colección Amalita y del Comité de Adquisiciones del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, a nivel internacional es miembro del board del MoMA (NY), del Centro Pompidou (París) y del Consejo Asesor Internacional del Presidente de Americas Society. Ser parte de los comités le permite compartir su visión, sostiene, al igual que mantenerse al tanto de lo que sucede en la escena artística global, así como también le posibilita impulsar la incorporación de obras en colecciones institucionales.
Por otro lado y en relación con una acción con perspectiva social y ayuda activa en los campos de la educación y la salud, Ama también preside la Fundación Policía Federal (entidad que se encarga, por ejemplo, de otorgar recursos al Hospital Churruca Visca para tratar a heridos de bala), como así también apoya a otras organizaciones, entre las que destaca el Comedor de Belleza y Felicidad Fiorito (creado y liderado por la artista Fernanda Laguna).
-Tu Fundación Ama Amoedo es muy reconocida. ¿Por qué decidiste crearla? ¿Qué objetivos esperas realizar a través de ella?
-Pasaron casi cinco años desde que creé la Fundación Ama Amoedo. Fue durante la pandemia, en Uruguay. La Fundación representa la consolidación de más de dos décadas de apoyo a la escena del arte. Trabajo con un gran equipo, y las iniciativas de la Fundación traducen y formalizan acciones que fui desarrollando durante años, de forma independiente y como filántropa. La Residencia Artística FAARA -se realiza en Casa Neptuna-, es el eje de la Fundación: ella nos permite estar interconectados con artistas y profesionales del arte de toda la región. Y es realmente una alegría ver cómo la residencia les permite a los artistas concentrarse, crear y enfocar sus prácticas desde nuevas perspectivas. Para poder lograr eso, creo que la naturaleza y un lugar tan especial como Casa Neptuna son cruciales.
-La Fundación Ama Amoedo cumple cinco años en 2026, y en ese momento tu colección también cumple 30 años. ¿Cómo te gustaría celebrarlo?
-Tenemos varios proyectos que aún no puedo compartir, pero un adelanto es que vamos a realizar una publicación sobre los primeros cinco años de Fundación Ama. Además, en 2026 vamos a tener una edición aniversario de la Residencia Artística FAARA. En paralelo, propusimos que los tres curadores reconocidos que integrarán el jurado realicen un viaje de investigación curatorial en Argentina y Uruguay. Eso, sin dudas, traerá a corto y largo plazo una mayor visibilidad para nuestra escena y para nuestros artistas.
-¿Qué otras actividades, además del arte, te gustan?
-Me encanta la náutica y también me gusta mucho la música. Voy a casi todos los recitales. Me fascina la preparación de un show; me parece que dentro de eso hay una cantidad grande de temas artísticos que sobrevuelan, muy interesantes.
-Si tuvieras uno o más deseos por cumplir, a nivel personal, ¿cuáles serían?
-Es simple: continuar trabajando para que el arte argentino tenga un mayor reconocimiento en el mundo. También me interesa mucho fomentar el conocimiento de proyectos y artistas de toda la región, para que podamos colaborar y aprender los unos de los otros.