El Pasaje Lanín, que nace en la calle Brandsen al 2100 y termina en la Avenida Suárez al 2000, es un rincón pintoresco del barrio de Barracas, una especie de galería de arte al aire libre única en la Ciudad de Buenos Aires. Iniciada en 1999, gracias a la visión creativa del artista plástico Marino Santa María, y a partir de la fachada de su taller, la transformación de este pasaje fue clave también por el entusiasmo de los vecinos que pidieron que sus propias viviendas fueran intervenidas.
Lo que comenzó como la adaptación de un cuadro en la fachada de Lanín 33 se convirtió en un proyecto ambicioso que abarcó unas cuarenta casas en dos cuadras. La colaboración entre el artista, el Gobierno de la Ciudad, la Unesco, el Museo de Bellas Artes y empresas locales hicieron posible esta obra de arte comunitaria, donde cada frente cuenta con formas y colores únicos, preservados con venecitas.
La evolución del Pasaje Lanín no se limitó solo a las intervenciones artísticas. El barrio experimentó una revitalización significativa en los últimos años con mejoras en veredas e iluminación LED, que cambiaron su imagen para convertirlo en un centro de atracción turística, con sus figuras abstractas, mosaicos venecianos y azulejos, que dan vida a la zona que ha sido fuente de inspiración para diversas personalidades de la cultura.
Al llegar a la esquina de Suárez 2095, el pasaje culmina con La Flor de Barracas, un punto de encuentro que fusiona lo antiguo y lo nuevo en un barrio que se destaca como Distrito de Diseño. Sentarse en sus sillas thonet y disfrutar de un café es sumergirse en la historia viva de Barracas, donde palacios, fábricas y colores contemporáneos convergen en armonía.
Marino Santa María, vecino y artista visionario, fue rector de la ENBAPP y durante su gestión se creó la carrera de Profesor Nacional de Dibujo. En 2022 recibió un Premio Konex por su labor artística en el espacio público. En distintas entrevistas, Santa María definió que “el proyecto (del Pasaje Lanín) fue la primera intervención a gran escala que se realizó en este siglo en la Ciudad. Además, significó una ruptura con el arte tradicional del sur porteño, en especial de La Boca y Barracas, que tradicionalmente se los representaba a través del puerto, los obreros y el tango. Esta obra significó la identidad contemporánea del barrio, y es un orgullo que forme parte del patrimonio cultural de Barracas”.
Allí, en el sur de la Ciudad, una zona muchas veces olvidada e incluso ignorada, sobresale este hermoso y colorido lugar que es un paso obligado no sólo para los amantes del arte y los turistas, sino para todos aquellos que quieren ver algo que rompe con la monotonía urbana.