El choque de los dos mundos causó fuertes intercambios culturales, sociales, económicos, y como se presentan en esta muestra se pueden comprender a partir del tráfico de las obras de arte llegadas desde el mundo hispánico al viejo continente. Tras la conquista de América se obtuvieron muchos objetos, nuevos conocimientos botánicos, importantísimas modificaciones alimenticias, y sobre todo se generó un nuevo arte. Este cambio era inminente, a pesar de tener como objetivo principal la catolización, la fusión de la mano de obra indígena para realizar las representaciones religiosas dio lugar a nuevas formas de representación.
Imagen de la sala de la exposición Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España.
La muestra fue organizada por el curador Rafael López Guzmán quién dividió las salas en cuatro partes con ciento siete obras que reflejan la hibridación de las dos orillas. Las salas bajas dedicadas exclusivamente a comprender el urbanismo y las distintas funciones de comercio, tales como el puerto de Sevilla donde ocurrían todas las partidas y llegadas. La primera sala se enfoca en la geografía de América, la planificación de las ciudades (en cuadrículas o dameros) y la segunda consiste en las imágenes de culto y las representaciones de ida y vuelta.
Biombo de la Conquista de México y La muy noble y leal ciudad de Méxicoh. (1675-92).
Óleo y pan de oro sobre lienzo montado en una estructura de madera, Madrid, colección particular.
Los otros dos espacios muestran las distintas iconografías religiosas fusionadas con el culto prehispánico, en donde surgen los materiales y las técnicas adoptadas tras la llegada de los españoles. Al tratar de imitar las representaciones religiosas, surgen nuevos sincretismos como la trinidad trifacial, la virgen de Guadalupe, la primera santa americana: Santa Rosa de Lima, la virgen de Copacabana, y los ángeles arcabuceros, entre otras.
Ángel arcabucero mariano. Obrador peruano, 1760. Óleo sobre lienzo, 161 x 103 cm.
Sin embargo una de las cuestiones relevantes en esta hibridación cultural exhibida en Tornaviaje es que además hay una impronta africana y una pequeña parte de oriente que proviene del galeón de Manila, y esto se puede ver en las telas, los ornamentos y trajes que llevan los protagonistas de varias obras. Los tres mulatos de Esmeraldas realizado en 1599 por Andrés Sánchez Galque, representa uno de los primeros cuadros firmados por un indígena formado en una de las escuelas de vital importancia para el desarrollo artístico: la Escuela de Artes y Oficios de Quito fundada por los franciscanos. Esta obra muestra la complejidad donde se une lo africano, lo propio del mundo español y prehispánico.
Los tres mulatos de Esmeraldas, Andrés Sánchez Galque, 1599. Óleo sobre lienzo. 92 x 175 cm.
Cabe destacar que hay una importante recuperación patrimonial ya que para esta exhibición se restauraron más de veinte piezas que no estaban bien conservadas y esta propuesta del Museo del Prado repercute en las obras una vez devuelta a sus lugares de origen. Las imágenes se redefinen con las técnicas surgidas del nuevo mundo, como los objetos con plumas para los tocados que, con la llegada de los españoles, comienza a aparecer la mitra para los obispos realizada con plumas de distintos pájaros. Las obras servían como doble acción didáctica, por un lado para “educar” a las nuevas poblaciones en las prácticas religiosas, y por otro lado las que llegaban a España servían de cuadros informativos mostrando los alimentos encontrados como el pavo, las frutas exóticas y los paisajes, todos estos con carteles que explicaban qué era cada cosa.
Las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe de Juan Patricio Morlete Ruiz del Museo Catedral de Santiago de Compostela.
Asimismo, estos intercambios artísticos no fueron pacíficos y generaron en primer lugar una guerra de imágenes a partir de 1496 cuando los indígenas se apropiaron de las imágenes cristianas y las enterraron. Los castigos eran muy sangrientos y terminaban con la muerte de muchos de ellos. En la muestra no se tiene una mirada total de lo que tuvo que suceder para que esas obras llegaran a España. Hubo un aniquilamiento sistemático de los ídolos de los pueblos originarios que fueron sustituidos por los religiosos españoles una vez colonizados. Este feroz sometimiento no deja de hacernos pensar a Tornaviaje como un mero intercambio estético y no un proceso de invasión y colonización sangriento hacia América.
