No hay mayor violencia que la auto ejercida bajo la ilusión de que se actúa con libertad. Diferentes ópticas distópicas en el arte actual evidencian que la violencia no se elimina, sólo cambia de lugar.
Es uno de los mayores exponentes del brutalismo arquitectónico en el país. Desde su inauguración en 1992, la imponente figura de hormigón armado da batalla en el paisaje urbano.