Para conmemorar los 500 años de existencia de Le Havre, el artista francés Vincent Ganivet pergeñó una obra que hiciera honor al puerto ubicado en la histórica ciudad del noroeste de Francia. El diseño, relativamente sencillo, consiste en dos arcos de diferente altura cruzados perpendicularmente, uno dentro del otro, compuestos de contenedores pintados de colores brillantes. Así fue que dio vida a Catène de Containers, inaugurada en el año 2017.
Con claras reminiscencias a los bloques de juguete LEGO, el arco más grande es cóncavo y de ángulo cerrado, estirado verticalmente hasta los casi treinta metros de altura; veintiún contenedores interconectados que alcanzan la estatura de los edificios circundantes del puerto. Al segundo, más pequeño en su talla pero más ancho en su extensión horizontal, lo componen quince contenedores que llegan a los cuarenta metros de largo y poco más de diez de alto. Un total de 36 contenedores que pesan en su conjunto cerca de quinientas toneladas.
Contra toda intuición, los contenedores no se encuentran unidos entre sí por medio de ningún tipo de adhesivo. El truco se logra a partir de un concepto de ingeniería conocido como arcos catenarios, que fue incorporado a la arquitectura común por el máximo representante del modernismo catalán, Antonio Gaudí, ya que antes solo se utilizaba para la construcción de puentes colgantes. El mismo consiste en sostener una cadena o cable flexible desde sus extremos, el cual puede soportar objetos de diversos tamaños y pesos con el solo uso de la gravedad. En el caso de Catène de Containers, un cable de metal interconecta a los contenedores, montados gracias al uso de una grúa.
Este tipo de estructura, basada en un modelo matemático, permite redistribuir regularmente el peso, sufriendo únicamente fuerzas tangenciales que se anulan entre ellas, lo que hace que la obra se sostenga por su propia forma. Fue utilizada por primera vez por Gaudí en 1882 para la construcción del templo de la Sagrada Familia, en Barcelona.
En una entrevista con el sitio L’Officiel Galeries & Musées, Ganivet explicó cómo fue que empezó a utilizar este recurso: “Para ganarme la vida, trabajaba en obras de construcción y en mi taller jugaba a hacer cascadas de fichas de dominó de hormigón, que comencé a apilar de formas poco convencionales. Una cosa llevó a la otra y llegué al arco. La primera vez sentí como si hubiera encontrado un pozo de petróleo. Pero siguió siendo frágil. Fue a través de reuniones y discusiones que descubrí el sistema de Gaudí (...). Es un diseño que sigue el sentido de la naturaleza”.
El artista francés ha aplicado el uso de este tipo de estructuras en varios de sus trabajos previos, como en Cosinus hyperboliques (2016), tres arcos contiguos hechos de bloques de cemento o Bric-à-brac, del mismo año, donde ya utiliza la disposición de los arcos idéntica a la de Catène de Containers, la cual también aplicará en trabajos futuros y más recientes como Catene (2021). Siempre buscando crear obras más grandes e imponentes, su búsqueda lo ha llevado a algunos accidentes, como lo sucedido en 2011 en Alemania, cuando una de sus esculturas se derrumbó en la Galería Nacional de Arte de Karlsruhe, dos semanas después de la inauguración de la exhibición.
“El Arco del Triunfo de Le Havre”, como se la conoce coloquialmente, toma su nombre de la palabra latina catena (cadena) y tiene una doble alusión tanto al principio con el que fue construida como a la cadena de suministro, en la que intervienen los contenedores y, en definitiva, el puerto.
