Galerías en bodegas (Argentina): un brindis con el arte

El auge del enoturismo ha crecido a un ritmo vertiginoso en los últimos años. En la región cuyana esta tendencia incluye varios proyectos de galerías y un fuerte apoyo a artistas locales por parte de bodegas y referentes de la industria vitivinícola.
Por María Paula Zacharías
Bodega Zuccardi Bodega Zuccardi

El turismo en Mendoza tiene grandes atractivos naturales y culinarios, además de la joya de su cultura vitivinícola. También, el arte avanza como un aliado indiscutido, con más de veinte bodegas que tienen consolidados espacios de arte o actividades culturales.

Casa Vigil, dirigida por el enólogo Alejandro Vigil y María Sance, fue galardonada con el Oro Mundial en la categoría Arte y Cultura de los premios Best of Wine Tourism en el concurso que realiza la Red de las Grandes Capitales del Vino, en 2019. Arte y vino conviven entre las viñas, en cada sala del restaurante, en los jardines donde suena música y los comensales disfrutan un menú de varios pasos y copas. 

En su multiespacio llamado Chachingo se presenta arte desde el año 2015, todo con precio y a la venta, para ayudar a comercializar su obra a creadores locales. También hay exposiciones temporales, como la actual, de Antonio Sarelli (pinturas) junto a su hija Rebeca Sarelli (esculturas). “Es un privilegio para nosotros poder mostrar el arte de los mendocinos a todas las personas que nos visitan", comenta Fernando Gabrielli, director del Espacio de Arte de Casa Vigil. Las exposiciones del ciclo que se realizan en Chachingo son estacionales. En la próxima primavera llegará el turno de Martín Villalonga y Ana María Peña.

Otra bodega comprometida con el arte es la de la familia Zuccardi. La matriarca, Emma, fue una mecenas para el arte mendocino, y en las bodegas de la empresa se luce su colección privada. Además, en la Bodega Santa Julia hay una cava de arte, donde se suceden las exposiciones temporales de artistas mendocinos. Cada año, realizan la Cosecha de artistas: invitan a un numeroso grupo de artistas a la cosecha manual de aceitunas y comparten un suculento almuerzo. Los artistas después exponen las obras inspiradas en la experiencia en una exposición colectiva. 

Este año participaron cuarenta creadores, y el tema fue Recordando a Emma, porque tras diecisiete ediciones, ésta fue la primera sin ella. Emma Zuccardi sintió siempre pasión por el arte, en particular el propio de su provincia. En su vida, principalmente dedicada a la familia y la viticultura, cumplió la misión de difundir y promover la producción creativa de pintores, dibujantes, escultores, grabadores y ceramistas mendocinos. Fue asidua visitante de los talleres de los artistas, a quienes acompañaba en sus muestras y proyectos. Las obras, y su recuerdo en el corazón de los artistas, se pueden ver en la cava de arte de Familia Zuccardi y están firmadas por artistas como Alejandra Civit, Ana Simionato, Antonio Sarelli, Esteban Grimmi, Fernando Jereb, Fernando Rosas, Fernando Sepúlveda, Germán Álvarez, Guillermo Rigattieri, Laura Hart, Laura Rudman, Marcela Von Der Heyde, Osvaldo Chiavazza y Vivian Magis, entre otros.

"En la actualidad más de veinte bodegas incluyen estas actividades", señala Julieta Gargiulo, miembro de la Academia Argentina de la Vid y del Vino, gestora cultural y galerista de Protea. Monteviejo auspicia un festival de gastronomía, vino, arte y rock que dura una semana. En Trivento potencian la alianza MovArt, un circuito de bodegas con arte que incluye a Caro, Escorihuela, Catena Zapata y La Rural. La firma Salentein tiene una galería muy bien equipada, Killka.

"Junto al gran desarrollo del enoturismo, comenzando el siglo, las bodegas incorporaron acciones culturales y salas de arte. Fue pionera en esta actividad Familia Zuccardi ya que en la vendimia del 2003 abrió su cava de arte de la mano de Emma Zuccardi, con una política de difusión de los artistas mendocinos exclusivamente. Dos años más tarde la bodega Salentein inauguró su Museo Killka en el Valle de Uco, por iniciativa del visionario empresario holandés Mijndert Pon. Fui la curadora de esas salas, como lo hice posteriormente con la apertura de las salas en las bodegas Sinfín y Solocontigo", cuenta Gargiulo.

Entre los momentos más destacados de esta relación arte y vino señala la asociación entre el Museo Nacional de Bellas Artes y Killka de Bodegas Salentein para una exposición con obras sobre temas relacionados con la vendimia y el vino, de pintores europeos y argentinos del siglo XIX y XX, con joyas de Ignacio de Zuloaga, Max Slevogt, Luigi Nono, Marco Tiglio, Alfredo Gramajo Gutiérrez y otros. Otro hito fue la exposición de más de cuarenta obras de Cristina Santander en la Bodega O Fournier. 

En mayo último abrió un nuevo espacio en la estancia Bodega El Retiro, ubicada en Santa Rosa. Se exhibe ahí una colección privada de arte religioso de estilo altoperuano de noventa obras de diversas procedencias y épocas (que están por estudiarse), que el empresario Alfredo Vila Santander fue comprando en los últimos veinte años en Bolivia y Perú. Dirigido por el gestor cultural Daniel Rueda, el proyecto contempló la construcción de dos salas pintadas color borravino dentro del establecimiento ganadero y agrícola, donde relucen ángeles arcabuceros, vírgenes, santos y escenas bíblicas de enmarcados refulgentes.

Gargiulo analiza la alquimia de este fenómeno: "Este encuentro entre el producto, el turismo y las acciones culturales es donde la experiencia individual significativa logra, en un brevísimo tiempo, la combinación de conceptos, recuerdos y vivencias. Tales vivencias se asimilan en una doble dimensión, consciente y psíquica, convirtiéndose de este modo en un hecho emotivamente sensible que fideliza al visitante, y extiende las fronteras físicas y culturales del país, proyectándose hacia el mundo".

 

 

 

 

 

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