Solo una foto da testimonio de los muy breves The Primitives. Tuvo que haber sido tomada entre 1964 y 1965 en algún lugar de New York. Allí se ve a cuatro músicos apostados en el baúl de un enorme auto Impala. Tony Conrad y John Cale se dejan ver con guitarras eléctricas, Walter de María lleva una pandereta y Lou Reed posa como cantante solista sin instrumento alguno. De todos era el único que había llegado a grabar el único disco simple de The Primitives como una pausa en su trabajo de sesionista para el sello Pickwick. “The Ostrich” en la cara A era una danza monótona en la convergencia de un twist picapiedra con la aspereza del ruidismo. En el lado B “Sneaky Pete” seguía la misma idea, las ideas de La Monte Young aplicadas a un rock de garaje que se abismaba a la cornisa de la vanguardia.
Es sorprendente que en la precuela de Velvet Underground, el grupo fetiche de Andy Warhol y el comienzo de Reed y John Cale como extremistas de la música pop, aparezca Walter de María (1935-2013). Visto desde el baúl del Impala, De María parece haber llevado ese contacto con la electricidad cruda como insumo artístico al medio del desierto cuando en 1977 llevo a cabo su monumental instalación The Lightning Field en el paisaje árido de Catron Country, New México. También parecía la inversión de Velvet Underground como distopía urbana: el origen de la electricidad estaba en el medio de la nada, en la naturaleza más imperturbable.
Al fin, 1977 los encontró en el centro de la cultura. El camino que The Primitives y Velvet Undeground habían puesto en marcha cristalizaba en Londres con el escándalo del punk y las ideas de María tenían este opus magnum: 400 postes de acero inoxidable de unos seis metros de altura dispuestos en 1600 metros cuadrados esperando a que el cielo relampagueante comunicase su esperanto eléctrico.
Comisionada por la Dia Art Foundation, que se encarga de su mantenimiento desde que fue emplazada, la escultura de De María solo se manifiesta cuando la naturaleza lo permite y sus postes tienen la doble función de pararrayos y pentagrama visual. La tormenta perfecta de De María se completa con las fotografías que, a diferencia de otros emplazamientos fijos del land art, son azarosas y dependen de la interacción entre el cielo y la tierra mediada por esta cuadrícula de menhires vanguardistas.
The Lightning Field puede visitarse entre mayo y octubre a través de Dia Art Foundation y aún cuando el fenómeno eléctrico no se presente en toda su dimensión, la contemplación unplugged de la obra ofrece una instancia de meditación. En la parte más alta del desierto de New México la irrupción del orden minimalista contrasta con los desniveles del terreno.
De María y su equipo tardaron un año en el emplazamiento tras haber recorrido zonas desérticas en Nevada, Arizona, Utah y California. El escultor eligió este oscuro desierto por tener la mayor distancia con un asentamiento humano. Quemado, un paraje que según un censo de 2010 apenas tenía 238 habitantes. Vecinos del rayo, como los primitivos habitantes de la tierra.