-¿Cómo comenzó tu interés por el arte, pensaste alguna vez que ibas a asumir un papel de liderazgo tan importante?
-Fue muy movilizador. Yo empecé bastante joven mi carrera profesional. A los 25 años realicé mi posgrado en Estado Unidos y tuve el privilegio de que mi primer trabajo formal sea en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y desde muy joven tenía la ilusión de liderar un gran museo, obviamente no me imaginaba que sería el Moderno, pero sí tenía la idea de que iba a dirigir una institución y desde ese primer trabajo, empecé a estudiar a mis espacios de trabajo con una mirada crítica pensando como lo haría yo. Y entonces empecé a recopilar muchas herramientas, esto fue en los 90. Por ejemplo, los empleados del MoMA, trabajaban de 9 a 5 a rajatabla y a las 5 se iban y para mí, ese era el mejor momento, me quedaba e iba a la fotocopiadora, porque en aquel momento era así y me fotocopiaba una cantidad de formularios y de artículos, que después llegaba a casa y los clasificaba según el tipo de función en el museo, por ejemplo un formulario para el traslado de obras de arte de un lado al otro dentro del museo, cuáles eran las formalidades que se sucedían dentro de la institución para que funcionase bien, todos esos funcionamientos me apasionaban. Entonces me fui armando una especie de caja de herramientas para llamarlo de alguna manera, muy gracioso porque lo tengo en mi archivo, es una caja con todas estas carpetas por temas o áreas de funcionamiento, que de hecho nunca tuve que consultar, pero están ahí y a mí me daba mucha tranquilidad y alegría pensar que me estaba armando esa caja de herramientas, quién sabe para qué en ese momento, pero con esa ilusión de que si algún día tenía la posibilidad, cómo lo haría yo. Y ese pensamiento me atravesó en los distintos lugares de trabajo. Y sí, previo a la entrada al Moderno, claramente era un espacio de deseo, es decir este ha sido un gran museo para la historia del arte argentino, una casa para los artistas argentinos, y pensaba cómo podría revitalizarse ese sitio. Era una ilusión un poco pasajera, no demasiado pensada ni formal, pero bueno estaba ahí en algún lugar del corazón.
Si hay un lugar donde los artistas vivos quieren estar, es en el Museo de Arte Moderno. Eso te vuelve a vos, de alguna manera, una de las mujeres más poderosas del arte argentino. ¿Cómo manejas este poder?
-Somos laburantes, nos halaga como equipo que nos comenten este deseo de los artistas de estar en el museo, que es nuestro mayor anhelo, el de convertir al museo en un espacio vivo para los artistas argentinos, que los artistas lo sientan su casa, los sientan propio y lo habiten y se convierta en un espacio de creación, de pensamiento y de debate. Ese es nuestro mayor anhelo, si nos estamos acercando, vamos por un buen camino. Con respecto a tu pregunta, no lo pienso de esa manera, pienso que realmente somo un equipo de mucha gente que pone lo mejor de sí, en un contexto muy desafiante. Que lo que hacemos, lo hacemos todos juntos, soñamos todos juntos y debatimos sobre cómo hacerlo todos juntos. Creo que la vitalidad del museo se debe a esa vitalidad de un equipo que está siempre buscando superarse. Nunca nos quedamos tranquilos en un lugar, sino que estamos siempre buscando qué más podemos hacer, que nos faltó mirar, cómo podemos mirar mejor o mirar más allá. Qué es lo que podemos brindar a una sociedad que está en un estado de dolor, y creo que hay tanto para hacer en la Argentina, tanto para brindar a una sociedad, a la que yo quiero pensar que se beneficiaría mucho de la experiencia del arte, porque creo sinceramente que el arte tiene un poder sanador, un poder reparador, de paz y de transmitir alegría y esperanza a futuro. Todo esto lo piensan los artistas argentinos y nos debemos como museo a una comunidad artística argentina enorme, vibrante, vital, plena de ideas, de ideas originales, del más alto nivel internacional, con lo que tendría que estar viniendo todo el planeta a Buenos Aires, a la Argentina.
-Me imagino casi como un director de orquesta que primero se enamora de la música, después de cada uno de los instrumentos, hasta que de repente tiene la hoja de ruta de cada parte de esa melodía.
-Sí, fue una hoja de ruta bastante clara desde la entrada al museo hasta hoy. En su momento cuando las autoridades de ese entonces me consideraron la posibilidad de dirigir el museo, yo presenté un plan a cinco de años de crecimiento y profesionalización de la institución, que se fue cumpliendo bastante ordenadamente, pero bueno hubieron un par de sorpresas o de pedidos algo inesperados en el camino, al poco tiempo de comenzar mi gestión. Un día me visitó el Jefe de Gabinete de Ministros de ese momento y me comenta un poco al pasar: “Victoria vos tenías claro ¿no? que parte de tu responsabilidad en este cargo es terminar el edificio”. Y yo casi me muero de un salto digamos. Y entonces le respondí: “bueno entonces espero que me den el dinero para poder hacerlo”. Y me contestó: “no, de ninguna manera”. Ahí empezó un desafío grande. A mí cuando me ponen esos desafíos grandes, soy un tipo de persona que activa las herramientas y la imaginación para poder lograrlo. Fue un camino no tan sinuoso, sí, de mucho trabajo interno dentro de la organización del Gobierno de la Ciudad para poder lograr esa ampliación que se concretó en el 2018, justamente a cinco años de mi ingreso. Lo que duplicó su área de funcionamiento, porque el museo ya tenía prevista la cáscara, la gran fachada, pero estaba ocupado en menos de dos tercios de su capacidad. A partir de ese momento, pudimos llevar al museo a funcionar al cien por ciento de su capacidad edilicia, duplicando las salas de exposiciones, armando una sala de educación, un café, la tienda, distintas áreas de circulación, ascensores, fue una enorme ampliación interna del edificio funcional. Lo que generó un cimbronazo para el equipo, que con toda la razonabilidad pensó: “somos los mismos y tenemos que gerenciar un museo con el doble de tamaño”. Y bueno yo lo que trataba de impartir era calma, que una mayor superficie no significaba que la carga laboral se iba a tensionar, si no que uno iba a poder desplegar las obras con otra posibilidad, otra espacialidad, con otras visualidades posibles, en fin, que íbamos a poder trabajar con más holgura.
-¿Cuál consideras que ha sido tu contribución más significativa al mundo del arte?
-Qué difícil, porque han habido distintas situaciones y muy diversas, pero yo creo que el trabajo para el museo, esta enorme institución tan importante, es algo que me va a marcar para siempre. Este ha sido un gran museo para la historia del arte argentino. Por un lado están los logros edilicios que son importantes, incluida la biblioteca que hicimos durante la pandemia, y por otro lado la profesionalización, formación y constitución de un equipo que fue creciendo, que al principio cuando llegué puse un número. Dije me imagino un equipo de 100 profesionales, hoy somos 120, que se mantiene desde hace ya varios años. El poder darle trabajo a mucha gente, muy capaz y talentosa en la Argentina, cuando yo en su momento, de joven me tuve que ir del país porque no encontraba un lugar de formación, para mí eso es de una importancia muy mayúscula y poder quizás en mi imaginario, ayudar a sostener a 120 familias, a través de lo que yo puedo canalizar, ofreciendo una estabilidad laboral en la Argentina. El haber formado un equipo técnico que trascienda en este caso a mí, al director, o a futuros, como en otros grandes museos del mundo, que los equipos técnicos sean los que garanticen la estabilidad y el conocimiento profesional de las instituciones y de esa manera puedan proteger la construcción de esas instituciones. Eso para mí es realmente importante, al igual que, haber podido apoyar a muchísimos artistas argentinos de todas las generaciones, desde los mayores, como León Ferrari, Ricardo Garabito, Marta Minujín, Elda Cerrato; todos queridísimos artistas y los artistas de mediana generación, que cuando entramos al museo, muy pocos tenían su gran retrospectiva y su gran libro que es lo que tratamos de dar, sus primeras grandes publicaciones. Y a los más jóvenes poder darle ese primer proyecto acompañado institucionalmente por un presupuesto y por un equipo técnico que les permita materializar sus sueños de la manera más profesional y con el mayor grado de excelencia material posible. Esos eran grandes sueños, que por suerte se están cumpliendo y lo mismo el proyecto editorial; poder crear un corpus de conocimiento sobre los artistas argentinos que se difunden a través de los libros. Hemos publicado más de sesenta libros bilingües y eso es un orgullo enorme y una tranquilidad de que ese conocimiento queda para la posteridad. Entonces bueno, el museo ha sido un espacio muy generoso conmigo y yo he tratado de ser generosa dentro de mis posibilidades en todo lo que pude.
-En noviembre llega a Buenos Aires la 55ª Conferencia Anual del Comité Internacional de Museos de Arte Moderno (CiMAM), de la cual el Moderno será sede. ¿Ese debe ser otro punto importante en tu carrera, no?
-La verdad que sí, ofrecer que el CIMAM venga ahora a la Argentina, fue una oportunidad profesional que yo tuve al integrar esta junta directiva de una gran organización intencional. Lograr que 240 directores de museos vengan al país, conozcan nuestra escena y que en lugar de mantenerlos en un auditorio hasta las cuatro de la tarde como sucedía siempre, terminar la conferencia al mediodía para que salgan a la ciudad y se enamoren de toda nuestra cultura y nuestros artistas, y abrir esa posibilidad a las demás instituciones y galerías de la ciudad, es una oportunidad de la que me siento privilegiada y muy agradecida. Ojalá esta gente se enamore de tantos artistas y esto sea un sueño de ofrecer cientos de proyectos para el desarrollo del arte argentino en el exterior.
-¿Cómo crees que te van a recordar?
-(Responde entre risas) Ay no me digas eso, soy muy joven. Espero que me recuerden como una laburante. Cuando yo iba antes a los talleres, ahora no estoy tanto en los talleres, son los curadores los que están en los talleres; los artistas jóvenes me preguntaban: qué tengo que hacer, con una ansiedad de cómo iban a transitar esta carrera que es tan difícil. Yo entiendo esa ansiedad y la comparto, comparto esa incertidumbre de cómo hacerse camino en el espacio del arte que es tan difícil. Y yo a todos les respondía lo mismo: trabajá, si uno pone todo lo mejor en el trabajo, el trabajo sólo te lleva por el camino. En el caso del arte, si ese artista se concentra en su obra, esa obra lo va a llevar al artista en su camino. El artista no tiene que tratar de forzar el camino con relaciones, con lobbies, con tratar de figurar en este o en tal lado o hablar con tal persona. No, el artista tiene que concentrarse, poner todo de sí en la obra y la obra cuando es sincera habla fuerte. Y eso es importante. Yo pienso lo mismo para el trabajo profesional del museo. A mi equipo les digo: calma, porque la excelencia protege al trabajo. Si nosotros hacemos el mejor trabajo que podemos hacer, esa excelencia nos protege en un ambiente tan inestable como es la Argentina. Estamos bien, estamos haciendo un súper trabajo, y la sociedad parece valorarlo. Bueno sigamos trabajando, no nos preocupemos y si la vida pone algún escollo en el camino, se transita como se transita siempre en la Argentina. Somos expertos en transitar obstáculos los argentinos.