Edificio Cancillería de Brasil, de Olavo Redig de Campos

Pieza arquitectónica única del modernismo brasileño en Buenos Aires, la fachada de la Embajada de Brasil se destaca por sus impresionantes balcones brutalistas.
Por Martín Sassone

 

La fachada de hormigón a la vista y la tupida jardinería colgante que oxigena ese pasaje de transición entre la Avenida Alvear y Cerrito es otro de los ejemplos del brutalismo en la ciudad de Buenos Aires. La obra del prestigioso arquitecto Olavo Redig de Campos buscó resaltar en su volumetría rasgos representativos de Brasil, de acuerdo con las corrientes arquitectónicas de mediados del siglo pasado.

El edificio de la Embajada de Brasil, donde se encuentran las oficinas de los funcionarios diplomáticos, está emplazado en un terreno de 4.400 m2 y consta de dos partes: bloque A, con ingreso desde Cerrito, y el bloque B, que se halla debajo de los jardines de la residencia de la embajada ubicada sobre la calle Arroyo.

De acuerdo con la descripción del sitio Moderna Buenos Aires, el bloque A consta de cuatro subsuelos, planta baja, entrepiso y once pisos altos. En este bloque se ubican los locales para oficinas y servicios correspondientes, de acuerdo con las necesidades de la Cancillería. En el bloque B está el estacionamiento para funcionarios, el auditorio y su foyer. En el patio del contrafrente de planta baja se colocaron azulejos decorados por el artista brasileño Athos Bulcao, quien también desarrolló el despiece de los revestimientos de granito usados en la obra.

Al igual que el edificio del ex Banco de Londres y América del Sur, donde hoy funciona la sede del Banco Hipotecario, la obra fue dirigida por el estudio SEPRA.

La creación de Redig de Campos contrasta con la Residencia del embajador, ubicada a escasos metros, sobre la calle Arroyo. De estilo francés, el Palacio Pereda es uno de los más notables de comienzos del siglo XX. Perteneciente a la oligarquía del campo, Celedonio Pereda encomendó la obra al arquitecto Louis Martin, aunque éste no lo dejó satisfecho y la obra la llevó adelante Julio Dormal. Tras la muerte de Celedonio, en 1945, la familia vendió la mansión al gobierno brasileño.

Redig de Campos (1906-1984) estudió arquitectura en Italia. En 1946 integró el Servicio de Conservación del Patrimonio del Itamaraty, del cual fue jefe entre 1960 y 1976. Diseñó además las embajadas brasileñas en Washington y Lima, las residencias oficiales en Beirut y Dakar y el Monumento Votivo Militar de Pistoia, en memoria de la Fuerza Expedicionaria Brasileña. Fue también el creador de la Residencia Walther Moreira Salles, actual sede del Instituto Moreira Salles, en Río de Janeiro, entre otras obras. 

Sin ser tan conocido y popular como Niemeyer, Burle Marx o Lina, Redig de Campos se destacó en uno de los rubros más sobresalientes de la cultura brasileña moderna y dejó su impronta en una de las zonas más pintorescas de Buenos Aires.

 

 

 

 

 

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