Biblioteca Nacional, de Clorindo Testa

Es uno de los mayores exponentes del brutalismo arquitectónico en el país. Desde su inauguración en 1992, la imponente figura de hormigón armado da batalla en el paisaje urbano.
Por Martín Sassone
Biblioteca Nacional, de Clorindo Testa Fotos: Alberto Brescia

 

Para buena parte de los porteños es uno de los edificios más polémicos de la ciudad, tal vez porque contrasta con todo lo que tiene alrededor, una zona de Recoleta donde predominan las construcciones del neoclasicismo francés. El edificio de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Agüero 2502) corresponde al tipo brutalista y la estructura principal de hormigón armado está destinada a quedar expuesta. Se priorizó la funcionalidad por sobre la estética.

Diseñado por los arquitectos Clorindo Testa, Alicia Cazzaniga y Francisco Bullrich, está emplazado a metros de la Plaza Evita Perón y las Avenidas del Libertador y General Las Heras, un sitio que resume buena parte de nuestra historia contemporánea. Allí estaba el Palacio Unzué, también conocido como Quinta Unzué, la residencia presidencial que ocupó Juan Domingo Perón entre 1946 y 1955; lugar donde falleció Eva Perón el 26 de julio de 1952. 

En 1955, la Revolución Libertadora bombardeó la Casa Rosada y el Palacio Unzué fue otro de sus objetivos. Tras el derrocamiento de Perón la mansión fue incendiada y saqueada por los militares. Al año siguiente, el presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu ordenó su demolición. En 1960, las autoridades de la Biblioteca, encabezadas por entonces por el célebre escritor Jorge Luis Borges, entendieron que era necesario un nuevo edificio -hasta ese momento funcionaba en México 564- por el volumen del material acumulado y el paso diario de los visitantes. Entonces, bajo la presidencia de Arturo Frondizi, se sancionó la ley 12351 que destinó esas tres hectáreas de Recoleta para su construcción. Se realizó un concurso de anteproyectos y la obra fue adjudicada al trío de arquitectos encabezados por Clorindo Testa.

La piedra fundamental del edificio actual fue colocada en 1971, pero la construcción se demoró más de dos décadas y participaron distintas empresas. El proyecto fue finalizado en 1992, aunque el traslado del material bibliográfico y hemerográfico demoró un año más. El 28 de noviembre de 2012 se sancionó la ley 26807, promulgada el 8 de enero de 2013, con la que se le designó el nombre Doctor Mariano Moreno.

De acuerdo con la página oficial del Ministerio de Cultura de la Nación, los arquitectos tuvieron “la previsión de crecimiento, sobre todo de los depósitos, y el aprovechamiento urbanístico y arquitectónico del emplazamiento dado, asegurando la salvaguarda del espacio verde, de la barranca y de la diversidad botánica de los alrededores. A tal fin, se desarrolló un proyecto donde el mayor volumen se construyó enterrado, permitiendo la posibilidad de crecimiento de los depósitos, una mínima construcción en planta baja y una edificación sobreelevada de las salas de acceso público y de los sectores administrativos”.

El bloque principal tiene tres subsuelos de depósitos con una superficie de 19000 m2. El sector C está destinado a Hemeroteca; este depósito se comunica con su Sala de Lectura por medio de montalibros y escaleras internas. Los sectores A y B del 1º y 2º subsuelo están destinados a depósito de libros. Los sectores A y B del 3º subsuelo se encuentran reservados para futuras expansiones.

En el nivel H se encuentran las salas de Hemeroteca, la Sala de lectura para no videntes, y las áreas de Adquisición e intercambio bibliográfico, Relaciones Públicas e Institucionales, Archivo del patrimonio arquitectónico del edificio, y otras áreas administrativas. En la planta baja se encuentra el ingreso; en el 1º piso está el Auditorio Jorge Luis Borges, la sala de exposiciones Leopoldo Marechal, el bar y la Dirección. La segunda planta está reservada únicamente a áreas administrativas y en un entrepiso denominado +2, se encuentra la sala de máquinas intermedia. En el piso siete se reparten más salas de lectura, fonotecas y otras áreas administrativas.

El cuerpo más representativo del edificio, debido a la magnitud de la carga (7800 tn.), se sustenta sobre cuatro núcleos, los cuales se apoyan en 13 pilotes cada uno. Estos pilotes tienen un diámetro de 1.20 m y una profundidad fluctuante entre 25 m y 27 m del nivel del terreno. (…) La circulación vertical tanto de personas como de material bibliográfico, los montantes de electricidad y las diversas cañerías se alojan en estos 4 apoyos que, por su emulación paleontológica, se asemeja a un gliptodonte, con su panza y cabeza hacia Av. Libertador. Esos apoyos se los denomina: manos y patas. Tanto la “panza” como el “lomo” están constituidos por 2 pares de vigas maestras que se apoyan en los núcleos, y que están cruzadas por vigas secundarias que descansan sobre ellas”, es la explicación del Ministerio de Cultura al complejo entramado arquitectónico. 

La Biblioteca Nacional puede carecer de una estética más acorde con uno de los barrios más pintorescos de la Ciudad, pero su finalidad es la funcionalidad y poder seguir acaparando volúmenes y volúmenes de libros tal como lo pensaron sus creadores hace más de sesenta años.

 

 

 

 

 

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