Valparaíso (Chile): capital del muralismo sudamericano

La ciudad de la bohemia y la contracultura chilena se ha convertido en las últimas décadas en uno de los mayores referentes del street art y el muralismo contemporáneo. De cara al pacífico es una postal que explota de color por donde se mire.
Por Martín Sanzano

Caras con ojos enormes, pájaros, perros, gatos, hombres, mujeres, criaturas imaginarias de todos los colores y figuras abstractas conforman el paisaje típico de Valparaíso, una ciudad portuaria de Chile que en las últimas décadas se convirtió en una de las capitales sudamericanas del graffiti y el muralismo.

El street art (arte urbano) brota desde cada rincón de esta intrincada y fascinante ciudad llena de subidas y bajadas, pasadizos, callejones y coloridas casas que parecen desafiar la gravedad en plena montaña. Lo que antes era considerado vandalismo hoy es uno de los principales atractivos turísticos de la región. Y parece que ya no quedan paredes sin pintar.

Por eso una simple caminata por la avenida Elías puede transformarse en un atlético recorrido por un museo al aire libre plagado de murales de todo tipo. Y si todavía quedan fuerzas para caminar, el mejor plan es perderse en la calle Beethoven, rodear el barrio Cerro Alegre para subir primero por la Escalera Pasaje Galvez y luego bajar por la Apolo, con esos muros y escalones que se volvieron lienzos para los artistas locales e internacionales.

Las obras más significativas que se pueden encontrar en las calles de Valparaíso están firmadas por Un Kolor Distinto, un colectivo artístico creado por la dupla de muralistas Sammy Espinoza (aka Jekse) y Cynthia Aguilera (aka Cines). Ellos son los autores de "Solsticio de verano" (2018), un imponente mural de veintidós pisos pintado en el edificio Centenario, uno de los más altos de la ciudad, que representa los tiempos de abundancia y fertilidad de la tierra, y tiene como eje principal la dualidad del sol y la luna. 

Con esta obra culminaron el proyecto “Solsticios & Equinoccios”, compuesto por cuatro murales gigantes. Los otros tres son “Equinoccio de otoño” (2013), que representa la etapa de madurez de los seres vivos en el planeta Tierra y está ubicado en un edificio de la tradicional avenida Pedro Montt; “Solsticio de invierno” (2014), con un hombre y una mujer como iconografías, emplazado en la calle Molina al 500; y “Equinoccio de primavera” (2016), el más colorido de todos, lleno de vida y de verde, ubicado en la esquina de Yungay y Morris, cerca del Muelle Barón.

La lista de artistas que intervinieron en la geografía de Valparaíso es extensa. Son conocidos los murales al mejor estilo hip hop de la Brigada Negotrópica, los del colectivo Alapinta, o los de Charquipunk, talentos locales con obras en cada barrio. Hasta la cantante chilena Mon Laferte pintó dos murales en la zona. Entre los más fotografiados está “La abuela”, del dúo francés Ella & Pitr, ubicado en una típica ochava de Cerro Alegre. 

Antes de que los graffitis se apoderaran y vistieran las calles de la ciudad portuaria chilena por excelencia, ya era un faro artístico y cultural para la región. El poeta Pablo Neruda le escribió una oda, y con sus versos pintó como nadie la riqueza arquitectónica de este rincón de su país, donde edificios con aires victorianos se entremezclan entre las construcciones populares de los cerros, los adoquines y el mar de fondo, creando una combinación única que la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad en 2003. 

Por eso el aporte de los muralistas y graffiteros que se tomaron el trabajo minucioso de darle aún más color a Valparaíso es invaluable. Renovaron su imagen y generaron nuevas excusas para visitar esta ciudad histórica de Chile, transformándola en una verdadera galería artística a cielo abierto.

 

 

 

 

 

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