¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma.
Las olas se retiran
¿ancas, espaldas, nucas?
pero vuelven las olas
¿pechos, bocas, espumas?
Muere de sed el mar.
Se retuerce, sin nadie,
en su lecho de rocas.
Muere de sed de aire.
Muere de sed el mar, José Octavio Paz.
En la plazoleta Haroldo Conti, en plena Costanera Sur, descansa una escultura que captura la fuerza y la belleza del mar. La ola, una obra maestra del escultor argentino Nicolás Isidro Bardas, fue inaugurada el 17 de abril de 1937, y es una pieza de mármol de Carrara que sobresale en ese refugio verde de la ciudad, a la sombra de las grandes torres de Puerto Madero.
Ubicada originalmente en el antiguo Parque Balneario Sur, La ola resistió el paso del tiempo y los cambios del entorno. Hoy, rodeada de árboles autóctonos, acompaña el disfrute del paisaje ribereño que suele llenarse de turistas y porteños que quieren escapar del asfalto gris los fines de semana.
Bardas, nacido en Buenos Aires en 1891, fue un artista multifacético, discípulo de Lucio Correa Morales, que incursionó en la pintura y la escultura. En La ola, logra una representación sensual y naturalista de una figura femenina desnuda inmersa en el movimiento de las olas. La tersura de la piel, la fluidez del cabello y la expresión del rostro transmiten también una sensación de serenidad.
El tema alude a la entrega a la naturaleza y la obra evoca la influencia de grandes maestros como Miguel Ángel, especialmente en el tratamiento del mármol y la búsqueda de la perfección anatómica.
Bardas murió en 1952, dejando un importante legado artístico. Sus obras se exhiben en museos de Praga, en la Universidad Nacional de México, y en instituciones de Argentina como la Presidencia de la Nación y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En México, también, realizó los monumentos al revolucionario mexicano Felipe Carrillo y al líder Emiliano Zapata. La ola es sin dudas una de sus creaciones más emblemáticas, un testimonio de su talento y una joya única del patrimonio cultural porteño.