Canto al trabajo, de Rogelio Yrurtia

Es uno de los monumentos más imponentes de la ciudad de Buenos Aires a cargo del “Rodin argentino”. La escultura de Yrurtia es considerada su obra cumbre.
Por Martín Sassone

Ubicado frente a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, entre la Avenida Paseo Colón e Independencia, la obra Canto al trabajo de Rogelio Yrurtia, el escultor argentino más importante del siglo XX, representa el esfuerzo humano en su afán de progreso y la dignidad que le da el trabajo.

Yrurtia nació en 1879 y como escultor fue uno de los representantes de la tradición academicista en el país. Aprendió su arte con grandes maestros como Lucio Correa Morales, Julien y Jules Félix Coutan, y gracias a una beca estudió en París, donde vivió durante veinte años y produjo buena parte de su obra. En 1911 obtuvo el Gran Premio de Honor en la Exposición de Arte de Barcelona gracias a su escultura en yeso Serenidad. Entre 1921 y 1923 fue profesor de la Academia Nacional de Bellas Artes, y académico desde 1939. Murió en 1950 y desde entonces se lo suele llamar el “Rodin argentino”.

Canto al trabajo se emplazó en 1927 en la Plaza Dorrego, pero desde el 12 de Mayo de 1937 se la ubicó en la plazoleta del barrio de San Telmo. La obra articula catorce figuras humanas de bronce de tamaño dos veces y medio el promedio de una persona y es una suerte de oda a la dignidad del trabajo humano. Las cinco siluetas que marchan adelante representan a la familia: el padre, que avanza en actitud serena y de espera; la madre, que mira a lo lejos como escudriñando el futuro de sus hijos; y los tres niños, símbolos de esperanza.

Sobre su propia creación, que fue declarada Monumento Histórico Nacional en 2019 por el Decreto 769, el artista advirtió: “Representa un esfuerzo único en la historia de la escultura, por la magnitud de las figuras, la complejidad y grandeza de la obra que la inspira”. El escultor también vinculó su obra con el enaltecimiento de la figura de la mujer: “Su verdadero significado es un canto al amor, una representación de lo que la mujer significa en la vida de los hombres, como sostén, como alegría y esperanza en la lucha. Así le sabe llevar la angustia (grupo último) al triunfo con la familia (grupo primero) que contempla la alegoría de la esperanza con los tres felices niños. El Canto al trabajo, creo pues, enseñará el culto que debemos a la mujer, única inspiradora de nuestros nobles gestos”. 

Un análisis detallado de la maqueta que el escultor le presentó a la intendencia que encargó la obra, remite a la temática de las procesiones de los sarcófagos de la Antigüedad clásica e incluso a los cortejos en honor a Baco, donde los hombres exultantes acompañan el carro tirado por animales. Sin embargo, una nueva revisión permite identificar a cada una de las figuras del grupo con ciertas esculturas presentadas por Yrurtia en su exposición de 1905. Así, las tres figuras masculinas se corresponden con aquellas de la Maquette de monumento, la figura femenina con un paño al aire se relaciona con Victoria, y finalmente, el grupo de una mujer con un niño, se vincula a Maternidad.

Merecería estar en el Museo Metropolitano de Nueva York. Siempre me impresionó la fuerza fantástica que tiene. En la época en que iniciaba mis estudios en plástica, me detenía frecuentemente a observarla. Incluso he detectado su influencia en una obra mía: Tránsito del segundo al tercer milenio”, reconoció una vez la artista Marta Minujín sobre el impacto que la obra de Yrurtia generó en las generaciones que lo sucedieron. 

 

 

 

 

 

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