Carola Zech: “Un color no se puede repetir, siempre es único”

Expuso en Arabia Saudita como parte de la BIENALSUR. En la pintura automotriz encontró la materialidad que necesitaba y actualmente trabaja en el desarrollo de pigmentos traslúcidos para cubrir acero inoxidable.  
Por Mariana Gioiosa

 

Carola Zech es una artista visual que se destaca por sus instalaciones cromáticas y esculturas en gran formato. En la adolescencia su curiosidad por distintas materialidades, la llevó a explorar con fragmentos de metales que encontraba en los tachos de basura de la fábrica metalúrgica de su papá, y desde ese momento continuó trabajando con ese elemento. Luego llegó la reflexión teórica sobre su obra, que se vio enriquecida por su paso por la Universidad Nacional de las Artes, donde se recibió de Licenciada en Artes Visuales. Además, fue trascendente en su desarrollo como artista formar parte de Periferia, un grupo que realizaba intervenciones callejeras con el fin de cuestionar la historia tal como es enseñada en el ámbito académico. 

Algunos de sus trabajos más recordados son un conjunto de formas geométricas y volumétricas, en distintos colores vibrantes, que flotaban en el espacio en el Museo Caraffa de Córdoba. La intervención en la fachada del Museo MARCO La Boca, donde aplicó vinilos transparentes de colores que le brindó un particular sello a la vidriera, sin obstruir la vista hacia el exterior. La obra Nosotros, una instalación interactiva conformada por paneles de acero inoxidable de colores cálidos y con una cara espejada que gira sobre su eje. Este trabajo fue emplazado en sus distintas versiones en Buenos Aires y Riyadh.  

 

-Con el tiempo tu obra se ha complejizado, y las piezas que antes eran pensadas para intervenir un espacio, ahora son también recorridas y modificadas por los visitantes. ¿Cómo describís tu trabajo actual?

Lo separo en dos conjuntos. Mi obra por un lado es un sistema que está compuesto de planos y volúmenes que interactúan en espacios interiores y exteriores donde es exhibido, como se pudo ver en la reciente muestra en el Museo Caraffa de Córdoba. Allí las obras estaban suspendidas desde el techo, unidas por imanes, y las mismas figuras variaban en las combinaciones y el color.  El segundo grupo está conformado por obras participativas y en estos casos la obra se ve modificada por el público, como se puede observar en Museo Campo de Cañuelas, la cara espejada de las placas que gira 360 grados produce la percepción que la obra muta constantemente, debido al cambio de las estaciones, la luz y lo que sucede en su entorno. 

 

-Le has dedicado muchas horas a la investigación del color. ¿Con qué criterio lo utilizas? 

Descubrí que el color, al igual que los vínculos humanos, funcionan en relación con el entorno, según la afinidad o el rechazo que generen. Somos sociales, construimos nuestra identidad con relación a otros, muchas de esas cualidades que encontré en las personas las vi reflejadas también en el color. Agrupé los colores que utilizo en cuatro familias: melancólica (los negros), colérica (los rojos), sanguínea (los azules), flemática (los amarillos). Lo orgánico, el cuerpo, el temperamento aparecen en mi trabajo. Un color no se puede repetir, siempre es único. El modo de aplicarlo cambia su constitución. Esta particularidad carga de sentido mi obra.

 

-¿Cómo se fue construyendo tu lenguaje visual a través del tiempo?

-Las formas que tomaron mis obras están relacionadas con las posibilidades que me permitió las cualidades de la lámina metal: los pliegues, los remaches y las soldaduras. Por otro lado, el color que utilizo está relacionado con una búsqueda que nunca finaliza. Se ajusta al material que será aplicado el color y el lugar en donde será exhibido. La necesidad de interactuar con espacios al aire libre me llevó a buscar un material que sea resistente a la intemperie. Yo prefería pintar con esmalte sintético, óleo o acrílico, pero no eran las pinturas apropiadas para estos trabajos. En la pintura para autos encontré las características que necesitaba y así fue que cambié el pincel por un soplete. Me acercaba a los chapistas del barrio para hacerles consultas ya que era un terreno poco explorado por profesores de arte. En este camino descubrí que la industria automotriz cuenta con la complejidad de materiales que necesito para mis obras.  

 

-Sin lugar a dudas, uno de los trabajos que tuvo gran trascendencia en tu carrera artística fue la llegada de tu obra a Arabia Saudita a través de Bienalsur, ¿cómo fue esa experiencia?

-Envié en el 2020 a Bienalsur el proyecto Nosotros que fue seleccionado para su edición de 2021. Esta instalación interactiva se centra en el concepto de espacio, tanto en términos físicos como el contexto en el que se encuentra. El público participante constituye un vínculo entre ellos activando la obra, rotando los planos de colores hacia diferentes direcciones, al mismo tiempo que se refleja el entorno. Fue exhibida dentro de una muestra curada por Diana Wechsler “Ecos. Un mundo entre lo analógico y lo virtual” con artistas de todo el mundo que planteaban con un lenguaje poético los nuevos modos de experimentar la realidad a partir de la pandemia. A las autoridades del Ministerio de Cultura de Arabia Saudita en Riyadh les gustó tanto este trabajo que lo quisieron incluir en el parque de esculturas de Fenaa Al Awwal Center. Y me llevaron al terreno que todavía se encontraba vacío para que elijamos el lugar apropiado para emplazar la obra. Un año después viajé allí para la inauguración. A pesar de las diferencias culturales sentí gran cercanía con ellos. Tomé conciencia de lo transcendente que es en Medio Oriente un trabajo con las características que tiene esta instalación. En estas tierras la geometría y la abstracción se encuentran en todas partes, inclusive hasta para explicar el origen del mundo.

-¿En qué estás trabajando actualmente?

-Estoy desarrollando junto a una marca especializada en pintura, un tipo de pigmentos traslúcidos para cubrir acero inoxidable. El resultado de esta búsqueda será aplicado a una obra que se emplazará en un edificio de la ciudad de Buenos Aires. Sigo además con Paleta de colores una investigación siempre activa e inconclusa, que releva colores complejos brillantes, tornasolado iridiscente y reflectivos. Los plasmo en rectángulos 37 x 30 cm.  Me resulta desafiante obtener colores únicos de un sistema industrial que se produce en base a la cantidad. Muchas veces durante la investigación se generan nuevos proyectos. Este trabajo de experimentación comenzó con el desafío que me planteó la fachada del Museo Marco en la Boca, en el 2022. Tanto para el frente del edificio como para el interior de la sala utilicé vinilo. Actualmente estoy trabajando también con otras materialidades como el vidrio y el acrílico. Muy pronto verán los resultados.

 

 

 

 

 

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