“Es evidente que existen otros mundos, eso seguro; pero como he dicho muchas veces, estos otros mundos están en el nuestro, residen en la tierra y precisamente en el centro de la cúpula del Museo Dalí, donde está todo el mundo insospechado y alucinante del surrealismo.” - S. D.
A menos de 150 km al norte de Barcelona, se encuentra Figueras, una ciudad ubicada en el extremo noreste de Cataluña, España. Se puede acceder en auto, tren o bus. La cercanía a la frontera con Francia la convirtió en un punto neurálgico de viajeros. En la actualidad los turistas llegan motivados por conocer lo que se considera como el máximo objeto surrealista.
El 11 de mayo de 1904 nació en Figueras Salvador Dalí, uno de los exponentes más significativos del Surrealismo, reconocido por la habilidad presente en sus obras y su fama de personaje icónico, narcisista, y megalómano, destacado dentro del campo del arte y la cultura global.
La obra de Dalí proyecta mundos interiores capaces de ser descifrados. Los elementos simbólicos que representa, se vuelven comprensibles a partir del reconocimiento de los entornos en los que vivió el artista.
En 1954 anunció a su ciudad natal el deseo de construir un museo en el que pudiera exhibir sus creaciones, en el edificio del Teatro Municipal de Figueras.
El Teatro-Museo Dalí, inaugurado en 1974, fue construido sobre los restos del antiguo edificio realizado por Josep Roca i Bros. El artista manifestó las razones por las que consideraba que el museo debía tomar parte de aquel edificio de su pueblo natal: “Dónde, si no en mi ciudad, ha de perdurar lo más extravagante y sólido de mi obra, dónde si no? Lo que quedaba del Teatro Municipal me pareció muy adecuado por tres razones: la primera, porque soy un pintor eminentemente teatral, la segunda, porque el Teatro se encuentra frente a la iglesia donde fui bautizado, y la tercera, porque precisamente fue en la sala de vestíbulo del teatro, donde expuse mi primera muestra de pintura”. Considerada como su última gran obra, participó activamente junto a los arquitectos Joaquim Ros de Ramis (autor del Museo Picasso de Barcelona), Alexandre Bonaterra y Óscar Tusquets, en la dirección del proyecto.
El museo muta y se modifica con cambios e incorporaciones aportadas por el artista, hasta el día de su muerte. A partir de 1989, su cuerpo yace bajo la imponente cúpula vidriada circular del museo. Dalí resignifica su propia muerte, pensando con antelación en exhibir su lápida como objeto sagrado en una de las salas que diseña.
El edificio es una obra de arte en sí misma que contó con progresivas ampliaciones. Es un lugar particular, teatral y performático. Dalí se propuso crear un espacio monumentalista e inmersivo, capaz de despertar el interés de todos los espectadores.
Ofrece un recorrido por la trayectoria artística, priorizando las ideas, por encima del historicismo cronológico. Las salas, los pasillos, y los jardines exteriores en los que las obras aparecen exhibidas, desprovistas de explicaciones, se recorren con la sensación de estar teniendo una experiencia onírica, en la que lo inconsciente parece tangible a partir de lo representado. Cada una de las salas desprende misterio, está llena de enigmas, y da razones para volver. Pinturas, dibujos, esculturas, grabados, instalaciones, hologramas, estereoscopías, fotografías, conviven entre otras producciones artísticas.
Dalí diseñó profundamente la experiencia que los visitantes vivirán al recorrer el museo. Tenía en claro la intención en su obra, sabía con exactitud lo que deseaba provocar en quienes visitaran la ciudad y encontraran en una de sus plazas principales la imponencia disruptiva y sensacionalista de esta pieza. El escenario que rodea al museo, está plagado de elementos que constituyen el universo Daliniano, haciendo que la construcción de sentido en los espectadores ya comience en el peregrinaje previo a ingresar en el edificio.
El patio, la cúpula, la sala del tesoro, la cripta, la famosa Sala Mae West, el vestíbulo, la Torre Galatea y las salas diseñadas para la colección de joyas que Dalí creó para la contemplación privada de un empresario Americano, son solo algunos de los lugares que dan forma a la inigualable experiencia que implica la visita a este icónico lugar.
Uno de los espacios más interesantes es: La sala del tesoro. Completamente tapizada de terciopelo rojo y concebida como un cofre para guardar joyas, resguarda muchas de las obsesiones de Dalí. Las obras exhibidas fueron curadas por el artista, seleccionadas a partir de criterios emotivos, académicos y personales. En ellas se perciben referencias a la historia del arte clásico y a las inspiraciones aspiracionales de su propia obra. Al salir de la sala, el visitante experimenta la sensación de ser cómplice del secreto mejor guardado del teatro.