Brice Marden y la abstracción como creencia

Su obra adquirió profundidad en la insistencia del trazo, la línea y el color. En la capacidad de redefinir continuamente un proceso analítico donde el acto creativo se volvía un acto de fe.
Por Valeria Muzzio

 

Si buscamos la etimología de la palabra abstracción diríamos –según la RAE– que es la capacidad intelectual que consiste en separar un elemento de su contexto para analizarlo y hacerse un concepto de este. La palabra proviene del latín abstrahĕre, que quiere decir ‘separar’. Acción y efecto de apartar algo, para comprenderlo. Un concepto que en el caso del arte, puede ser concebido casi como un acto de fe, algo que va mucho más allá de un simple proceso analítico. 

El artista estadounidense Brice Marden (1938 - 2023) decía: “Soy un pintor abstracto no sólo por mí mismo, sino porque realmente creo en la abstracción”. Es en esa creencia donde encuentra una forma de representación. Es en esa soledad donde el trazo se retuerce en el lienzo sin querer encontrar nada más allá que el puro acto meditativo, de este lado, contemplativo. Es la insistencia de un color solitario y monocromático, una línea y otra, y después otra, que se mueve pero que no llega a descontrolarse, un gesto que se repite hasta que pareciera detenerse, pero que vuelve como si nada en un díptico o en un tríptico. Eso no impide que pueda llegar a replicarse hasta seis veces con un mismo tema, inclusive, prolongarse durante toda su obra. No es casual, nunca lo es, hay un contexto y una profunda búsqueda personal.  

 

 

Marden fue uno de los artistas más influyentes del arte contemporáneo, reconocido por su capacidad de redefinir la abstracción a lo largo de su carrera. Su estilo es notable por la transición desde el minimalismo hacia el uso de las líneas que incorporan influencias de caligrafías orientales y elementos orgánicos como la encáustica. Fue este proceso de evolución constante sobre lo que vemos y cómo lo vemos, junto a su habilidad para explorar las sutilezas del color, la forma y la superficie, lo que lo distinguió en la escena artística. Su obras se han vendido en cifras millonarias: en 2020 Complements (2004-2007) se vendió en subasta por 30,9 millones de dólares, convirtiéndose en el artista vivo más cotizado de aquel momento. 

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Complements (2004-07). Óleo sobre tela, en dos paneles, 183 x 244 cm.

 

Marden comenzó en la década de 1960 como un artista minimalista, sin embargo fue cambiando a lo largo de los años sin perder coherencia artística. En 1971 visitó por primera vez la isla griega de Hydra, lugar que se convirtió en inspiración y al que volvió de forma recurrente a lo largo de su vida. Es ahí donde encontró nuevos materiales y soportes, entre ellos rocas encontradas durante sus paseos por Grecia.

A partir de los años 80, descubre una nueva forma de expresión en la caligrafía china y japonesa. Esta influencia refleja el desarrollo de una nueva búsqueda, más gestual, desplegada en líneas sinuosas que evocaban el movimiento caligráfico, como se ve en su famosa serie Cold Mountain (1989-1991), inspirada en los escritos del poeta Hanshan. Sin embargo, su interés no estaba en el contenido de los caracteres chinos, sino en la concepción estética de esas composiciones poéticas; en la presencia visual del signo, haciendo que sus trazos parezcan espontáneos pero cargados de intención y profundidad. Trabajaba de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha (como un texto chino), luego en movimientos serpenteados, más libres. Su acción consistía en pintar y corregir continuamente.

 

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De la serie Cold Mountain (1989-1991).

 

En la caligrafía china existe una relación íntima con el uso del vacío, donde el espacio en blanco no es simplemente ausencia, sino parte esencial de la composición. Marden integró esta idea en sus obras, equilibrando cuidadosamente las líneas y el espacio vacío para dar una sensación de armonía y respiración visual. Para él la pintura podría ser tanto un proceso contemplativo y terapéutico como un acto físico.  

Es en esta etapa donde se lo vincula al lenguaje pictórico de Jackson Pollock y Willem de Kooning, quienes usaban el lienzo como un campo de batalla emocional. Aunque Marden respetaba a los expresionistas abstractos, su trabajo parecía más bien una reacción a la intensidad cruda de ese movimiento. Mientras que los expresionistas buscaban representar sus emociones de forma inmediata y enérgica, Marden prefería un enfoque más introspectivo. 

Brice Marden siguió pintando hasta el último día de su vida, eso fue el 9 de agosto del 2023, a la edad de 84 años, dejando un gran legado en el arte contemporáneo. El crítico neoyorquino Peter Schjeldahl, lo definió como “el pintor abstracto más profundo de las cuatro últimas décadas”

 

 

 

 

 

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