Germán Barraza: “El curador es un fenómeno de época”

El director artístico de Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat repasa sus comienzos en la institución de Puerto Madero, las decisiones curatoriales, el rol pedagógico del museo y su predilección por Berni.
Por Juan Gabriel Batalla

 

Antes de su apertura, en 2008, Germán Barraza ya estaba vinculado a la Colección Amalita. Entonces, trabajaba “haciendo de todo, desde el mobiliario al montaje de muestras” hasta que, en 2012, fue nombrado director artístico. En ese sentido, ha sido parte de cada una de las etapas del desarrollo de la institución y, en este diálogo, reflexiona sobre los cambios que se han producido en el espacio de Puerto Madero, desde que abrió sus puertas para exhibir la colección de Amalia Fortabat, hasta la actualidad, en que además de la muestra permanente se presentan artistas contemporáneos.

Formado en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, actual UNA (Universidad Nacional de Artes), Barraza se ha desempeñado, además, como profesor de pintura y docente en las materias de Historia de la Cultura e Historia del Arte Contemporáneo en diferentes instituciones educativas. Como director artístico, organizando y produciendo las exhibiciones temporarias que comenzaron en 2013 como Aizenberg, trascendencia/descendencia; Berni y las representaciones argentinas en la Bienal de Venecia; Luis Fernando Benedit; Luis Felipe Noé; Rapsodia inconclusa de Nicola Costantino; Un artista del pueblo de Marcelo Pombo, entre otras.



-¿Cómo ha ido cambiando el espacio desde los inicios hasta hoy?

-El espacio se inauguró en el 2008 con toda la colección de Amalita exclusivamente, una colección muy amplia y que era una novedad, ya que no se había visto en su conjunto. Se sabía que tenía esta obra u otra, pero nunca se la había visto completa. Inauguramos con la colección permanente y eso duró un par de años, con algunas actividades o programas públicos. Y luego el gran quiebre fue a partir del 2013, con las muestras temporarias que iniciamos un calendario.

 

-¿Cómo se articulan? ¿Tienen algún esquema sobre qué tipo de muestras quieren como temporarias?

-Sí, es un esquema que manejamos internamente, no explícito, pero que venimos conversando desde el inicio. Tenemos una gran colección, entonces comenzamos con artistas vinculados de alguna manera a ella. Luego, se fue expandiendo e incorporando otras propuestas. Y hubo ahí un momento de quiebre, quizás bisagra, que fue cuando empezamos a trabajar con los 90, con la muestra de Marcelo Pombo. En el 2015 tomamos esa dirección vinculada a los 90 y fue lo que, de alguna manera, llega hasta hoy. Por un lado esa etapa no estaba tan explotada y ahí encadenamos grandes proyectos, como fue la muestra de Mujeres en el Rojas y presentamos a otros artistas que también estaban vinculados a esa época. La programación se va armando con un mix de la dirección en la que queremos ir y hacemos también algunas muestras históricas más de investigación y colectivas. Después empezamos a trabajar, desde hace un par de años, con algunos artistas que no han tenido representación en el medio o que no están en los libros. Uno fue Santiago García Sáenz, y ahora hace poquito, Emilia Gutiérrez; es decir, artistas que estuvieron por ahí en el medio, pero quedaron en los márgenes de lo que es la historiografía. Nosotros igual no somos de armar un calendario cerrado, ya que recibimos proyectos de todos lados, nos vamos nutriendo también con posibilidades, no solo de lo que pensamos. Cuando digo nosotros internamente hablo de mi equipo, con Patricia Caramés, que es la curadora de la colección, y después todo un consejo de administración que avala las propuestas y los cronogramas. No solo son nuestras cabezas, sino también que a veces aparecen proyectos que nos van acercando. Y algunos no tienen cabida en esas líneas, pero otros sí, y nos enriquecen también el programa.

 

-¿Cuál crees que es el rol que tiene hoy un museo, un espacio, una fundación de arte?

-Creo que el rol fundamental está vinculado a lo pedagógico y a la difusión. Me parece que son espacios de difusión, para acercar propuestas o artistas o momentos que hay que hacerlos visibles. Somos una colección eminentemente de arte argentino, entonces consideramos que hay que seguir haciendo hincapié en eso, mostrando los artistas de distintos períodos, siempre con la idea de dejar algún contenido que pueda ser de enseñanza o que pueda servir a otras generaciones, artistas o públicos. Yo creo que ahí es donde gira un poco nuestro objetivo. Obviamente también está el tema de que es un espacio abierto al público de entretenimiento en algún punto. A veces “entretenimiento” parece que es una mala palabra en este ámbito, pero éste es un espacio donde vas a pasar un rato, donde viene la familia o grupos a conocer y pasar una tarde y también eso, si bien no es un objetivo que implique que tomemos determinadas decisiones, está presente y uno también tiene que brindarles la posibilidad de que sea accesible y que la gente pueda pasar una tarde recorriendo la colección y llevándose algo agradable que pueda ser recordado.

 

-Desde hace un tiempo, los museos están atentos a nuevas perspectivas en torno a cuestiones de agenda, ambientalismo, género, minorías, ¿cómo trabajan desde estos temas?

-El arte ha sido uno de los puntos donde más se desarrolló todo lo que tiene que ver con géneros, con lo inclusivo. Hubo propuestas y agrupaciones que vienen trabajando ya hace tiempo, quizás antes que empezaran a aparecer en los medios masivos. Como institución tratamos de sumarnos a eso e incluso producir cambios internos. Hicimos todo un programa con el Gobierno de la Ciudad y el Gobierno Nacional vinculado al turismo que se llama “Sello Igualdad”, en el cual dentro de esas pautas está justamente dar información al personal de todos los temas de inclusión, de género y de violencia de género. Y obviamente también sobre lenguaje inclusivo. Es decir, toda una serie de pautas que fuimos presentando y nos certificaron con ese sello. La idea es ir aprendiendo e incorporar todo. No es fácil porque hay estructuras que son muy antiguas o a veces rubros o medios que son más difíciles, pero tratamos de ir ajustando poco a poco la institución a todos esos temas que están en agenda y que además en el medio artístico están hace mucho tiempo. Dejamos abierto el camino para que el autor o el curador, cuando escribe un texto lo escriba como quiera. Nosotros usamos una fórmula en nuestras comunicaciones oficiales e institucionales, que incluye a todo el mundo, pero dejamos también abierto si se usan la X o la E en algunos textos.

 

-Con respecto a la selección de lo que van a hacer las muestras a lo largo del año, ¿es un tema que está presente?

-Sí, por ejemplo, hicimos una muestra que tenía que ver con eso que se llamaba Mujeres en el Rojas. El grupo del Rojas estuvo marcado por algunos artistas, pero hubo muchos más. Entonces esa muestra que se hizo con la curaduría de Fran Lemus en 2019 tenía que ver con reivindicar a esas mujeres que en ese momento quedaron en un segundo lugar. Se busca también cierta paridad en la programación, obviamente, y que estén representados todos. Porque está la cuestión de cómo cambiar lo que no tengo. La Colección está armada en una época y no hay mucha presencia femenina, es una colección cerrada. Entonces de alguna manera suplimos esa falencia de representación, con las propuestas de las muestras temporarias.

 

-Y ya a título personal, ¿cómo interpela tu propio gusto, tu propio interés en lo que es el armado? ¿Cómo es esa relación entre el curador que es director de un museo y que al mismo tiempo tiene la posibilidad de armar muestras?

-En estos años en que fuimos armando la programación, siendo honesto, obviamente uno empieza con lo que más le gusta o tiene más interés y de a poco en el trabajo profesional y en el día a día vas incorporando otras cosas. En este caso con Patricia Caramés, que es la curadora, ya empezamos a reelaborar la programación más allá de los gustos, sino con estas líneas editoriales que antes mencionaba. Obviamente hay algún artista que decís “en mi vida personal no me gusta mucho, nunca lo hubiera hecho”. Pero también a veces te sorprende y me ha pasado, debo reconocerlo, de que de repente un artista no lo tenías o lo tildabas por prejuicios o por mala información o ignorancia, y de repente lo descubrís y encontrás algo nuevo. Entonces no te puedo decir que no incide el gusto, pero creo que en la medida que vas trabajando lo vas dejando de lado. Cuando estudiaba en la Pueyrredón, uno de los artistas que estaba en el momento y que era el ídolo de muchos era Carlos Alonso. Me acuerdo de haber visto la muestra El pintor caminante en el Museo de Bellas Artes y después encontrarme esas obras acá. Cuando vine y empecé a trabajar la colección fue una emoción impagable, porque eran esas obras que uno las veía cuando estaba estudiando, formándose y de repente encontrarlas, verlas y poder exponerlas… Y después de no exponer en Buenos Aires por muchos años pudimos hacer una antología de Carlos. La verdad fue fantástico. Y ahí sí, la emoción y el gusto aparecieron e igual nos queda la satisfacción que después se le hizo la retrospectiva en el Bellas Artes. 

 

-Además de Alonso, ¿qué otros artistas te gustan, sean contemporáneos o modernos?

-Me gustan muchos artistas de mediados de siglo y de la última época. Hoy por hoy no es un artista que esté en el radar y además quizás con cierta, no sé si polémica, pero ha quedado un poco en el olvido es (Cesáreo Bernaldo) de Quirós. Es un artista que realmente tiene obras muy potentes. Berni me sigue interesando, lo veo ahí todo el tiempo en la colección, ya que tenemos mucha obra; o también Benedit. Me gustan esos artistas del hacer, de estar ahí metidos. Como Yuyo Noé, que sigue trabajando, tiene 90 y está presente. Me emociona esa actitud y ese trabajo.

 

-¿Cuál es tu obra favorita de la Colección y por qué?

-Hay una obra que por la historia que tiene, por lo que fue moverla, traerla y después todo lo que se trabajó. Es una obra que yo la tengo identificada, y eso que tenemos grandes piezas en la colección, que son highlights internacionales y me gustan y podríamos charlar de esas piezas y la importancia que tienen, pero emocionalmente creo que elijo a una de Berni, que es Domingo en la chacra. No me preguntes por qué, pero cuando a veces tengo que elegir alguna para difusión, siempre la mando. Y es una obra que tiene una historia atrás, desde la adquisición, desde que acompañó a Berni, porque nunca la vendió en vida. Es autobiográfica en parte. Es una obra que yo siempre la tengo como uno de los puntos fuertes de la colección argentina.

 

-¿Qué representa el arte hoy en tu vida?

-Es mañana, tarde y noche. Me formé en esta carrera más práctica y empecé a hacer gestión y luego a trabajar un poco con la programación. Y hoy es todo. Es muy difícil a veces decir solo “dejo el trabajo y me voy a casa”, porque eso no funciona más cuando uno hace lo que quiere. Es 24/7, como dicen. Y es mi familia. Por ejemplo, mi hija cuando era chiquita venía, pegaba cartelitos los sábados porque había que hacer un montaje y estaba acá al lado mío.

 

-¿Cómo te llevás con el arte contemporáneo? Me refiero a la cuestión de una abstracción que necesita muchas veces de un texto curatorial para que el público le pueda dar un sentido.

-Es algo que tenemos presente cuando las propuestas van avanzando. Hemos tenido proyectos más crípticos, más cerrados en cuanto al público general. Desde nuestra postura como institución siempre tratamos de darle un poco más de información para que ese público tenga un acercamiento a la obra que por ahí a priori le resultaría muy difícil. En lo personal creo que hoy el arte va por esos canales. Soy defensor también de eso, pero me parece que falta mucha información. Hablaba antes de difusión y pedagogía y creo que eso es un trabajo desde los museos de las instituciones culturales, desde la formación con las instituciones educativas de arte, para ir ampliando ese público. Es difícil. Y si a nosotros a veces nos pasa que hay muestras que tienen más público y son por ahí las más accesibles, pictóricas, y las otras cuesta un poquito más. En lo personal doy clases y todo el tiempo estoy en esa línea tratando de que el quehacer esté en función también de una investigación, un trabajo, un concepto. Porque el arte hoy por hoy gira en esos términos. No puedo dejar de reconocer lo que decís. Le cuesta al público más masivo introducirse en esas muestras y hay que ir dándole algunos elementos. Creo que falta mucha más información y trabajo sobre eso.

 

-Siguiendo con lo contemporáneo. Desde hace un tiempo ya se produjo un desplazamiento que colocó al curador sobre la figura del crítico o el historiador, ¿cuál crees que es la importancia del curador dentro de una muestra? ¿Estás de acuerdo con la importancia que tienen?

-Hoy es un fenómeno con el que tenemos que convivir. Hay artistas de generaciones anteriores que vivieron otra época y por ahí no están tan de acuerdo. Los artistas de hoy ya lo aceptan. Además, está también el cruce de artistas- curadores. Se empieza a dar cada vez más eso también. Entonces es un fenómeno de época que creo es importante. Hay muestras que no se pueden concebir sin un curador que investigue ese momento, ese artista. Es decir, ahí el curador suplió al crítico de arte, al historiador y es el que está armando esas investigaciones. Creo que esas muestras no son posibles sin esa figura. A veces el curador entra en tensión con los artistas cuando son muestras monográficas de artistas vivos. Y ahí depende un poco hacia donde va la muestra, cómo se desarrollan esas tensiones o cómo se canalizan. Son tensiones lógicas, de opiniones y personas distintas. Entonces se empiezan a dar esas dinámicas, donde es necesaria su figura, ya que en la difusión tiene que haber una figura que pueda dar una palabra. No quiero decir que todos los curadores lo hacen, pero por lo menos en la pretensión nosotros tratamos de que sea parte de esa difusión, de generar un contenido, de dar una explicación, de acercar eso por ahí muy críptico a alguien que no está tan embebido en el medio. A veces esa figura la suple el mismo artista con la función, hemos tenido artistas que después curan muestras y lo hacen muy bien. Entonces podemos discutir hasta qué punto debería ser la mano del curador. En una muestra histórica colectiva es muy difícil porque lo está haciendo él. En el caso de un artista, ahí podríamos decir dónde ponemos el límite. En ese caso, en general nosotros, es un límite consensuado, de discusión, de charlar y llegar a una resolución que contente a todos.

 

-¿Qué crees que los museos argentinos deberían mejorar con respecto a otros que has visto por el mundo? ¿Dónde crees que tenemos nuestro mayor déficit?

-No sé si compararlo con instituciones de afuera, diría que en el medio argentino los museos trabajan mucho. Me pasa a veces que no sé si está todo el medio articulado. Creo que en las últimas épocas hay una mayor articulación entre las instituciones, incluso con proyectos comunes o trabajo en común, pero me parece que ahí es una línea que hay que seguir profundizando. Después hay un tema con las instituciones, privadas y públicas, donde quizás haya que definir más la misión. Antes hablaba del arte argentino nuestro, como materia para nuestras propuestas. Habría que ver cada institución cuál es el rol que tiene que cumplir de acuerdo a su fundación, y no por ahí repetir las mismas propuestas en distintos lugares porque no sé si eso contribuye. Creo que hay algo de eso y para mí el trabajo consiste en seguir esto, este trabajo que se está viendo en algunos proyectos comunes o eventos que nos cruzan a todas las instituciones. Creo que si profundizamos en eso van a salir cuestiones que también van a mejorar todo el medio. Tengo quince años acá y por ahí cuando comencé, te diría, que no tenías tanta información o no se trabajaba en conjunto. Hoy cada vez se ve más de eso. Me parece que está bueno y creo que si seguimos en ese camino va a estar muy bien.

 

 

 

 

 

 

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