Guillermo Iuso (Buenos Aires, 1963) dejó una vida como empleado en la casa familiar de electrodomésticos cuando tenía veinticinco años y se puso a pintar. Pero al cabo del tiempo se fue convirtiendo más bien en un escritor de cuadros actualizando, corrigiendo y desbordando el garabatismo Vivo Dito de Alberto Greco y los aforismos de Federico Manuel Peralta Ramos, Macedonio pop entre la filosofía y la publicidad. Si bien conoce el formato pos Guttenberg para los textos (sus libros para la editorial Mansalva), su intervención en el arte contemporáneo argentino dio como resultado una serie de objetos definidos como “blog de la edad de piedra” en una reseña sobre la muestra colectiva Superyo (2004) en Malba. El artista presentó entonces la serie Iusismo, con obras ubicadas a cierta altura del piso como para evitar la lectura de los menores de edad. En perspectiva, la obra de Iuso de entonces bordeaba lo que la sensibilidad ambiente de la segunda década del siglo XXI consideraría cancelable. Sus escritos, en efecto, parecían sentencias talladas en piedra sobre la vida intima de un sibarita en caída libre aupado por el son menemista. Lo eran también de toda una generación.
Con el tiempo, Iuso ha variado los soportes y formatos pero mantiene intacta la palabra que funciona como dibujo y concepto cerrado en sí mismo. No puede pensarse toda esta producción sino como un manifiesto en breves emisiones que se van acumulando en el tiempo, el espacio y desde que abrió en 2023 su cuenta de Instagram el ciberespacio. Casi inútil en materia tecnológica habrá que decir que es la tecnología la que tardó en encontrar el formato perfecto para Iuso y no al revés. Iuso no llega tarde a IG porque, fuera de toda intención, ya manipulaba el insumo básico de la red social: intimidad publica, imagen, texto.
A partir de esta producción es que se decidió invitarlo a responder una variación del cuestionario Proust (que nunca fue igual ni siquiera para el mismo Proust) que sostienen aun hoy revistas como Vanity Fair. La diferencia es que Iuso responde con palabras, claro, pero que son obras, objetos o la duplicación virtual de su mundo. El artista ha encontrado en su archivo las respuestas a cada una de las preguntas formuladas por El Ojo del Arte.
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?
¿Qué cambiaría de usted mismo si volviera a nacer?
¿El arte imita a la realidad o la realidad imita al arte?
¿Cuál es la virtud más sobrevalorada?
¿Qué le gustaría ser sino fuera Iuso?
¿Tiene sueños recurrentes?
¿Cómo definiría a su generación?
¿Cuál es su mayor temor?
¿Cómo cree que será recordado en 100 años?
