Alimaña, de Enrique Carbajal

La obra metálica del reconocido artista mexicano, un exponente mundial de la escultura monumental, es una pieza poco conocida ubicada en uno de los puntos neurálgicos porteños.
Por Martín Sassone

 

Es probable que Alimaña, la obra del artista mexicano Enrique Carbajal, sea de las esculturas más desconocidas y menos contempladas de toda la ciudad de Buenos Aires, pese a su ubicación privilegiada, por la que pasan miles de autos por día y también cientos de runners y ciclistas. Tal vez las plantas que la rodean no ayudan a que se pueda ver más o, simplemente, porque su forma abstracta no llama mucho la atención. Sin embargo, al conocer su título que alude a una criatura, hace pensar en una especie de cangrejo o escorpión agazapado entre la vegetación. Sea lo que sea, la escultura se mantiene como otra pieza de la variada oferta artística que ofrece CABA.

Ubicada en la Plazoleta Agustín Bardi, en La Pampa y Avenida Figueroa Alcorta, la obra está justo en el centro de una especie de triángulo que conforman el Lago Regatas de los Bosques de Palermo, la Planta Potabilizadora General San Martín de AySA y el fin de la zona habitable del barrio de Belgrano.

Se trata de una obra de metal pintado, sobre base de mampostería, de 3,60  metros de largo x 2 de alto y 1,64 de ancho. Fue donada por la Embajada de México y aceptada por la Ordenanza 48.311/94, promulgada por Decreto 2039/94.

Enrique Carbajal nació el 16 de noviembre de 1947 en Ciudad Camargo, estado de Chihuahua y es uno de los máximos exponentes de la escultura monumental. Comenzó sus estudios profesionales en 1965 cuando ingresó a la Academia de San Carlos. A lo largo de su trayectoria profesional realizó un promedio de cuatro exposiciones individuales anuales. Con más de 300 muestras colectivas y alrededor de 50 esculturas monumentales su producción artística como escultor, se complementa con obra gráfica, además de diseñar joyería, muebles y objetos diversos.     

A comienzos de los setenta adoptó el nombre artístico de Sebastián debido a una serie de señales que fue recogiendo en esa época. La primera fue mientras estudiaba en la Academia y se quedó dormido en una clase. El maestro que daba el curso de pintura lo tomó de modelo, como un San Sebastián de Botticelli. Un par de años más tarde, en una cena el poeta Carlos Pellicer le dijo que parecía “salido del Sebastián Botticelli" y poco después una periodista francesa lo describió como un Sebastián de Mantegna. 

En México existen esculturas monumentales de su autoría como: Cabeza de Caballo, conocida como El Caballito de Sebastián, ubicada en el Paseo de la Reforma; La Puerta de Chihuahua, La Puerta del Sol y El Árbol de la Vida en Chihuahua; La Puerta de Monterrey y La Fuente de los Lirios, en Monterrey; entre muchas más. Con Alimaña Sebastián desembarcó en Argentina, aunque sin mucho reconocimiento ni distinción alguna, pero eso no le quita mérito a un artista que además tiene obras diseminadas por todo el mundo, desde Cuba, Colombia y Uruguay hasta Estados Unidos, Canadá, Japón, China, Francia, e Israel. 

 

 

 

 

 

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