Con Malevich Marlboro Alexander Kosolapov (1943) dejó fijada la imagen de un posible arte postsoviético para el ojo contemporáneo. En una reinterpretación del pop como campo de batalla semiótico de la Guerra Fría, un ícono estético de la revolución como Malevich es puesto en estado de mash up con otro de la sociedad de consumo: Marlboro. La pintura de 1985 consigue lo imposible: revolución y branding terminan mordiéndose la cola en una marquilla de cigarrillos cuyo nombre es reemplazado por el de un vanguardista del siglo XX. Malevich Marlboro es acaso la forma definitiva del llamado Sots Art, un desvío disidente de los artistas educados bajo la orden férrea del realismo socialista rescatados por la vía del conceptualismo que se infiltraba desde el oeste.
Malevich Marlboro (1985), de Alexander Kosolapov.
Pero ninguna de las transgresiones aplaudidas por la crítica y el público global hubieran sido posibles sin el rastro del grupo del Boulevard Sretensky: Ilya Kabakov, Edik Steinberg, Oleg Bassiliev, Vladimir Yankilevsky, Viktor Pivovarov y Erik Bulatov. De este sexteto, Bulatov se distingue por una figuración que evitó tanto la captación del régimen como la tentación de la ironía y la parodia como pasaporte a la vitrina del mundo libre.
En obras como Atardecer o amanecer (1989) lo que se ve es un horizonte marítimo hiperrealista en el que el sol ha sido reemplazado por el antiguo escudo soviético. Hay un género muy clásico como el paisaje intervenido por una forma concreta de organización social representada por el símbolo histórico de la hoz y el martillo. Es una yuxtaposición que el realismo socialista hubiera reprobado, por cierto, pero a la vez una nota al pie ambigua sobre el final de un experimento social y político. ¿Es el ocaso del socialismo o el amanecer del capitalismo de los oligarcas de Putin?
Atardecer o amanecer (1989), de Erik Bulatov.
Bulatov deja la pregunta abierta y su única respuesta es abrirse del rastro de los Sots. En sus pinturas la ironía está ausente entre tantos insumos disponibles. Nada de Malevich Marlboro en sus cielos y bosques intervenidos con palabras y signos de la memoria colectiva. “Nunca hay ironía en mis obras. El arte Sots, en esencia, es arte pop basado en material ideológico soviético. Y mi trabajo siempre ha sido que este espacio ideológicamente delineado tiene un límite, una frontera, y mi deber como artista es marcar esta frontera y mostrar que es posible cruzarla, saltar fuera de este espacio social. Es decir, mi tarea es directamente opuesta a la que de una forma u otra expresó Sots Art, aunque el material es el mismo”, le decía a Irina Osipova en 2016. Entonces llevaba más de veinte años radicado en París y muy de vez en cuando volvía a Moscú. Y entonces tenía que explicar cómo y porqué una pintura suya de 1975 llamada Gloria al PCUS no era realismo socialista ni Sots Art.
Gloria al PCUS (1975), de Erik Bulatov.
“Ésta es la fórmula de la ideología soviética, tal como yo la entiendo. A primera vista, esta imagen parece un cartel político: letras escritas en el cielo, sin ironía, todo es como es. Pero todos mis esfuerzos fueron para crear un espacio, una distancia, entre estas letras rojas y las nubes, para que las letras no se pegaran a las nubes, sino que aparecieran por separado. Y en cuanto resulta que no están conectados, inmediatamente queda claro que se oponen, porque las letras nos cierran el cielo y no nos dejan entrar, no nos dan la oportunidad de entrar allí. Éste es el significado de la imagen visual. Estas letras controlan de manera terriblemente agresiva todo el espacio entre ellas y nosotros, pero detrás de ellas hay un mundo completamente diferente: el espacio de la libertad. Si no ve esto, obtendrá una imagen completamente diferente. Este es un malentendido que surge constantemente en relación con mis obras”.
Bulatov cumplirá 91 años en septiembre. Es raro que pinte más de dos o tres cuadros al año. Pero no es un problema de la edad. Nunca tuvo apuro. Cosas de “provinciano” como se autopercibe.