Retratos extraordinarios: el enigma de Pisanello

Algunas de las principales maravillas del retrato durante el Renacimiento fue acentuar los símbolos de poder e idealización en la belleza de los protagonistas. Pisanello destaca ambas partes en la obra “Retrato de una princesa de la Casa de Este”.
Por Olivia Grimoldi

 

El artista Antonio di Puccio conocido como Il Pisanello (1395-1455) se destacó por sus retratos y por ser uno de los principales medallistas italianos. Los retratos renacentistas se enfocaron en remarcar una individualidad de cada persona, dejando de lado lo sagrado o lo religioso. Al principio la forma de representación era de perfil y tenía relación con la moneda clásica, que era el modelo de la antigüedad.

Entre sus medallas más famosas se destacan las de Gianfrancesco Gonzaga y la de Alfonso V de Aragón. Durante el Quattrocento todas las obras eran exclusivamente renacentistas, sin embargo hubo algunos artistas como Pisanello que mantuvieron sus formas góticas. El pintor inició su carrera en Verona y trabajó de 1415 a 1420 con el maestro Gentile da Fabriano (1370-1427). Al tener que terminar unos frescos que éste dejó en San Juan de Letrán en Roma, Pisanello adquirió una reputación y un respeto artístico que le permitió trabajar con importantes cortes italianas. Estuvo vinculado a grandes familias en distintas ciudades como Ferrara, Verona, Mantua y Nápoles. 

Durante su paso por Ferrara, realizó varios encargos para la Casa de Este, la familia aristocrática que gobernaba en ese entonces y conocida por ser de gran importancia entre los mecenas del arte como los Medici y los Sforza. Allí pasó un buen tiempo por lo que no solo realizó esta obra, sino también una medalla del marqués Leonello d´Este. Sin embargo, su Retrato de una princesa de la Casa de Este tiene dos incógnitas: por un lado, los historiadores no se ponen de acuerdo con la fecha de creación y la establecen entre 1433 y 1440, y por otro, el enigma consiste en saber la identidad de la retratada. Muchas teorías sostienen que se trata de una noble italiana que falleció joven y según algunos símbolos que aparecen se buscó su identificación. En la rama de enebro (ginevero en italiano) se alude al nombre de Ginevra de Este, la cual falleció a los veintiún años tras una grave depresión tras la muerte de su hijo. Asimismo, se considera que también puede tratarse de su hermana gemela Lucía de Este quien también murió joven sin dejar descendencia. Existen teorías que dejan como protagonista a la esposa del marqués de Ferrara y duque de Módena y Regio Leonelo de Este, Margherita Gonzaga, quién falleció un año después de dar a luz. 

 

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Retrato de una princesa de la Casa de Este, entre 1433 y 1440.

Témpera sobre madera, 43 x 30 cm. Paris, Musée du Louvre.

 

Más allá de la identidad de la joven, los símbolos de poder se destacan en el vestido, el peinado y la frente depilada (moda florentina del siglo para las mujeres de la nobleza). En cuanto a lo pictórico, es una reinterpretación del retrato moneda, con esa pose de perfil, que recuerdan los bustos de las monedas fundidas en la antigüedad, lo que generaba mayor prestigio social. Aunque una de las obras de este estilo más famosas y relevantes del Quattrocento en Italia es el Díptico de los duques de Urbino, realizada por Piero della Francesca en 1472, actualmente conservado en el Museo de los Uffizi en Florencia. Es importante resaltar que el de Pisanello es anterior a esta creación y está basado en las mismas dimensiones estéticas. 

En la obra los tres colores principales son el blanco, el rojo y el verde, asociados con la fe, la caridad y la esperanza. Pisanello, influenciado por lo ornamental y una simplificación de los volúmenes, nos deja ver cómo sólo con los contornos evoca un juego casi de bajorrelieve al retrato de la joven, que le da un aspecto de tallado o dibujado en lugar de pintado. Con un fondo oscuro repleto de vegetación y un seductor juego de colores entre lo floral y las texturas del vestido, al ser tan minucioso en los detalles, permite que se identifiquen por primera vez en la historia del arte las siguientes mariposas: Vanessa atalanta, Papilio machaon y Colias croceus. Este detalle de la realidad da lugar, unos años más tarde, a la extensa y desarrollada guía botánica de la obra La primavera de Botticelli.

Asimismo, este fondo oscuro permite resaltar aún más la pureza de la joven retratada con los tonos claros y brillantes en la piel totalmente idealizada. En cuanto a los símbolos, las mariposas representan al alma y entre las flores se reconocen las aguileñas, que refieren al matrimonio o la muerte –por lo que podría ser también un retrato post mortem-. En 1863 la obra fue comprada por 30000 francos y adquirida por la colección de arte permanente del Museo del Louvre, donde se puede apreciar actualmente. 

 

 

 

 

 

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