Paul Cézanne nació el 19 de enero de 1839 en Aix-en-Provence, Francia, en el seno de una familia acomodada, su padre fue un acaudalado banquero para la época. Su vida se desarrolló bajo el símbolo del rigor, la rutina y los hábitos de un hombre sencillo y solitario. Sin sobresaltos, escándalos, ni ninguna rareza.
La educación humanística y los estudios clásicos en el colegio Bourbon, al que concurrió en 1852 junto con su amigo el escritor Emile Zola, y la Escuela de Dibujo en Aix, despertaron su pasión por las letras y la música. Fue un gran admirador de Wagner y la poesía.
Luego de abandonar los cursos de Derecho para complacer a su padre, se dedicó finalmente a la pintura y se trasladó en 1861 a París a estudiar en la Academia Suiza, donde conoció al pintor Camille Pissarro.
En la ciudad asiste al Louvre para realizar estudios de otros artistas, y también de las telas expuestas en el famoso Salón anual. Pero poco tiempo después de sus confrontaciones con el mundillo parisino y tras ser rechazado por la Escuela de Bellas Artes y sus múltiples fracasos, decidió huir a la tranquilidad de su pueblo natal.
Tiempo después regresó nuevamente a la capital francesa y a la Academia Suiza. Se volvió a reunir con Pissarro y conoció a pintores como Renoir, Monet y Sisley. Junto a Zola visitó el Salón de los Artistas Rechazados y quedó fascinado con Manet. Pero siente más admiración por el Realismo de Courbet y el Romanticismo de Delacroix.
En 1870 a causa de la guerra franco-prusiana se recluyó en una aldea a orillas del mar, llamada L’Estaque. Pero durante sus viajes entre París y la Provence conoció a Hortense Fiquet, con la cual tuvo a su hijo, en 1872. Cézanne le dedicó a Hortense algunos de sus retratos y en 1886 se casaría con ella.
Madame Cézanne, con un vestido rojo, 1888-90. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York, EE.UU.
Inspirado en el famoso cuadro de La Olimpia de Manet, en 1874 presentó la pintura Una Moderna Olimpia en una exposición en el estudio del fotógrafo Nadar junto a varios pintores impresionistas. La obra recibió fuertes críticas, por ser característica de un periodo todavía influenciado por el Romanticismo. Intimidado por este primer fracaso, Cézanne rechaza participar de la segunda exposición en 1876, y decide comenzar un período artístico en solitario, denominado “constructivo”.
En 1886 su amigo el escritor Zola publica una novela titulada L'oeuvre (La Obra), inspirada en la figura de Cézanne, que relata la historia de un pintor frustrado, incapaz de realizarse. Cézanne se sintió profundamente dolido y afectado, y a partir de ahí rompe con una amistad de toda una vida. Zola nunca supo comprender la poesía que habita en la obra de Cézanne, la solidez, la versatilidad, el trabajo y la creación de una manera de ver diferente, que cambiaría la historia del arte moderno para siempre.
Los Jugadores de Cartas, 1890-1892, 5ta versión. Óleo sobre tela, 45 x 57 cm. Museo dÓrsay, París, Francia.
En 1895 tuvo finalmente su primera exposición individual en París, por aquel entonces el corazón del mundo del arte. Este gran acontecimiento que exhibía más de cien obras de su autoría fue clave para reivindicar su fama y éxito financiero. Cézanne había estado creando durante más de cuarenta años con muy poco reconocimiento público, pero cuando se inauguró la exposición no estuvo presente, decidió quedarse en su casa en la Provence, pintando.
Paul Cézanne (1861)
Murió el 22 de octubre de 1906 y unos días antes una fuerte tormenta lo había sorprendido al aire libre, pintando. Falleció de neumonía, y fue enterrado en el cementerio de su amada ciudad natal en Aix-en-Provence. Pudo cumplir los anhelos de su vida, morir pintando y convertirse en unos de los más respetados artistas de la historia del arte.
Aproximación a la obra: Montaña Sainte-Victoire (1904)
“La naturaleza es más en profundidad que en superficie”.
P.C.
Existe una visión íntima del hombre que ha pasado toda una vida mirando esta montaña desde distintos puntos de vista y comprendiendo su propia experiencia visual. Ha inventando un lenguaje visual para retratar esa experiencia.
Montaña Sainte Victoire, Francia.
Cézanne fue realmente importante para el Cubismo, si pensamos por ejemplo en una pintura como Maisons à l'Estaque (Casas en L'Estaque) (Casas en L'Estaque) de Braque, se puede observar cómo piensa Braque acerca de las formas en términos de construcciones geométricas. Pero la razón por la que Braque y Picasso se diferencian completamente de la obra de Cézanne, es porque éste comenzó a investigar lo que significaba romper el contorno.
Montaña Sainte Victoire, 1902/4. Óleo sobre tela, 73 x 91 cm. Museo de Arte de Filadelfia, EE.UU.
Por ejemplo, en las casas en primer plano de Montaña Sainte-Victoire, se puede ver la forma en que el color del campo entra en el área que debería ser solo el rojo de los techos. Es solo una sutil apertura de forma muy leve, mientras que Braque y Picasso hubieran quizás desmantelado las formas casi por completo. Entonces, en una retrospectiva del siglo XX, vemos esto como una afirmación de la llanura de los lienzos, una negación del ilusionismo que fuera una parte tan importante en los comienzos del Renacimiento.
No se debería decir una negación completa porque todavía se puede ver la montaña en el fondo, todavía se puede ver el primer plano de las colinas, sin embargo, todas las señales sutiles que se habían acumulado en la pintura de paisajes en los siglos anteriores se han omitido. Normalmente, esperamos ver la perspectiva atmosférica, el cielo y las montañas a la distancia desvaneciéndose y volviéndose menos brillantes con colores menos claros en su enfoque.
Lo que Cézanne hizo, fue tratar cada parte de este lienzo de la misma manera. En lugar de utilizar la perspectiva atmosférica para crear un sentido de forma, simplemente delineó la distancia por elección de color. Por lo tanto hay marrones azulados en primer plano, rojizos y verdes en el medio, y azules en la mayor área distante, pero es una especie de asociación arbitraria de lugar con el color. Fue capaz de crear un mayor grado de ambigüedad al llevar el color de un reino al otro.
La forma en que tomó el púrpura gris del primer plano inmediato y lo construyó en el cielo, en relación entre sí, ese cielo como se presenta, es una investigación de paisaje; algo muy diferente de lo que estaban haciendo los impresionistas. Cézanne no trató de capturar el efecto transitorio de la luz y la atmósfera, como habrían hecho estos, sino que buscó representar la permanencia y el volumen del mismo, de ahí que se perciba como algo sólido.
Me he jurado morir pintando
Cézanne perteneció a la generación de los pintores impresionistas del siglo XIX, y aunque nunca se adhirió al movimiento; algunos descubrimientos relativos a la luz influenciaron en su pintura. Del Impresionismo adoptó el abandono de las convenciones de taller, la liberación del color, el pintar a “plain air” (aire libre) para acatar las lecciones que le brindaba la naturaleza. La impresión óptica del Impresionismo no le fue suficiente, de la tradición clásica tomó el rigor de la estructura, la lógica de la organización, el anhelo de universalidad.
Reemplazó la luz por el color y el aspecto característico de su pincelada provenía de la yuxtaposición de mosaicos de tonos separados y fundidos ligeramente unos entre otros, como si se tratara de un “tapiz”, esa es la bella sensación ante sus pinturas; y ese era su distintivo "toque constructivo”.
Según Emile Bernard éstas eran algunas de las premisas expresadas por Cézanne: "Leer la naturaleza es verla bajo el manto de la interpretación mediante manchas coloreadas que se suceden según una ley de armonía. Estos grandes tonos se analizan a través de la modulaciones. Pintar es registrar sus sensaciones coloreadas. Uno no debería decir modelar, sino modular. La sombra es un color como la luz, pero es menos brillante; luz y sombra solo son una relación entre dos tonos".
Para él no había líneas o modelado, solo había contrastes. "Cuando el color posee su riqueza, la forma posee su plenitud”. Las formas que Cézanne pensaba para pintar se reducían a las formas de los cuerpos redondos de "la esfera, el cono y el cilindro”.
Pretendía pintar "el ser” de las cosas, su permanencia y lo inalterable, rechazando las estilizaciones formales y los sistemas muy fijos del post-impresionismo, como los de Gauguin y sus seguidores.
La vocación por lo inmutable, unida al desprecio por lo fugitivo y transitorio, explica su alejamiento del Impresionismo y de la urbe, e indica también su voluntad de reconciliar el estudio del natural y sus estudios en el museo. Fue un hombre tímido y hosco, que prefería la soledad y la exclusión en su pueblo que el esnobismo y la confrontación bulliciosa de los agentes del arte de París.
Paul Cézanne (1906)
Existió una época en la que Cézanne solía realizar bosquejos o estudios ejecutados en una sola sesión, con la impetuosidad de la mano, estas obras estuvieron en algún momento colgadas en la pared de su casa de Jas de Bouffan. Para ese tiempo sus modelos predilectos a seguir eran algunos grabados de artistas españoles e italianos del siglo XVII.
Cuando el pintor Maurice Denis le preguntó a Cézanne qué lo había llevado de esa fogosidad de ejecución a la técnica paciente del toque separado, él le respondió: “Es que no puedo reflejar mi sensación de primeras; entonces vuelvo a poner color, vuelvo allí cómo puedo. Pero cuando comienzo, busco siempre pintar en plena pasta como Manet, dando la forma con el pincel".
Su último periodo fue el denominado “sintético" en donde confluyó finalmente toda la intención de su manera de sentir el arte, en donde las formas se reducen a términos esenciales. Su gran obra maestra Las Grandes Bañistas de 1906, un tema que centró la actividad de Cézanne de los últimos treinta años. El tema de las Bañistas tiene como decorado natural las orillas del río Arc, que corre próximo a su pueblo.
Las Grandes Bañistas, 1898-195. Óleo sobre tela, 208 x 249 cm. Museo de Arte de Filadelfia, EE.UU.
Jamás fue un artista espontáneo ni siquiera en su primer período más sensible y romántico, cuando no podía ocultar la emoción de los motivos que representaba. Para él era imprescindible retornar a la composición rigurosa de Poussin, pero como hombre de su tiempo.
Tenía la costumbre de quedarse horas y horas frente al mismo lienzo, trabajando días y días sobre el mismo motivo hasta la obsesión, como una ecuación sin resolver; para capturar “su pequeña sensación" como él acostumbraba a llamar al estudio exhaustivo pictórico de lo esencial. Muy pocas personas llegaron a ver a Cézanne con el pincel en la mano, porque no soportaba la molestia de ser observado. Como sostuvo Picasso: ”Cézanne es el padre de todos nosotros”.