Radical, excesiva, crítica y llamativa, son solo algunos de los conceptos que apenas se acercan a reflejar la esencia de ORLAN. Esta artista visual francesa de setenta y seis años se dedica en cuerpo —literalmente— y alma a su producción. Nadie condensa mejor que ella el reclamo y axioma feminista “mi cuerpo mi decisión”.
Con labios azules, pelo a lo Cruella de Vil y una coherencia intachable entre lo que dice y hace, ORLAN logró posicionarse como una de las artistas más reconocidas del mundo. ¿Dónde radica su celebridad? Más allá de haber circulado en los medios por una demanda millonaria a la cantante Lady Gaga por plagio, alcanzó su mayor popularidad con uno de sus trabajos más polémicos, su serie de operaciones performáticas titulada La Reencarnación de Santa-ORLAN o nuevas imágenes.
Entre 1990 y 1993 la artista se convirtió en objeto escultórico a través de la acción quirúrgica (se sometió a nueve cirugías plásticas como parte del proceso creativo). Emprendió una serie de performances en donde tomó, entre otras cosas, rasgos de mujeres representadas en obras de grandes nombres (hombres) de la historia del arte y las reconfiguró en su propio rostro. Una cirugía plástica modificó su frente para emular la de la de Mona Lisa de Da Vinci, en otra copió la boca de Europa de François Boucher, transformó su mentón para simular el de la Venus de Botticelli, su nariz está inspirada en una escultura de Diana y sus ojos en los de la Psique de Gérôme.
Intervenciones realizadas para afearse y romper con los mandatos sobre el cuerpo femenino. Su metamorfosis culmina con la incorporación de dos implantes de silicona colocados en su frente sobre las cejas. Prótesis que suele llevar maquilladas en dorado o con brillos.
ORLAN no se encasilla en una única forma de producción. Las ideas y mensajes son los protagonistas de sus trabajos. Su extensa obra abarca fotografías, performances, videos, dibujos, esculturas, montajes, pinturas e instalaciones. En La Reencarnación de Santa-ORLAN podemos ver que conjuga distintas expresiones artísticas. Las operaciones quirúrgicas performáticas, como las llama la artista, fueron filmadas y transmitidas en vivo en múltiples países e instituciones culturales como el Centro Georges Pompidou de París, en el Mac Luhan Centre de Toronto, o en el Banff Multimedia Centre de Canadá.
En cada caso, la artista orquestó una performance en donde, no solo los cirujanos iban vestidos por los diseñadores Paco Rabanne, Franck Sorbier y Lan Vu, sino que, mientras la operaban, ella se encontraba totalmente despierta, recitando poesía y leyendo textos filosóficos, literarios y psicoanalíticos. Como directora de orquesta de una fiesta posmoderna, ORLAN no dejó nada librado al azar. Diseñó el escenario: intervino el quirófano con pinturas realizadas con su propia sangre, esculturas de crucifijos, fotografías de ella misma u obras anteriores, relicarios, instalaciones y videos. Diagramó la dirección de cámaras y los movimientos que debían seguir los médicos a la hora de realizar los cortes sobre la piel.
¿Por qué lo hizo? “Mi intención era crearme a mí misma destruyendo cualquier rastro de identidad impostada”, afirma la artista en su página web. Para ella el cuerpo, su cuerpo, es la herramienta de investigación a través del cual pone en jaque expectativas sociales y culturales, a la vez que reinterpreta los postulados del arte desde una postura de emancipación femenina.
Estas piezas fueron la cima de su proyecto de arte carnal, el cual define en su manifiesto como un trabajo de autorretrato que oscila entre la desfiguración y la reconfiguración. Con él, su cuerpo se transforma en lenguaje y afirma la libertad individual. El arte carnal es antiformalista y anticonformista.
Su mirada crítica impregna la forma en que se relaciona con el mundo. Toda su producción funciona como un reclamo. ORLAN no solo critica, sino que provoca. Insta y desafía con acciones prácticas y cotidianas. Comprender a esta artista, muchas veces catalogada de “loca”, es simple. Su comportamiento es muy claro, cree fervientemente en su poder para crear y transformar. Crear su persona y dotarla de una identidad mutante, crear para reformular una historia del arte desde un ángulo transgresor, y crear una sociedad más despierta con mujeres que se animen a salir de la oscuridad y brillar.
