Sofonisba Anguissola: la genial innovadora del retrato renacentista 

Su gran personalidad y posición aristocrática sentaron un precedente para posteriores pintoras de cortes europeas. Su influencia fue notable en el desarrollo del retrato en Italia y España.
Por Gisela Asmundo

 

Sofonisba Anguissola nació en Cremona, Italia alrededor de 1535. Los Anguissola Ponzoni tenían origen noble pero no poseían ni rentas ni suficiente dinero, por lo tanto sus hijas debieron buscar una manera acorde con la época para lograr un buen acomodo social. En términos de aquel entonces sus padres tuvieron "el inconveniente" de tener seis hijas y un solo varón. Estas jóvenes no podían trabajar y requerían de una dote si es que querían casarse.

Su padre, Amílcare Anguissola, tuvo un papel importante en la sociedad, formó parte del consejo de los Decuriones, que gobernó la ciudad de Cremona en nombre del imperio español de Felipe II. Esta actividad le permitió establecer contactos importantes con los españoles y los italianos a la vista. Bianca Ponzoni, su madre, jugó un rol destacado en la familia con su conocimiento de alto rango, que probablemente logró promover el talento artístico de sus hijas. 

Amílcare entró en contacto con Bernardino Campi, notable pintor en Cremona y futuro maestro de pintura de Sofonisba. A raíz de un viaje a Milán que tuvo que realizar por una serie de contratos nuevos, fue reemplazado por Bernardino Gatti, otro formidable artista con gran fama de retratista. En ese entorno Sofonisba, acompañada de su segunda hermana Helena, frecuenta el estudio de Campi, aunque también parte de sus estudios se llevaron a cabo en el domicilio familiar.

 
Sofonisba_Anguissola_-_Bernardino_Campi_Painting_Sofonisba_Anguissola_-_WGA00696_copy.jpgRetrato de Bernardino Campi pintando un retrato de Sofonisba Anguissola 

(Sofonisba Anguissola, circa 1559, óleo sobre tela, 111 x 110 cm. Pinacoteca Nazionale, Siena)

 

A lo que se dedicó Sofonisba puntualmente fue a retratar a su familia y a ella misma. Fue la mujer que más veces se autorretrató en diferentes expresiones y formatos de pequeñas medidas, acorde a la exposición de las virtudes de la época. En la Dinastía de los Austria, sobre todo los Habsburgo, vamos a encontrar luego este tipo de apogeo de artistas femeninas. 

Así lo atestigua El Manual del Perfecto Gentil Hombre de Baltazar Castiglione de 1528, que le dedica un capítulo a la formación de las mujeres y cómo se debían comportar en la sociedad. Como buenas hijas y esposas, su formación en una sociedad aristocrática les exigía el saber un poco de todo: tocar un instrumento musical, leer, cantar, bailar y por supuesto, pintar.

 

Portrait_de_femme_-_Sofonisba_Anguissola_-Musée_Condé.jpgAutorretrato (1546, Museo Condé, Château de Chantilly, Francia)

 

El “divino" Miguel Angel, su gran admirador

Dos dibujos que realizó Sofonisba oficiaron como carta de presentación hacia Miguel Ángel. Su padre le escribió al famoso artista y le envió el primero, que es una de las hermanas de Sofonisba sonriendo ante una de las criadas que está aprendiendo a leer. Se puede ver cómo la guía con el dedo y se ríe, seguramente ante la torpeza de la anciana a la hora de aprender.

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A Miguel Ángel le gustó el dibujo y la retó a representar el sentimiento contrario, el del llanto. Entonces realizó un dibujo de su hermano Asdrubal, en el que el niño aparece llorando por haber sido picado por un cangrejo llevado en una canasta por su hermana. Esos dibujos eventualmente se volverían una especie de presentación de la artista ante la sociedad. No solo logró la admiración de Miguel Ángel sino que el mismo historiador de la época Giorgio Vasari la mencionó en su famoso libro Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos.

 

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Su llegada a La Corte Española

En el año 1560 Sofonisba entró en la Corte Española, como maestra de dibujo de la reina Isabel de Valois formando parte del séquito de damas de compañía. Cuando Felipe II se iba a casar con su tercera esposa Isabel de Valois (una sofisticada jovencita de La Corte Francesa), el duque de Alba que le representaba en París, le recomendó que estuviera entre las damas de corte de alguno de los territorios españoles del Milanesado, de los que era la famosísima Sofonisba. 

La joven, ya con mayoría de edad, pasaría a formar parte de la casa de la reina. Además el rey se convertiría en su tutor, él mismo se aseguraría de buscarle un marido acorde con su condición y la dotaría económicamente. Por lo tanto ella como su familia consiguieron una posición muy importante. El primer año y medio se va a dedicar a instruir a la reina sobre el dibujo y la pintura. A Isabel de Valois le gustaba jugar a las cartas y otros entretenimientos y existen cartas de la reina a su madre Catalina de Médici en las que le envía algunos dibujos, mostrándole su progreso.

Isabel de Valois era hija de Enrique II y de Catalina de Medici, de Francia. La paz del tratado de Catêau-Cambresis (3 de abril de 1559) incluyó entre sus cláusulas la celebración del matrimonio entre Felipe II y la adolescente segundogénita del rey de Francia, conocida desde entonces como “Isabel de la Paz”. La boda se celebró por poderes el 28 de junio de 1559 en la catedral de Notre Dame de París. 

Tal como imponía el protocolo, Felipe II no viajó a Francia, aunque se encontraba muy cerca, en Bruselas. Le representó en la ceremonia, como alter ego, el duque de Alba. En un torneo que se realizó por los festejos el rey de Francia Enrique II fue herido en un ojo y murió al poco tiempo, pasando a ser Catalina de Médici durante mucho tiempo regente en Francia.

Las exequias por el fallecimiento del soberano francés y la proclamación del heredero retrasaron la partida de Isabel de Valois a España. Finalmente, en noviembre de 1559 emprendió viaje hacia la Península.

La boda se celebró en el Palacio del Infantado de Guadalajara y fue una boda muy fastuosa que tenía que simbolizar la unión y el poder de ambas dinastías. Una de las obligaciones de las mujeres era la de dar descendencia, en el caso de Isabel de Valois sólo tuvo dos hijas. Murió con tan solo veintidós años en su tercer parto en el que nació una hija muerta.

Después de la muerte de Isabel de Valois en 1568, Sofonisba Anguissola se mantuvo en la corte unos pocos años más. Pasó a formar parte de la Casa de Ana de Austria y se convirtió en maestra de pintura de las hijas de la anterior reina. Pero una vez que también muere Ana de Austria, decide volver a Italia. Felipe II le arregló un matrimonio con el noble Fabrizio de Moncada, para que no volviera sin antes estar casada. Ese matrimonio duró pocos años porque en 1578 Fabricio muere ahogado en un ataque pirata. 

Sofonisba se enamora poco tiempo después de un capitán llamado Orazio Lomellino, casi veinte años más joven. Fue realmente un caso excepcional, se casaron sin permiso del rey en un momento en que tenían que haberlo hecho, fue un matrimonio libre, y una decisión así no era para nada habitual en ese época. Desde 1581 hasta 1615 residió en Génova, donde mantuvo una posición de prestigio y fama, sus últimos diez años los pasaría en Palermo, en sus posesiones sicilianas.

En 1623, la visitó el pintor flamenco Anton van Dyck, quien escribió en su cuaderno acerca de su visita: «Aunque su vista está debilitada, se mantiene aún muy alerta mentalmente». Sofonisba Anguissola moriría en Palermo en 1625. Fue internacionalmente aclamada y respetada a lo largo de toda su vida.

 

Retrato de Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II

Esta obra debe enmarcarse en el retrato cortesano del siglo XVI, más específicamente de la Casa de Austria. Una tipología que se fue desarrollando a lo largo del siglo XVI y se fijó a través de Tiziano en los retratos de Carlos V y Felipe II. Se consiguió crear lo que pretendían los emperadores y los reyes: una imagen portentosa de autoridad, una representación de su presencia en los territorios donde no podían estar.

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Retrato de Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II

(Sofonisba Anguissola , 1560. Museo del Prado, Madrid)

 

Este es un retrato de cuerpo entero, en donde podemos ver como la reina viste una bellísima saya negra con mangas de punta, y con cola que se arrolla por detrás. Las mangas están sujetas con botones de rubíes y diamantes por donde se asoman las manguillas en plata y oro. La saya entera va dotada con aplicaciones de terciopelo con distintas texturas y tonalidades de negro. El negro brillante e intenso de los ropajes era muy característico de la época de este reinado. Se obtenía de la extracción de la tintura vegetal del árbol denominado palo de campeche proveniente de la península de Yucatan, en Mexico. Felipe II comercializaba esta tintura con las demás cortes. La moda española de aquel entonces se había convertido en un referente europeo.

Isabel de Valois se alza adornada con una multitud de joyas entrelazadas en su cabellera, tal como se peinaba a diario. La reina sostiene en una de sus manos una miniatura de su marido Felipe II. Se sabe que Anguissola sabía pintar miniaturas por haber estado en contacto con el afamado miniaturista Giulio Clovio. Junto a la reina se yergue una columna de jaspes policromos en mármol. Este detalle es característico en los retratos de estado que hacían alusión a la casa real.

A finales del siglo XV y principios del XVI fue el período más famoso del arte italiano y de los más grandes de todos los tiempos. Como sostuvo Gombrich, fue la época de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, de Rafael y Tiziano, de Correggio y Giorgione, de Durero y Holbein en el norte, y de otros muchos maestros. 

Un momento incomparable en la historia que nos obliga a preguntarnos ¿cómo es qué todos esos grandes artistas nacieron en la misma época? Esa proliferación de genios que se formaron en ese período, es conocida como "El Renacimiento".

Fue en el mismo siglo XVI que nació esta maestra formidable de la pintura, una mujer especial y diferente a las demás. En el mismo momento de los grandes maestros del arte, ella logró ser una de las más famosas y distinguidas de su tiempo.

 

 

 

 

 

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