El monumento de Suiza, de Franz Sales Amlehn

Donada por la colectividad suiza hace más de cien años, la obra compuesta por dos mujeres besándose, conforma una imagen inédita y adelantada para su época.
Por Martín Sassone

El monumento de Suiza, ubicado en Avenida Dorrego y Figueroa Alcorta, en la zona de los Bosques de Palermo, es una obra dual poco conocida por los porteños: representa la hermandad entre los dos países a través de una alegoría del lesbianismo. 

La obra de Franz Sales Amlehn fue donada por la colectividad suiza a la Argentina en 1910, en el Centenario de la Independencia, aunque recién fue inaugurada el 7 de junio de 1914. A diferencia de otros monumentos legados por distintos países para esa celebración, como la Torre de los ingleses o el Monumento de los españoles, este está ubicado en una zona de poco tránsito. Apenas pueden verlo aquellos que pretendan conectar con sus autos Figueroa Alcorta con la Avenida Lugones, o los runners que buscan un espacio verde para salir a correr. Pero el lugar tiene una explicación: cuando se inauguró, en ese sitio estaba ubicado el Tiro Federal y el tiro al blanco es una tradición suiza, es por eso que la obra está coronada la esencia al tiro, un símbolo patrio de ese país. 

La obra, de diez metros de altura, fue realizada en bronce y granito, pesa más de cincuenta toneladas y llegó a Buenos Aires desde Europa embalada en unas setenta cajas transportadas en el vapor Rheinfeld, según consigna el portal Palermo Online. Consta de dos esculturas. La primera y más llamativa son dos mujeres desnudas besándose en la boca y tomadas de las manos sentadas sobre el mundo, algo muy osado para la época, que su autor denominó como “Argentina y Suiza, unidas sobre el mundo”. En la parte superior aparece un caballo desbocado montado por el Ángel del amor, que celebra la relación entre esas dos mujeres y entre ambas naciones.

Amlehn (1838-1917) era oriundo de la comuna suiza de Sursee, en Lucerna, y se formó como escultor en la Academia de Arte de Munich, Alemania. Además de los bustos de retratos naturalistas, creó varios monumentos, como la Estatua de caballero que se erige en el Hotel de Ville de Dunkerque, en el norte de Francia, y trabajó con la ayuda de su hija Salesia Amlehn, en la decoración figurativa de varias iglesias en el paisaje de Lucerna. Además, entre 1859 y 1916, fue profesor de dibujo en su ciudad natal. 

A fines de 2019, la escultura de Amlehn fue declarada monumento histórico nacional junto con otras 124 obras de todo el país, entre ellas el Obelisco, los Lobos marinos de Mar del Plata y El Cid Campeador. De esta manera, no podrán ser destruidas, relocalizadas, vendidas o restauradas sin la aprobación de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos. El monumento de Suiza sigue su vida apacible en ese espacio verde de la ciudad esperando la visita ocasional de algún curioso para mostrarle sus atributos y brindar su mensaje.

 

 

 

 

 

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