Enclavado en la Avenida Costanera Rafael Obligado, al costado del Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery, casi olvidado, se erige el Monumento al Accidente Aéreo de Castilla, una creación del artista italiano Mario Baiardi, que captura la escena de un avión en llamas descendiendo del cielo, donde emergen las figuras de dos mujeres desnudas que representan a los héroes caídos. La obra inmortaliza el sacrificio y la valentía de los protagonistas de un acontecimiento que marcó la historia de la aviación argentina.
El 27 de septiembre de 1949, un Douglas DC-4 de la Flota Aérea Mercante Argentina regresaba de Quito, tras cumplir una misión humanitaria impulsada por la Fundación Eva Perón debido a un devastador terremoto que había golpeado a Ecuador el 8 de agosto de ese año. El avión matrícula LY-ABI, con su carga de voluntarios y ya sin suministros, despegó desde Ecuador con la misión cumplida. Sin embargo, en el vuelo de retorno hacia la base de Morón, la aeronave experimentó un desperfecto en la cabina que desencadenó un incendio a bordo.
En medio de la emergencia, los héroes de esta historia, el piloto Norberto Fernández y el copiloto Gregorio Juan Torrealda, demostraron un valor inquebrantable. Se mantuvieron firmes en sus puestos, luchando contra las llamas y las adversidades para intentar salvar a la tripulación y a los pasajeros. Su coraje permitió que el avión aterrizara de manera forzosa en los campos de Castilla, provincia de Buenos Aires, reduciendo el número de víctimas fatales a sólo cinco. Además de ellos dos, también murieron la auxiliar de abordo Esther Dates y dos enfermeras de la Fundación, Amanda Allen y Luisa Komel.
El legado de Norberto Fernández, piloto experimentado y pionero en la aviación de Santa Cruz, se refleja en su nombre, que honra el aeropuerto de Río Gallegos, su ciudad natal. Es un testimonio de su contribución a la aviación y su sacrificio en la lucha por salvar vidas.
El monumento, ubicado en la cabecera sureste del Aeroparque, de cara al Río de la Plata y a metros del Club de Pescadores, captura la esencia de la tragedia y la valentía de los pilotos. En la base de granito, la inscripción original enumeraba a los héroes y la Fundación Eva Perón, pero tras el golpe militar que derrocó a Juan Domingo Perón en 1955 la destruyeron con un cincel, aunque eso fue reparado décadas después, tras una resolución de 2009 de la Cámara de Diputados.
El autor de la escultura, Mario Baiardi, había nacido en Valenza, Italia, en 1909. Ingresó en la Casa de Moneda Argentina en 1948, junto a varios artistas y grabadores italianos convocados especialmente por el Gobierno argentino, luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial. Trabajó en nuestro país hasta 1953, año en que regresó a Italia, donde falleció en 1972. Está considerado por los expertos de numismática de todo el mundo como uno de los máximos exponentes de la técnica del grabado a buril.
Su escultura se mantiene en soledad, con un deterioro marcado por la falta de mantenimiento y una grieta que amenaza con desprenderle un ala. Es como si la historia del accidente aéreo de Castilla se hubiera desvanecido en la memoria colectiva. Tal vez por el paso de los años, o por otras tragedias más cercanas que la eclipsaron, eso se refleje en lo oculta y olvidada que está la obra, pese a estar a la vista de todos.
