Diana Wechsler: “La curaduría es un laboratorio de ideas”

La directora de MUNTREF y BIENALSUR, diálogo con El Ojo acerca de la incidencia de las agendas al pensar una muestra y los cambios significativos en los espacios y el arte argentino de los últimos años.
Por Juan Gabriel Batalla

Como directora artística de MUNTREF (Centro de Arte Contemporáneo - Universidad Nacional Tres de Febrero) y de BIENALSUR, entre otros espacios, Diana Wechsler trabaja con expresiones artísticas y problemáticas de creadores contemporáneos de todo el mundo.

En ese sentido, su labor como curadora de muestras se complementa con su faceta de historiadora del arte e investigadora principal del CONICET, lo que le permite tener un acceso de primera mano tanto a la escena local como global.

Ha recibido becas del Post Doctoral Fellowship (Getty Foundation) y fue distinguida como Chevalier de las palmas académicas de la República Francesa (2018), como así también recibió el Diploma al Mérito de los Premios Konex  y fue distinguida por su labor de investigación por el Senado de la Nación Argentina.

 

-¿Cuál cree que deben ser las claves para llevar adelante un espacio de arte hoy? ¿Cuál es el rol? 

-Cada “espacio de arte” tiene características singulares según cómo se defina, su historia, la manera en que elige interpelar al público, la manera en que contribuye a construirlo y un largo etcétera que es justamente el que le da el perfil. 

Por eso responderé desde cuales creo que son las “claves” de un espacio como MUNTREF, museo y centros de arte de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, una universidad pública. En este sentido, creo que entre las prioridades que nos planteamos está la de que cada uno de los espacios de arte que están bajo la órbita de nuestra universidad sostenga la reivindicación del derecho a la cultura, su acceso amplio y el respeto por la diversidad. A partir de esto, que involucra tanto al perfil de los proyectos como a los públicos a los que aspiramos convocar, nos interesa atender a la inclusión y, pensando más estrictamente en los programas artísticos que desarrollamos, es una meta la de poder presentar proyectos que desactiven las inercias del ver y el pensar e instalen preguntas ante los espectadores. 

En este sentido, el rol será quizás el de un “portal” por el que sea posible a la vez ver y hacer visibles diversas perspectivas artísticas que contribuyan a hacer de cada espacio de arte un espacio de pensamiento, insisto: plural, inclusivo, diverso. 

El hecho de que MUNTREF es el museo de una universidad pública supone una misión extra que es la de contribuir en la formación de nuestros estudiantes y no sólo de aquellos que transitan el espacio del arte y la cultura sino que entre nuestras misiones está también el convertir a MUNTREF en un cruce de caminos de diferentes áreas de nuestra universidad. Así mismo, MUNTREF y sus centros de arte están en cruce con el instituto de investigaciones en arte y cultura y con las líneas de trabajo que allí se incuban en centros y programas que son en todos los casos innovadores y creativos. En este sentido MUNTREF es además un “portal” en el que los trabajos académicos se encuentran, a través de los formatos expositivos y de las activaciones y programas públicos, con las audiencias más amplias generando una sinergia virtuosa entre universidad, investigación, arte, museos y sociedad. 

 

-En MUNTREF, sobre todo a partir del trabajo internacional con la BIENALSUR, tienen acceso a muchos artistas del planeta, ¿cómo se pone en diálogo obras tan diferentes, con sus propias idiosincrasias y culturas? En ese sentido, ¿cómo se logra tejer una trama entre artistas del mundo?

-Si la pluralidad es el punto de partida del trabajo –tanto de cara a artistas y curadores como a quienes son nuestros  públicos– el trabajar con artistas de distintos horizontes culturales es el mejor desafío que podemos asumir. Es un bello ejercicio de observación y escucha, de intercambios y de aprendizajes y sobre todo es un espacio para descubrir convergencias que muchas veces desconocemos y que son las que justamente hacen a eso que podemos pensar como la dimensión humana y sus tensiones en el mundo contemporáneo. 

 

-¿Cómo inciden cuestiones de agenda, como ambientales o de género, en la manera de encarar un guión curatorial? 

-Trabajamos críticamente en, con y desde el presente, de manera que las problemáticas contemporáneas son también las que atraviesan nuestra mirada ya sea sobre los distintos pasados sobre los que estemos investigando y trabajando, como sobre los presentes que encaremos. Suelo decir que la curaduría es un laboratorio de ideas para quienes somos historiadores del arte y trabajamos –entre otras perspectivas- desde los estudios visuales y culturales, es este laboratorio el que nos permite confrontar imágenes y obras y con ellas miradas, ideas, posiciones críticas. 

 

-¿Cuáles han sido los cambios más significativos que ha visto en el mundo del arte argentino a lo largo de su experiencia?

-Resulta difícil encarar esta respuesta ya que como investigadora en historia del arte mi trabajo transitó desde las problemáticas de la modernidad y las articulaciones de los artistas y el arte de nuestro país con las tramas estéticas y políticas internacionales, hasta cuestiones relativas a las tensiones entre el arte y la política en distintas coyunturas del SXX y del presente.  A la vez mi tarea desde MUNTREF y desde BIENALSUR me permite estar cerca del día a día de la escena contemporánea. Es por esto que creo que lo que me resulta más significativo es la capacidad creativa y regenerativa de nuestra escena artística así como las estrategias que esgrimimos en momentos de particular intensidad: crisis políticas, económicas, etc. Es este presente tan complejo que nos toca vivir el que nos permite mirar hacia atrás y reconocernos en las acciones de resistencia de los colectivos de artistas e intelectuales antifascistas de los años treinta, o en aquellos artistas de los sesenta, en quienes resistieron durante la última dictadura militar tanto como en aquellos que se acercaron a los movimientos de derechos humanos, a los movimientos sociales y en acción solidaria trabajaron para dar visibilidad a las tensiones de cada momento.

 

-¿Cuáles son los criterios para llevar adelante la selección de las muestras de un calendario? 

-Para la elaboración de la programación se ponen en juego distintas cuestiones, entre ellas priorizamos la posibilidad de presentar exposiciones que pongan la mirada sobre artistas, obras, archivos, aspectos desatendidos del pasado o del presente o que ofrezcan una posición anticanónica respecto de las inercias de pensamiento instituidas. 

Nuestra ciudad tiene una agenda muy proteica por ende el desafío es poder aportar a ella proyectos curatoriales que sumen un diferencial. En nuestro caso y dada la singularidad de ser un museo que funciona como parte de una universidad pública (que además de un área fuerte de arte y cultura tiene una Maestría en curaduría), el hecho de que nuestros proyectos se inscriben dentro de programas de investigación o que forman parte de las redes de universidades e instituciones con las que trabajamos forma parte de este diferencial. 

La muestra Sublevaciones curada por Georges Didi-Huberman, es un buen ejemplo de este trabajo en red y colaborativo. Comenzamos a conversar con él y con Marta Gili (entonces directora del Jeu de Paume) en 2014 y pudimos acompañar el proyecto desde el inicio. Formamos parte de la itinerancia que arrancó en París en 2016 y en nuestra sede en 2017. Fue una “itinerancia situada” ya que como integramos el proyecto desde el arranque, no sólo fue posible que como colaboradora pudiera sugerir la inclusión de obras en el repertorio general de la muestra sino que además fue posible que en MUNTREF tuviéramos un desarrollo particular de algunos aspectos que eran de especial interés en nuestro país. Se publicó un catálogo -que complementó el que se había producido en París- del cual llevamos ya tres reediciones, lo que muestra el interés que puede tener este tipo de proyectos no sólo hacia el interior del sistema del arte o del sistema académico sino también para la comunidad que recibió esta muestra con gran interés. Vaya este caso como ejemplo para que se entienda cómo trabajamos. A él es posible sumar otros como la exposición La materia del arte que hizo visible el trabajo de Gabriela Siracusano y su equipo desarrollado en el Centro de investigaciones en arte materialidad y cultura de UNTREF y su puesta en foco en las piezas coloniales y los estudios del que fuera un gran maestro e investigador Héctor Schenone. También la muestra Annemarie Heinrich Inédita ofrece otras de las maneras de nuestro trabajo ya que la investigación que la sustenta y su publicación fueron posibles gracias al encuentro virtuoso entre el Instituto de Arte y Cultura de UNTREF, la línea de investigación que dirijo y el programa de “Archivos en peligro” de la British Library de Londres. O, para sumar unos últimos ejemplos: la muestra Migraciones en el arte contemporáneo que condujo a que parte de ella se integrara en el proyecto Estados inciertos de la AdK de Berlín, la del Archivo Miguel Ángel Lens, trabajado exhaustivamente por Francisco Lemus y Mariano López Seoane, investigadores del IIAC-Untref quienes a partir de su trabajo dieron vida a un corpus tan interesante como desconocido.  

 

-¿Quiénes son sus artistas favoritos (pueden ser actuales o para atrás) y por qué? ¿Hay alguna vanguardia o movimiento en especial que sea su preferida?

-La lista de mis “favoritos” está integrada por aquellos artistas cuya imagen, cuya propuesta me presenta algún desafío, y son muchos. Por eso, como indicio, prefiero elegir una obra que está en el MNBA que me interesa por su silencio, melancolía y misterio: La casa roja, de Carlo Carrá. Y entre los artistas argentinos contemporáneos mencionaré (aunque son numerosos los artistas que me interesan) sólo una: Graciela Sacco.

 

-¿Cuál ve que es el lugar de los museos y espacios culturales en la sociedad actual, qué se podría mejorar para atraer mayores o nuevos públicos?

-Retomando lo que comentaba antes, creo que cada espacio, cada museo tiene que pensarse de forma situada, evaluar su entorno, definir sus metas, pensarse desde el presente y en diálogo. No hay fórmulas fijas sino condiciones y necesidades diversas sobre las que pensar y trabajar.

 

-¿Qué representa el arte hoy en su vida? ¿Cómo comenzó a gestarse su relación con el arte?

-Para responder esta pregunta voy a apelar a una de las premisas de las vanguardias históricas referidas a su propósito de rearticular el arte con la vida. No entiendo mi labor separada de mi vida, al contrario, para mí arte y vida son parte de lo mismo: me apasiona lo que hago y atraviesa mi cotidianidad. Si tengo que pensar en cómo se gestó mi relación con el arte puedo responderte que no recuerdo un punto de partida. De distintas maneras, una composición musical, una imagen, un texto literario o una situación ligada a lo estético o a lo artístico estuvieron presentes: desde las actividades familiares cuando era chica, hasta los juegos con mi hermano u otras actividades, incluso las deportivas, la dimensión estética o la imaginación artística de algún modo las atravesó. 

 

-¿Qué inquietudes generales o en relación a sus investigaciones, le interesa plasmar en su trabajo como curadora?

-La curaduría es para mi el espacio laboratorio de la investigación (ya se trate de casos históricos como contemporáneos) pero también es la ocasión de que lo que estoy trabajando –pensando, cuestionándome o que me preocupa del presente- tenga un formato que adquiera un alcance social más amplio que el del circuito académico o de los especialistas. Esto es algo que me importa especialmente por eso siempre digo que me interesa sostener la curaduría de investigación y pensar con/en/entre imágenes (y textos, claro), activarlas y contribuir con ellas a construir espacios narrativos abiertos que inviten a otros a mirar, descubrir, pensar más allá de las inercias cotidianas. 

 

 

 

 

 

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