Enclavado en el Parque España, en la intersección de las avenidas Caseros y Amancio Alcorta, el Monumento al aborigen es una de las esculturas más emblemáticas de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, su historia está marcada por múltiples traslados y una lucha constante por su preservación.
Tallada en mármol de Carrara en 1910 por el escultor argentino Hernán Cullen Ayerza, la obra representa a un nativo montado sobre un corcel encabritado, con su brazo derecho alzado empuñando una lanza. Con una notable expresividad y dinamismo, la pieza evoca las imágenes del barroco, logrando una precisión anatómica impresionante, en la que se destacan los músculos y las venas tanto del jinete como del caballo.
El recorrido del monumento ha sido extenso. Creado en Italia, llegó a Buenos Aires en 1912 como una donación y fue emplazado en la Plaza Miserere. Allí permaneció hasta 1928, cuando se decidió su traslado a la Plaza Garay debido a la instalación del monumento a Bernardino Rivadavia, obra del escultor Rogelio Yrurtia.
En 1959, la escultura fue retirada del espacio público debido a daños sufridos, en particular la rotura de la lanza y la mano del aborigen. Fue llevada a los depósitos del Municipio de Obras y Alumbrado (M.O.A.) para su restauración y permaneció allí hasta el 8 de febrero de 1961, cuando finalmente fue reinstalada en su ubicación actual en el Parque España. Para su resguardo, el monumento se encuentra cercado por una reja de protección.
Hernán Cullen Ayerza, nacido en 1879, tuvo una formación académica inicial en Derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde presentó su tesis sobre el socialismo católico basado en la Encíclica Rerum Novarum de León XIII. Sin embargo, su verdadera vocación fue la escultura.
Durante su estancia en Roma como secretario de la Embajada argentina, se convirtió en discípulo del renombrado escultor italiano Ernesto Biondi. A su regreso a la Argentina en 1912, se consolidó como artista y educador, participando en la fundación de la Escuela de Artes y Oficios, actual Escuela Nacional de Arte Manuel Belgrano, de la que fue su primer director.
Entre sus obras más destacadas se encuentran el Monumento a Jorge Newbery, inspirado en la figura mitológica de Ícaro y emplazado en el Cementerio de la Chacarita; el Monumento a Emilio Mitre, ubicado en la Plaza San Martín de Tours; y una escultura en homenaje a Joaquín V. González, que se encuentra en el Rectorado de la Universidad Nacional de La Plata.
Cullen Ayerza también fue clave en la llegada a la Argentina del calco de Saturnalia, una de las obras más representativas de su maestro Biondi.
La escultura de Ayerza del aborigen no estuvo exenta de interpretaciones polémicas. En su época, la figura del aborigen fue vista a través del prisma de los prejuicios predominantes, reflejados en crónicas que lo describían como un ser más cercano a lo animal que a lo humano. La obra, sin embargo, muestra a un guerrero combativo, cuya expresión refleja determinación y lucha, en un intento del artista por darle visibilidad y dignidad a los pueblos originarios.
A pesar de los traslados y el paso del tiempo, el Monumento al aborigen sigue siendo una pieza fundamental del patrimonio escultórico porteño, testigo de una época y de la visión artística de Cullen Ayerza, quien con su cincel logró transformar el mármol en un símbolo de identidad y resistencia.