La pequeña impresión captura lo que ninguna de sus grandes instalaciones: un pedazo de cielo azul y un sol resplandeciente, algo muy parecido al misterio insondable de la poesía.
Pionera del arte conceptual, sus ideas con destino efímero eran como pensadas para escapar del fetichismo. Hacer obras para poder escribir manifiestos al margen del centro.
El artista francés no recrea la naturaleza, la emula mediante dispositivos, donde lo humano y lo maquínico se confunden. Una oda a la subjetividad digital y al animismo de los datos.
Open Wound, la instalación a gran escala de la joven artista coreana, es un monstruo que consigue hacernos espectadores de la posthumanidad y de las ruinas industriales al mismo tiempo.
Sean planos, mapas o latas de aceite, la dimensión proyectual de la disciplina es propuesta en sus obras como gesto inestable. El conceptualista que cruzó los límites entre arte y arquitectura.
Del registro del amor con su esposa hasta la denuncia por parte de una de sus musas, la obra del fotógrafo japonés condensa poderosos momentos de crudeza y erotismo.
Meditaciones matinales en modo micro-cine continuado, por parte de la gran pintora que en los años 60 formó parte del grupo que revolucionó la percepción artística de la Argentina.
El colectivo danés plantea la idea de una realidad post-apocalíptica después de la humanidad en el mundo. Un giro distópico que imagina la continuidad de todo lo que nos rodea sin nosotros.
Los paisajes impresionistas de sus pinturas ya no representan la idea popular capitalista de robar un banco, sino directamente la fantasía vandálica de quemarlos.