En el espacio central de la planta baja del histórico Edificio del Correo, considerado un exponente característico de la arquitectura del academicismo francés, se encuentra instalada una esfera compuesta por casi tres mil cuadrados de acrílico azul que recibe a los visitantes. A medida que es recorrida, los reflejos que se generan en las piezas por acción de la luz y el movimiento, proporcionan múltiples puntos de vista. La propuesta del artista invita a tener variadas miradas sobre la realidad, redimensionar los problemas de nuestro tiempo y generar optimismo en la vida cotidiana.
Esta obra fue creada por el maestro argentino del arte óptico y cinético Julio Le Parc y forma parte del Patrimonio Cultural de la Nación. Originalmente fue pensada como un préstamo temporario para el Ministerio de Cultura de la Nación como parte de la inauguración de uno de los centros culturales más importantes de Latinoamérica. En 2015, luego de una negociación, se realizó un acuerdo que posibilitó dejarla emplazada de manera permanente.
Teniendo en cuenta que el artista considera fundamental la participación colectiva en sus experiencias artísticas, antes de realizarse la instalación, se le pidió al público que votara si querían que la obra continuara en el hall del edificio o que se retirara. El 95% de las personas pidió que la obra se mantuviera allí.
En la Ciudad de Buenos Aires también se encuentra Sphère Acier Miroir (esfera de metal espejada), otra obra con características similares, una escultura cinética que en lugar de placas de acrílico está compuesta por 2.692 cuadrados de acero inoxidable y se encuentra en la recepción de la Torre del Banco Galicia.
Estos móviles están relacionados con el concepto de inestabilidad que desarrolló el artista en los sesenta, que reflejaban el clima de tensión política y social que se vivía en esos años, donde abundaban revueltas estudiantiles y obreras. Junto a sus colegas del Groupe de Recherche d'Art Visuel (GRAV), Le Parc propuso una ruptura con la tradición artística, se alejó de la obra pictórica estática y se acercó a la concepción dinámica del arte. Este grupo se basó en una serie de experimentos, investigaciones y actividades colectivas para entender el arte como un fenómeno que trasciende el sistema establecido y coloca de protagonista al espectador.
Para las primeras experiencias con elementos móviles, Le Parc utilizó una serie de cajas lumínicas en las que modificaba las formas de dejar pasar la luz. La primera experiencia la realizó sobre una caja de fondo blanco, luego colocó a 5 cm pequeños cuadrados blancos suspendidos por un finísimo hilo de nailon, que giraban libremente sobre su eje. La velocidad del movimiento dependía de la fuerza del aire y la iluminación variaba según el ángulo de incidencia de la fuente de luz. En futuros experimentos los cuadrados opacos fueron reemplazados por los de plexiglás transparente y de esta manera se manifestó la importancia de los elementos exteriores: el aire, el movimiento, la luz y las imágenes circundantes.
Le Parc nació en Mendoza, en el seno de una familia obrera, su padre era ferroviario y siempre fomentó la imaginación de sus hijos. En su adolescencia se mudó a Buenos Aires donde estudió dibujo en la Academia de Bellas Artes, se destacó en la realización de la figura humana pero sus inquietudes lo llevaron a inclinarse por la abstracción. Luego de ser becado por la Embajada de Francia en Argentina en 1958 se fue a vivir a París donde siguió experimentando con el color, la luz y el movimiento.
En 1966 ganó el Gran Premio Internacional de Pintura de la Bienal de Venecia, con obras que generaban la ilusión del movimiento por repetición. Progresivamente logra consagrarse en la escena del arte y expone en las principales galerías de París como en la mítica Denís René. A lo largo de su relevante carrera ha realizado exhibiciones en Venecia, Nueva York, Tokio, San Pablo, Buenos Aires y Miami. Actualmente continúa viviendo y produciendo su obra en París, aunque sigue fuertemente conectado con la escena artística de Argentina.