En una de las aulas de la Escuela Pedro de Mendoza, en el barrio de La Boca, una escena submarina recibe a los estudiantes con una fuerza onírica que trasciende lo pictórico. Se trata del mural Buzos en el fondo del mar, obra del pintor Benito Quinquela Martín, restaurada recientemente como parte de una puesta en valor del patrimonio cultural que dejó uno de los artistas más emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires.
Este mural, menos conocido que otros trabajos del pintor boquense, se sumerge en una atmósfera más oscura, teñida por verdes profundos que dan la sensación de estar mirando a través de un velo de agua densa. La escena muestra a unos buzos trabajando en las profundidades, rodeados de peces, algas y una belleza casi irreal, pero también transmite el peligro y el esfuerzo de una labor muchas veces invisible para el ojo cotidiano. En palabras del artista, la intención era revelar tanto la maravilla como el riesgo de un mundo subacuático que despierta la imaginación de los niños que viven cerca del río.
La restauración de este mural ocurrió pocos meses antes de la pandemia y fue un desafío particular. Según declaró entonces el director del Museo Benito Quinquela Martín, Víctor Fernández, “incluso restaurado, es notablemente más oscuro que lo que uno conoce o espera de un cuadro de Quinquela Martín”. Esa oscuridad no parece ser un defecto, sino que asoma como un recurso expresivo. En sus murales, explicó Fernández, el artista se permitía explorar nuevas disciplinas y temáticas, sin apartarse nunca de su compromiso con el barrio y su gente.
Ese compromiso fue la marca indeleble de la vida de Quinquela. Nacido en circunstancias inciertas, el 21 de marzo de 1890 fue abandonado en la Casa de Niños Expósitos, hoy Hospital Pedro Elizalde. Junto a él, un pañuelo de seda con una flor bordada por la mitad y un mensaje: “Este niño ha sido bautizado y se llama Benito Juan Martín”. Adoptado años después por la familia Chinchella —nombre que castellanizaría como Quinquela— creció en La Boca, el barrio que marcaría su identidad y su obra.
De formación autodidacta, y más tarde alumno del Conservatorio Pezzini Sttiatessi, Quinquela convirtió el carbón de la tienda familiar en sus primeros materiales artísticos. Su contacto cotidiano con el puerto, los estibadores y la vida del trabajo manual se volvió fuente constante de inspiración. “Los estibadores fueron el sujeto omnipresente en su pintura, un universo que conocía muy de adentro”, explicó Fernández.
Fue esa fidelidad a su origen la que lo llevó a autodenominarse “el inventor de La Boca”. A través de su paleta vibrante y sus pinceladas enérgicas, Quinquela retrató una Buenos Aires popular, trabajadora, vital. En una época en que el arte argentino tendía hacia lo académico o lo europeo, él optó por elevar el mundo cotidiano de su barrio a una categoría estética, digna de museo.
Y fue más allá: en 1933, donó terrenos para construir escuelas, hospitales e instituciones culturales. La Escuela Museo Pedro de Mendoza —hoy también sede del Museo de Bellas Artes de La Boca— es una de esas obras. Allí pintó murales que no solo embellecen el espacio educativo, sino que también lo convierten en una galería viviente.
Buzos en el fondo del mar, parte de esa serie mural, completa la visión portuaria que decora los muros de la escuela. Es un testimonio no solo del talento de Quinquela, sino de su decisión de que el arte no debía estar reservado a las élites: debía integrarse a la vida cotidiana, educar, inspirar y representar.
Su vida y obra son, en muchos sentidos, una metáfora del barrio que lo adoptó. Quinquela fue un artista surgido desde abajo, desde la marginalidad, que supo elevar su voz con un lenguaje visual propio y profundo. Murió en 1977, a los 86 años, y fue enterrado en un ataúd que él mismo pintó con una escena del puerto de La Boca. Un acto poético, fiel a su espíritu.
El mural de los buzos no solo muestra una escena submarina, sino también la profundidad simbólica del legado de Quinquela Martín: un arte que nace del trabajo, de la identidad barrial, del deseo de transformar el entorno a través de la belleza y el compromiso social.