Entre el bullicio de Tribunales y el oasis verde de la Plaza Lavalle asoma un monumento que nos transporta inesperadamente a la antigua Roma. La estatua del emperador Trajano, una réplica de la escultura que alguna vez coronó la Columna de Trajano en la capital italiana, desconcierta a muchos por el personaje al que representa y su significado. ¿Pero por qué está ubicada allí? La respuesta es sencilla: Trajano fue célebre por su sentido de la justicia y su disposición a atender las demandas de sus súbditos.
Inaugurada en 1961, durante la presidencia de Arturo Frondizi, la estatua fue donada por el Centro de Acción Latina de Roma en conmemoración de los 150 años de la Revolución de Mayo. La obra, realizada en bronce sobre una base de mampostería revestida en mármol, representa al emperador de pie, vestido con la clásica armadura romana y sosteniendo un papiro en su mano izquierda, mientras que alza el brazo derecho como si estuviera brindando un discurso ante una multitud. La figura, de 3,5 metros de altura, domina el paisaje de la plaza.
Trajano, o Marco Ulpius Traianus, fue emperador romano desde el año 98 hasta el 117. Sucedió en el trono a Nerva, quien no tenía descendientes y cuando enfermó lo nombró como su "hijo". Cuando Nerva murió de forma natural, Trajano, de 44 años, fue nombrado rápidamente emperador por el Senado romano. Conocido como un gobernante benevolente, su reinado se destacó por obras públicas que beneficiaron a la población.
También fue un exitoso general que ganó tres grandes conflictos contra los dacios y en el este, lo que resultó que el Imperio romano alcanzara su máxima extensión hasta esa fecha. Tal fue su éxito que a todos los emperadores que le sucedieron se les deseaba, al inicio de su reinado, “sis felicior Augusto, melior Traiano”. Traducido al castellano “más afortunados que Augusto y mejores que Trajano”.
El sentido de la justicia de Trajano se resume en una anécdota: cuando estaba por partir a la campaña de Dacia, una mujer lo paró por la calle y le pidió que castigara al asesino de su hijo. Trajano le respondió que lo haría al volver de la guerra, pero la mujer le señaló que podía morir en combate e, incluso si su sucesor se ocupaba del problema, él ya no habría podido cumplir su promesa. El emperador entonces bajó de su caballo, buscó al culpable y lo castigó antes de retomar su marcha.
El valor histórico, cultural y social del Monumento a Trajano lo convierte en un patrimonio invaluable de la Ciudad, aunque pocos se detengan a observarlo, porque recuerda la importancia de la historia, la cultura y la conexión entre diferentes civilizaciones, pero con un sentido de justicia que nunca se debería perder.