Adriana Bustos es una artista cordobesa multidisciplinar. Para dar cuenta de sus trabajos de campo e investigaciones utiliza todo tipo de lenguajes: la pintura, la fotografía, el video, las instalaciones, y recientemente, la escultura. Cuestiones políticas, históricas, económicas y literarias son elaboradas por Bustos, a partir de narraciones no lineales. Sus archivos y las preguntas que resultan disparadoras de su trabajo rondan siempre en la génesis colonial. Este imaginario lo considera el nudo borromeo que no alude solamente a nuestra identidad como americanos, sino que también explica el mundo tal y cual lo conocemos actualmente. Con el colonialismo comienza además una jerarquización de la humanidad en términos de razas. Esa clasificación persiste en las formas del capitalismo: el extractivismo, la conquista y la explotación.
Algunos de sus trabajos más conocidos son: Antropología de la mula, un proyecto que superpone las rutas coloniales con las del narcotráfico contemporáneo al estilo de un ensayo documental. Una investigación que traza un paralelo entre los animales que transportaban metales preciosos del Alto Perú durante la época colonial y las mujeres que son usadas para trasladar cocaína de manera clandestina cruzando fronteras por las redes del narcotráfico. En este trabajo además de valerse de fotografías y videos, utilizó el dibujo para poner en contacto tiempos remotos a través de la yuxtaposición de imágenes.
Su serie Burning Books (Libros en llamas) simula bibliotecas que contienen tapas dibujadas y pintadas a mano de libros que fueron prohibidos o quemados en todo el mundo en diferentes momentos históricos. Para hacer este trabajo Bustos realizó investigaciones en bibliotecas de Argentina y el extranjero. Las bibliotecas aparecen dibujadas en colores con un tratamiento realista. En la segunda estantería se exhiben fotos documentales en blanco y negro sobre eventos reales de la quema de los libros. “La mayoría de los artistas de mi generación que sufrimos censura de información por parte de la dictadura militar en algún momento de nuestras vidas nos interesamos en este tema”, analizó sobre esta obra.
Otro trabajo significativo en su carrera fue Planisferio Venus que presentó en el Centro Pompidou de París en el 2017. Un mural comisionado para Cosmópolis, una plataforma que armó la curadora Kathryn Weir, con artistas que residen por fuera de los centros hegemónicos del arte contemporáneo. La muestra se llamó Repensar la Humanidad y estaba basada en construcciones alternativas de las narrativas históricas. Planisferio Venus es un mapa que representa una visión alternativa de la cultura, “recorriendo a contrapelo los aportes de la parte femenina de la humanidad, una cosmogonía que tiene que ver con una manera alternativa de escribir la historia, como si el mundo hubiese sido escrito por historias de mujeres”, describió la artista.
Su último proyecto es América, una exhibición que se presenta en el Museo MARCO del barrio La Boca. En esta muestra la artista se pregunta qué es América y dónde están sus límites. Realiza un gesto de reapropiación simbólica en el que utiliza la palabra “América” para referirse a América del Sur. En la planta baja del edificio se despliega una carta de navegación ficcional de diez metros de largo con ríos destacados de Sudamérica cargados de referencias históricas y actuales para plantear problemáticas del presente. El contenido proviene de un frondoso archivo de imágenes, textos y noticias que la artista recopila de manera sistemática. El recorrido continúa en el primer piso con una pequeña escultura en cobre. Esta figura se gestó en el clima de encierro e incertidumbre que se vivió durante la pandemia de 2020 y motivó a la artista a revisar el antiguo imaginario monstruoso de los bestiarios medievales, en combinación con la mirada fantasiosa de los cronistas europeos del siglo XVI, que recorrieron el continente americano. Sorprende un cuerpo tendido realizado en arcilla a escala humana de una “pejerreina” recostada sobre su caparazón, se trata de una invención de la artista que fue inspirada en monstruos medievales. Una proyección del río Paraná le da contexto a la figura y convierte la sala en un gran diorama.
-Esta carta de navegación recuerda a la utilizada por los europeos en la conquista de América
-Es un formato que yo he usado también en otras oportunidades. El concepto de mapa mitad real, mitad fantaseado, coincide con la idea de los mapas coloniales. Estos mapas estaban construidos a partir de suposiciones, fantasías y deducciones. Luego se iban corrigiendo teniendo en cuenta las limitaciones de las técnicas de cartografía de la época. En los tiempos de la conquista de nuevos territorios el mapa cumple un papel fundamental.
-¿En qué consistió el mapa ficcional que realizaste en esta oportunidad para el museo MARCO con la curaduría de Eva Grinstein?
-Lo que hice para esta muestra fue unir ríos que no están geográficamente conectados, ríos sudamericanos y elegí como quien arma un río de la historia: el Orinoco, el Magdalena, el Putumayo, el Amazonas, el Urubamba, el Pilcomayo, el Paraná y el Río de la Plata. Esos ríos están seleccionados por situaciones de emergencia, de contaminación ecológica, vinculado con el extractivismo. Son ríos que en épocas de la conquista de territorio por parte de las potencias europeas cobraron un rol fundamental para los procesos de colonización. Es una forma de hablar también de cómo las fuerzas coloniales siguen operando. Provocaron en su momento la masacre y desaparición de pueblos originarios y en la actualidad lo siguen haciendo. Van cambiando los sistemas, la tecnología va evolucionando, pero en esencia las operaciones de extractivismo siguen funcionando exactamente igual.
-Y al comenzar el mapa una de las primeras imágenes que sorprenden es la de Hugo Chávez.
Si, al referirme al Orinoco es inevitable no referirme al Arco Minero del Orinoco y esta figura que es controversial. Pareciera que el progreso estuviese de la mano del extractivismo pero las consecuencias son la devastación. Nombrarlo a Chávez es fundamental, con todos los pros y contras que su legado implica. En ese río que nace y fluye por Venezuela hay también algunas referencias a los imaginarios locales como María Lionza que es una deidad femenina local protectora de las cosechas y de las aguas.
-En el río Magdalena que se encuentra en Colombia sorprende el Museo del Oro y la imagen de Jesús Muñóz
Es un río muy importante en Colombia, casi conecta el Pacífico con el Atlántico. A orillas del Magdalena se encuentra la ciudad de Honda, que es la ciudad colonial más antigua que se tenga registro y también hay una referencia al Museo del Oro, en Bogotá, que se relaciona con la fiebre del oro, una situación socioeconómica que se repite a lo largo de toda Sudamérica. Además al citar el Museo del Oro se hace presente la civilización Muisca, que floreció en la antigua Colombia entre el 600 y el 1600 ya que casi todas las piezas del Museo del Oro corresponden a esta cultura. También está retratada en este sector de la obra la figura de Jesús Muñoz, un pescador de cuerpos de este río, ya que en esta zona se producen continuos enfrentamientos entre los narcos, guerrillas y paramilitares. Más adelante en el recorrido hay una referencia a la Hacienda Nápoles, finca que perteneció al narcotraficante colombiano Pablo Escobar, fundador del Cartel de Medellín.
-A continuación del cauce aparece el río Putumayo, ¿qué referencias históricas te llevaron a dibujarlo?
En el río Putumayo hay varias referencias a los pueblos originarios que fueron la mano esclavizada para la extracción irresponsable del caucho que generó además un enorme daño medioambiental. Hoy en día son estas mismas comunidades las que se organizan y trabajan por el cuidado y recuperación del entorno natural. Durante la fiebre del caucho, miembros de pueblos originarios eran reclutados forzosamente para la explotación de este árbol, un sistema cruel y tortuoso de esclavitud.
-Y luego continúa el río Amazonas, con referencias al artista Juan Downey, que en 1976 se instaló a vivir con una tribu Yanomami en el Amazonas venezolano.
Juan Downey es un artista chileno considerado el padre del videoarte, hizo un trabajo muy interesante junto a los indios Yanomami, les dio una cámara para que hagan sus propias películas, un trabajo etnográfico desde el lenguaje del arte. Los dibujé sobre el río Amazonas porque en 2019 Jair Bolsonaro redujo las restricciones medioambientales y se libera el trabajo de los garimpos que son minas ilegales de extracción del oro en los márgenes del río y esto ha provocado un genocidio indígena.
-¿Quiénes son los artistas que aparecen a lo largo de estos ríos?
Son personas que se han pronunciado desde el arte sobre determinadas situaciones políticas y sociales. Los artistas que aparecen citados además de Juan Downey son Cándido López, gran cronista de batallas que aparece en el Pilcomayo y Antonio Berni en el Paraná, vinculado a su trabajo de periodismo fotográfico que realizó para el diario El Rosario Gráfico. También está presente en el Río de la Plata Nestor Perlongher, escritor del Barroco Barroso. Por último, Claudia Fontes con su retrato de Pablo Migues emplazado en el Parque de la Memoria que representa a un adolescente de 14 años secuestrado por la dictadura en 1977, entre otros ejemplos.
-Continúa el río Urubamba de Perú y el Pilcomayo en Bolivia
El río Urubamba es el que pasa al costado del Machu Pichu y allí hago referencia a las hojas de coca. Este río está unido al Pilcomayo, donde se encuentran las minas del Potosí. En el 2022 colapsó un dique de colas de la Federación Departamental de las Cooperativas Mineras de Potosí y se produjo un desbordamiento de metales pesados, productos químicos tóxicos que se derramaron en el río. Si en los tiempos coloniales del virreinato existían las minas del Potosí, hoy tenemos mineras de Potosí que siguen produciendo un desastre ecológico con la extracción de minerales.
-¿Qué personajes y situaciones elegiste representar sobre el río Paraná?
En el río Paraná se encuentra el Fuerte Sancti Spiritu, el primer asentamiento español levantado en el territorio argentino cerca de la Ciudad de Rosario. También hago referencia al carguero que transportó 23 toneladas de cocaína en el 2021, que representa uno de los cargamentos más grandes en la historia del narcotráfico. Otra de las imágenes que represento es “una nueva especie” de tararira que se encontró en el 2015 que es un pez ciego, una mutación de este género, una transformación para mal.
¿Y en relación al Río de la Plata que finaliza el recorrido de tu obra?
En el Río de la Plata yo represento el barrio privado Nordelta, que lo comparo con la isla Palmera de Dubai, mismo sistema de construcción artificial sobre las aguas que brindan nuevos espacios lujosos para habitar. En este segmento del río también dibujé la papelera Botnia, un emprendimiento industrial muy resistido por la comunidad local debido al peligro de contaminación. En el Riachuelo, que es un afluente del río de la Plata, representé el Museo Marco como una referencia de lugar, donde está ubicada la muestra. El caudal de mi dibujo desemboca finalmente en el Canal de Beagle, donde están representadas las islas Soledad y Gran Malvina, como un referencia clara al neocolonialismo de nuestros días.
