La Filarmónica del Elba (Alemania): el navío musical de Hamburgo

La descomunal sala de conciertos, una de las más avanzadas en materia de calidad acústica de todo el mundo, se asemeja a un enorme buque encallado y su estructura de cristal supera los cien metros de altura.
Por Ignacio Marchini

El puerto de Hamburgo es uno de los más grandes del mundo. Situado sobre el río Elba, con desembocadura en el Mar del Norte, fue fundado hace más de 800 años por Federico I, cuando esos territorios pertenecían al Sacro Imperio Romano Germánico. Con el correr de los siglos, el puerto no solo creció en tamaño sino también en importancia, consolidándose en el comercio internacional como uno de los enclaves de intercambio de mercancías más importantes de la historia de Europa.

Sobre la ribera norte del río se encuentra uno de los lugares más reconocidos de la ciudad, el famoso barrio de Speicherstadt. Construido entre 1883 y 1927, es una zona de renombre por los enormes almacenes de ladrillo rojo con pilotes de madera que bordean los canales de la ciudad portuaria. Otrora zona de descarga y almacenamiento, desde inicios de la década del noventa del siglo pasado viene atravesando un enorme proceso de remodelación, enmarcado en el proyecto urbanístico y turístico conocido como HafenCity.

Uno de los lugares destacados, surgido de esta iniciativa, es la Filarmónica del Elba, una enorme sala de conciertos, de las más avanzadas en materia de calidad acústica de todo el mundo. Construida sobre la base del viejo Almacén del Kaiser, el más grande de todo Speicherstadt, el edificio fue diseñado por el estudio suizo de arquitectura Herzog & de Meuron y se encuentra ubicado en la entrada del puerto. La construcción recibió bastantes críticas, debido a las constantes demoras y aumentos en los costos de producción: el plan inicial de tres años de edificación y 77 millones de euros de presupuesto derivó en un proyecto que duró diez años (terminó en octubre de 2016) y que costó 789 millones de euros, diez veces más de lo previsto.

Más allá de los contratiempos, el resultado es imponente. La base de ladrillo rojo del antiguo almacén, reconstruido entre 1963 y 1966 luego de que fuera destruido durante la Segunda Guerra Mundial, sirve de base a una colosal estructura de cristal que tiene la forma de una ola que crece, cuyo pico máximo alcanza los 108 metros de altura. La mezcla del estilo arcaico del viejo almacén, vinculado a la vida del puerto, y el diseño moderno de la cúpula, que alberga las salas de concierto, simboliza la unión entre la tradición y la vanguardia en la ciudad de Hamburgo. Vista de frente, la Filarmónica también se asemeja a un enorme barco encallado en el río Elba, con sus velas izadas al viento. Los paneles de vidrio, algunos de ellos curvos, van modificando la apariencia del edificio, en tanto va reflejando el cielo, el agua y la ciudad en los distintos momentos del día, generando diversos efectos lumínicos y cromáticos.

El recorrido por el interior de la Filarmónica del Elba comienza con una escalera mecánica de 82 metros de largo que desemboca en una amplia ventana que ofrece una vista panorámica del río. Luego, una segunda escalera conduce a la Plaza, el centro del edificio ubicado a 37 metros de altura, desde donde es posible acceder a las salas de conciertos, tiendas y un hotel de lujo. Además, desde aquí también se puede acceder a unos balcones que bordean todo el hall y desde los cuales es posible observar todo el puerto y parte de la ciudad, gracias a su diseño de 360 grados.

Además de unos estudios pequeños donde se desarrollan actividades educativas para niños y una sala de conciertos con capacidad para 550 personas, en el centro superior del edificio se encuentra el corazón de la Filarmónica del Elba: el Gran Salón. Con capacidad para 2100 personas, la sala está diseñada con el formato de “viñedo”; es decir, el escenario donde tocan los músicos se encuentra abajo y en el centro, y los asientos se ubican alrededor de ellos, situados de forma escalonada hacia arriba. Esta forma de diseño fue implementada por primera vez por el arquitecto Hans Scharoun, a principios de la década del sesenta, para la Filarmónica de Berlín, y ha sido replicada a lo largo del mundo. Además, esta estructura permite que la visión sea clara desde cualquier punto de la sala.

El Gran Salón se destaca en todo el mundo por la calidad de su sonido. Si bien los asientos más cercanos ofrecen una mejor experiencia sensorial, esta sala de conciertos es reconocida por la calidad de su sonido desde cualquier ubicación, condición que no se ve afectada por los ruidos provenientes del puerto, debido a una pared doble que la recubre. Ambos muros se encuentran separados entre sí, por lo que la sala se presenta perfectamente aislada. Para lograr esto, los arquitectos Herzog y de Meuron trabajaron con el especialista en acústica, Yasuhisa Toyota, y aplicaron el concepto de “piel blanca”; esto es, revestir todas las paredes y el techo de un total de diez mil paneles del mismo grosor y forma, hechos de hormigón de fibra de yeso, que reflejan el sonido en todas direcciones.

 

 

 

 

 

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