Santiago Bengolea pasa sus días dedicado full time al arte, desde su cargo al frente de Proa21 -espacio de arte experimental de Fundación Proa- y Smol, una cámara de proyectos que no tiene per se una finalidad comercial, sino trabajar en equipo junto a artistas para llevar adelante obras que no pueden realizar en otros espacios, y por el que ya pasaron Silvia Gurfein, Mónica Girón, Daniel Leber, Ariadna Pastorini, Res, Julio Grinblatt, Lucila Gradin, Marcolina Dipierro, Alexis Minkiewicz, entre otrxs, además de músicos, cineastas, performers y poetas. Curador independiente especializado en intervenciones site-specific, coordinó el Espacio Contemporáneo (2010-2017), creó y dirigió el Espacio Virtual RED galería junto a la revista digital Proyecto RED, y estuvo al frente de una serie de proyectos y muestras, formando parte del circuito de galerías privadas y museos como el MNBA o el Moderno, entre otros.
—¿Cuál cree usted que deben ser las claves para llevar adelante un espacio de arte hoy? ¿Cuál es el rol?
—Pienso que el trabajo en equipo es fundamental, que hay que escuchar todas las voces, que todos los actores de los proyectos tienen que ser considerados y llegar a un consenso.
—¿Cuáles son las búsquedas en los diferentes espacios que dirige, Proa21 y Smol?
—Antes que nada, quiero aclarar que en el caso de Proa21 trabajo con un equipo de coordinadores, la dirección viene desde la fundación Proa. El trabajo en las grandes instituciones marca esa jerarquía per se, después hay que organizarlo y llevarlo a cabo. En Smol, que es un proyecto totalmente autogestivo, colaborativo y cooperativo, todo es consensuado con mi socio Sasha Minovich y con los artistas que invitamos. Si bien ambos proyectos trabajan los procesos creativos de manera experimental, en Smol es mucho más íntimo, cercano y directo, dado que evitamos las trabas burocráticas y trabajamos directamente desde nuestro deseo y el de los artistas, eso nos da libertad. En cambio, en Proa21, se trabaja con un formato institucional y al ser una fundación tiene otro tipo de objetivos a cumplir.
—¿Cómo es ese proceso de búsqueda en Smol?
—Creamos un espacio donde prescindimos de los ornamentos, de las formas del sistema del arte. Un lugar donde los artistas, la institución y los visitantes se encuentren en un mismo plano, sin filtros, donde el tema sea la obra, la puesta en escena. No somos una galería comercial, sino una cámara de proyectos, y elegimos a los artistas con quien trabajar, para trabajar de manera colaborativa: desde la idea inicial hasta la fecha para mostrar ese resultado. Entonces, no presentamos muestras, sino el experimento de ese proceso. Por esta razón, no ponemos títulos, ni textos curatoriales, ni rangos ni cargos. Es la obra la que queda como centro de la escena.
—¿Cómo inciden cuestiones de agenda, como ambientales o de género, en la manera de encarar una muestra?
—Cada proyecto trae la influencia, impronta y voz de cada artista con quien trabajamos. Hay proyectos y artistas con agendas más alineadas con problemáticas actuales, así como también nos arriesgamos a realizar proyectos de disciplinas o lenguajes menos convencionales, proyectos inmersivos donde se cruzan lenguajes donde lo que prima es la belleza y lo visceral.
—¿Tiene alguna filosofía personal con respecto al abordaje artístico? ¿Cuál?
—Sí, como dije al principio, el trabajo en equipo. Mi ideal es que el arte se meta por los recovecos de todos los aspectos de la vida, desde que nos despertamos hasta el final del día, las decisiones que tomamos, las actividades que emprendemos y cómo vivimos nuestros días. Para eso estamos trabajando.
—¿Cuáles han sido los cambios más significativos que ha visto en el mundo del arte argentino a lo largo de su experiencia?
—Hace muchísimos años que trabajo en el medio, han aparecido y desaparecido montones de actores en la escena argentina. Creo que en muchos aspectos hemos madurado, pero simultáneamente, también, en otros hemos involucionado. En Smol por ejemplo, de un aspecto que encontrás regresivo o involusionante se trabaja por ejemplo en una reconstrucción de comunidad… que es algo afectivo, positivo, en la creación de vínculos de encuentros y re-encuentros para conversar y que por eso con Smol se trabaja mucho en la construcción del sentido de comunidad en la calle, en la vereda, con el barrio, con las diversas instituciones que son del barrio y con las personas amantes del arte que transitan por La Boca.
—¿Cuáles son los criterios para llevar adelante la selección de las muestras de un calendario?
—En el caso de Smol no aplicamos un criterio definido, sino que nos guiamos por empatías sensibles.
—¿Quiénes son sus artistas favoritos (pueden ser actuales o para atrás) y por qué? ¿Hay alguna vanguardia o movimiento en especial que sea su preferida?
—No soy de seguir modelos estereotipados; si bien considero que hay montones de genios a lo largo de la historia del arte, nombrar alguno sería incompleto.
—¿Cuál ve que es el espacio de los museos y espacios culturales en la sociedad actual, qué se podría mejorar para atraer mayores o nuevos públicos?
—El trabajo individual de las instituciones en la Argentina, ante la magnitud de una gran ciudad, es minúsculo. El medio está formado por satélites inconexos, es decir, hay desconexión entre los agentes del arte. Tampoco adhiero a los aglutinantes de estas instituciones. Deberíamos estar más en conocimiento del trabajo de nuestros colegas; los espacios de difusión del arte son muy pequeños, siempre están escondidos en suplementos o blogs o sectores separados de los cuerpos de los diarios; aparte, hay muy pocos programas de televisión dedicados a la difusión de arte, si es que aún los hay. Al haber tan pocos medios de difusión, eso obliga a que en general sean cubiertos los grandes eventos, invisibilizando el momento de efervescencia de los artistas. En el caso de las redes sociales, en general veo una dificultad en cómo son aprovechadas y se deberían explotar más.
—¿Qué representa el arte hoy en su vida? ¿Cómo comenzó a gestarse su relación con el arte?
—Me dedico full time a mi trabajo, mis amigos son artistas y convivo con montones de obras en mi casa. Siempre sentí una atracción por las expresiones artísticas y tuve bien definido que a eso me quería dedicar. Hace muchísimos años que estoy involucrado con el medio desde distintos ángulos, el proyecto de Smol es una conclusión de toda esa filosofía, aunque todavía me queda mucho por delante.