La visión creativa de Tomás Saraceno mezcla conceptos vinculados al arte y a las ciencias sociales para realizar proyectos comunitarios e instalaciones inmersivas. Sus obras transmiten una sensibilidad ecológica y militan la responsabilidad con el planeta mediante una “práctica social, mental y ambiental” como indica en su página web. La fuerte carga ideológica que atraviesa a su trabajo también tiene como horizonte el fin del uso de combustibles fósiles. En plena era de emergencia climática, Saraceno busca concientizar sobre nuestra comprensión de la justicia ambiental y la convivencia entre especies.
Tomás Saraceno estudió arte y arquitectura en Buenos Aires, Frankfurt y Venecia. Actualmente tiene su estudio en el antiguo edificio administrativo de AGFA en Berlín, donde trabaja con espíritu interdisciplinario junto a diseñadores, arquitectos, antropólogos, biólogos, ingenieros, historiadores del arte, curadores y músicos.
La Fundación Aerocene es uno de sus actuales proyectos, una comunidad abierta, participativa y sin fines de lucro dedicada a la investigación científica, artística y educativa. Su objetivo es idear un imaginario común hacia una colaboración ética con la atmósfera y el medio ambiente.
Dentro del trabajo de esta comunidad surgió Aerocene Pacha: una enorme escultura voladora similar a un globo aerostático que transforma la radiación solar en calor por medio de su membrana de color oscuro. Saraceno ya había experimentado previamente con el vuelo solar con un globo aerosol fabricado con bolsas de plástico recicladas. En ese intento se accidentó gravemente la columna, luego de caer veinte metros. Tras dos cirugías y ocho tornillos para poder volver a caminar, realizó residencias científicas en la Nasa, el MIT y el CNES en Francia. Estas experiencias le permitieron desarrollar una nueva generación de esculturas voladoras con una membrana especial ultrafina que las hacía seguras y funcionales. Desde 2015, ha volado estas esculturas, pero siempre atado a la tierra.
En la serie de viajes realizados entre el 21 y el 28 de enero de 2020 en Salinas Grandes, fue la primera vez que Saraceno cortó la cuerda para que la escultura volara libre con su piloto humano. Por primera vez en la historia, un ser humano flotó en el cielo impulsado solo por el sol y el aire que todos respiramos, sin utilizar combustibles fósiles, paneles solares, baterías o helio. También, el vuelo en Salinas Grandes se vio favorecido por el efecto albedo de las salinas blancas que cubren la región.
Además, en ese vuelo Aerocene Pacha rompió treinta y dos récords mundiales de la Federación Aérea Internacional en altitud, distancia y duración en las categorías general y femenina, ya que su piloto fue la argentina Leticia Marqués.
En palabras de Saraceno “Aerocene Pacha y todos los vuelos de Aerocene tienen un objetivo común en mente, nos desafían a conectarnos y ayudar a cambiar nuestros hábitos, no nuestro clima”. Esta experiencia quedó documentada en lo que serán varias películas del vuelo cuyo primer capítulo se estrenó en una conferencia de prensa en el Centro Cultural Kirchner (CCK) de Buenos Aires.