Parque de Vigeland (Noruega): el ciclo de la vida

Conocido en el país nórdico como el Parque de las Esculturas, es una gran atracción para visitar al aire libre en Oslo. Reúne toda la obra escultórica del renombrado artista local Gustav Vigeland.
Por Ignacio Marchini

 

El Parque Frogner, al oeste de Oslo, alberga uno de los lugares más emblemáticos de la capital de Noruega y de todo el país nórdico en general. El Parque de Vigeland, también conocido como el “Parque de las Esculturas”, es una exposición permanente de las obras creadas por el escultor noruego, Gustav Vigeland, entre los años 1907 y 1942.

Nacido en el seno de una familia de artesanos que vivía en un pequeño pueblo del sur de Noruega, tuvo su primer acercamiento al trabajo manual en el taller de carpintería de su padre. Vigeland expuso por primera vez a la edad de 30 años. Luego de eso, recorrió el extranjero durante un lustro (entre 1891 y 1896), época en la que visitó numerosas veces el estudio del reconocido escultor francés, Auguste Rodin. Fue durante esos años que empezó a interesarse por algunos de los temas que luego serían centrales en su producción artística: la muerte y la vida, el hombre y la mujer.

En 1921, tras un arreglo con el ayuntamiento de Oslo, se demolió el estudio de Vigeland para construir una biblioteca. El acuerdo consistía en proporcionarle al escultor un lugar donde vivir y trabajar, el cual sería convertido en un museo tras la muerte del artista. Él, a cambio, se comprometía a donar a la ciudad toda su obra, incluidas todas sus esculturas, diseños y modelos. Durante los siguientes veinte años (hasta su muerte en 1943) el artista se dedicó al diseño, realización e instalación del Parque de Vigeland, el cual albergaría todo su trabajo.

El hito fundacional del parque fue la instalación de la monumental fuente, una de las obras más importantes de Vigeland. En su centro, seis gigantes sostienen en alto una gran vasija, de la que fluye el agua que desborda hacia sus costados. Las figuras representan hombres de diferentes edades, una metáfora de la carga del trabajo que llevamos a lo largo de toda la vida. Veinte esculturas de árboles decoran los bordes de la fuente. Dentro de cada uno de ellos, personas con distintas expresiones de placer y paz expresan el vínculo entre el humano y la naturaleza.

En la otra punta del parque se alza el Monolito, una escultura de 17 metros de altura tallada en un único bloque de piedra, que tardó 13 años en ser completada y fue finalizada un año antes de la muerte del Vigeland. La obra representa 121 figuras humanas que se entrelazan y se aferran entre ellas. Mujeres, hombres y niños de distintas edades (éstos últimos, en la punta), simbolizan la idea de la resurrección después de la muerte y de la búsqueda innata de la humanidad por alcanzar la plenitud a través de la espiritualidad, de ahí que apunte hacia el cielo. La base del Monolito se encuentra rodeada de diversas esculturas del artista.

En 1939 se colocaron las primeras esculturas que decorarían otro de los lugares icónicos del Parque: el Puente. La Dama y El Monje fueron las primeras dos de las 58 estatuas que terminarían de colocarse en los costados de la pasarela. Como en el Monolito y en la Fuente, hombres, mujeres y niños de diversas edades representan el juego, la lujuria, la energía y el vitalismo, energías fundamentales de la actividad humana. Entre estas obras se destaca el icónico Sinnataggen (El niño enojado), probablemente la más conocida de sus obras y que ha llegado a erigirse como símbolo de Oslo y de Noruega toda, apareciendo en postales y recuerdos turísticos.

La rueda de la vida es otra de las esculturas destacadas, ubicada al oeste del Monolito. Es un símbolo de eternidad, de ahí su forma circular, compuesta de una corona de mujeres, hombres y niños entrelazados hasta el fin de los días. Por último, el gran portón que oficia de entrada al Parque, decorado por paneles con dragones de hierro, completan el acervo de obras del artista.

El Parque y sus obras representan las temáticas que durante décadas ocuparon la mente de Vigeland: el viaje de la vida humana desde la cuna hasta la tumba, a través de la alegría y la tristeza, los sueños, la fantasía, la esperanza y los anhelos eternos. Un círculo de la existencia que comienza con el nacimiento, evoluciona a través de la infancia, la adolescencia, el primer amor, la madurez, los hijos, la familia, la vejez y ¿concluye? con la muerte.

 

 

 

 

 

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