Delia Cancela: "Quiero pensar que nosotros somos naturaleza"

Fue parte de la ebullición del Instituto Di Tella en los sesenta. Con su espíritu jovial intacto, inaugura una muestra en la que trabajó sobre la obra de Raquel Forner, que evoca la destrucción que le hemos infringido al planeta.
Por María Paula Zacharías

 

Delia Cancela trabaja todos los días para la próxima muestra que va a inaugurar en Colección Amalita, junto con Sofía Torres Kosiba y el dúo Chiachio&Giannone. Audaz y romántica, la obra de Delia Cancela tiene una eterna impronta juvenil, aunque pasó las ocho décadas, que no aparenta. Es parte de la generación de artistas de los años sesenta vinculados al Instituto Di Tella. Su obsesión más reciente son los pájaros, pero en su mundo entra toda la naturaleza, a la que observa a prudente distancia, con mezcla de respeto y devoción... como se observa aquello que se ama.

 

–¿Qué estás preparando para el Fortabat?

–Empezamos pensando un tema en común, pero después se fue diluyendo. Tenemos tres espacios, y somos cuatro cabezas, cuatro corazones y tres artistas. Estamos trabajando con los artistas de la colección del museo. Yo elegí a Raquel Forner. La obra que está en el museo es la cabeza de una mujer que está mirando para arriba, con esos ojos que pintaba Forner, muy expresivos, y encima tiene un pájaro. Es una pintura muy pequeña. Me gustó mucho. Va muy bien con mi comienzo de la serie Los pies en la tierra, los ojos en el cielo.

 

–Te preocupa la Tierra.

–Yo no soy una ecologista. Yo, en realidad, a la naturaleza le tengo miedo. Le tengo mucho respeto. Lo que no quiero es trabajar con esta idea de que soy un ser humano y miro la naturaleza como ser humano; lo que yo quiero es pensar que nosotros somos naturaleza. Ya venía trabajando también con las mujeres botánicas, que para mí se asemejan mucho a las mujeres artistas: eran muy atrevidas.

 

–La obra que vas a presentar, ¿está hecha especialmente para esta muestra?

–Sí. En Cañuelas presenté una obra en un rollo de tela de un metro y medio. Luego, seguí trabajando en eso hasta los nueve metros. Y me enfermé. Porque soy una loca obsesiva que creo que tengo veinte años y mis cervicales no aguantaron. Seguí trabajando con las mujeres de Forner que están en la naturaleza, con los árboles. También con esa otra parte de la guerra, que relacioné con lo que a mí me interesa, que es este momento de destrucción que le hemos infringido a la naturaleza. Empecé a mezclar todo eso en una instalación con esos nueve metros de tela. Después hice una video performance con Inés Efron, que es muy parecida a mí cuando era jovencita. La filmé en el campo, partiendo de mis dibujos de mujeres desnudas en la naturaleza. Voy a seguir con aquella obra enrollada, y si no la termino, no termino. No toda la obra tiene que estar terminada. Estoy pensando los colores que va a tener la sala y mandando a enmarcar dibujos.

 

–¿Salís mucho estos días?

– No estoy yendo a muestras. Me canso y no me puedo cansar porque quiero trabajar. Veo gente cuando viene para acá. Tomo algo con alguien, desayuno, y después me meto a trabajar otra vez.

 

–¿Trabajás mucho?

–Por el problema de las cervicales después de la filmación no me podía ni levantar de la cama. Tenía unos dolores de cabeza tremendos. No podía trabajar, así que me concentré en el video porque no me tenía que mover. Edito y me encanta. Quiero hacer otra filmación. Éramos diez en el equipo. Salimos a las 6:30 de la mañana para ir al campo. Paré una hora para almorzar y volvimos a las 21:30... se me fue la mano. Soy como una vedette en escena: cuando estoy en el escenario sigo adelante como si no me pasara nada y después lo pago.

 

–Es la energía creadora.

–Yo me creo joven. Lo hablábamos el otro día con Gisela Asmundo, a propósito de la Reina Isabel, que era un alma joven. Esa mujer, a pesar de todo, a mí me dio mucha pena su muerte, porque se acabó una era. Nos marcó. Yo lo sentí, porque a mí me caía muy bien. Era el símbolo de un país, por más que estoy en contra de un montón de cosas. Ella estuvo ahí y sostuvo todo. Pienso que existen las almas jóvenes. Y hay jóvenes con alma vieja.

 

–Vi una obra hermosa tuya en el CCK, en la muestra del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes que se exhibe en la Gran Lámpara. Pero me retaron cuando empecé a mirar la revista.

–¡Qué ridículo! Hay un montón de revistas atadas, pero se deja una para que la gente la pueda mirar. Son 500 copias, no son originales, no pasa nada. El otro día me preguntaban cómo definir mi trabajo. Y, volviendo al video, yo dije: lo mío es poesía. Yo lo siento así porque para mí Raquel Forner en su obra también es poesía. A mí siempre me gusta meterme en los libros, buscar, ver, y ahora estuve buscando un poema de Percy Shelley que habla de la alondra. Lo tenía en inglés, lo encontré en francés y al final también en español. A mí me sirve muchísimo eso. Después no sé si lo voy a usar. Tiene mucha relación con lo que yo hago.

 

–Te inspira.

–Sí, me inspira. Ahora me inspiran los pájaros. Estuve haciendo muchos dibujos de mujeres pájaros. Creo que me falta hacer un montón. Me regalaron dos libros de pájaros y yo me compré otro en París de fotógrafos que captaron aves en movimiento. Pero bueno, como te decía, no soy una persona atrevida, como las botánicas de 1700 que se iban en medio de la selva, claro. Yo miro la naturaleza desde mi lugarcito.

 

 

 

 

 

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