Del sitio web de Itay Zalait: “En La Última Cena preparé una mesa llena de riqueza y prosperidad que festejó a los reyes, mientras mostraba doce sillas vacías que representaban a los apóstoles desaparecidos. Sin embargo, en lugar de Jesús, se coloca al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, refiriéndose a él como un salvador de Israel, casi como el hijo de Dios, estando por encima de la ley. La imagen que presenté fue la de él terminando su fiesta nacional y pasando a la última parte de la comida: el desierto. La última cena es una metáfora de la encrucijada más dramática de Israel: refleja la última cena del primer ministro israelí acusado de acto criminal, o podría ser la última cena de la DEMOCRACIA israelí. Después de muchos años de ciudadanos sintiéndose incitados, de estar divididos en grupos y sectores, el pueblo de Israel llama a la unidad, llama al cambio, a la esperanza y a un futuro mejor para nuestros hijos. A la mañana siguiente de exhibir la instalación, me inspiré para hacer mi siguiente trabajo y supe al instante que sería El héroe de Israel”.
El contexto del ataque criminal de Hamas en octubre de 2023 y la posterior represión israelí sobre la población palestina al otro lado de la frontera (que la ONU ya calificó como “genocida”) hacen que el análisis sobre las obras de Itay Zalait se vuelva particularmente difícil. Por eso, y dado que el registro en video del working progress parece ser fundamental, se ha preferido transcribir la descripción que el propio artista hace de su trabajo. En este caso, una instalación efímera de 2020 que muestra a una réplica grotesca de Netanyahu (entre el hiperrealismo de Ron Mueck y la sátira de la revista Charlie Hebdo) en la escena consagrada por el arte de Leonardo a Warhol.
Zalait se esmera en representar a una parte de la sociedad israelí alienada por el gobierno de derecha configurando estos anti-monumentos instantáneos en los que pone a trabajar a un equipo con tácticas de choque. Como una cuadrilla municipal se los ve llegar de noche a locaciones clave de Tel Aviv para de forma rápida descargar la instalación, disponerla sobre un pedestal y luego acordonarla. Con las primeras luces del día los transeúntes son sorprendidos en su rutina por esas apariciones fugaces rodeadas con los ornamentos de la pompa oficial. Faltaría la alfombra roja, un clarín chillón y el pabellón nacional con la estrella de David. Pero los monumentos de Zalait fueron hechos para entrar y salir del ojo público como fantasmas. Algunos como King Bibi (por Benjamin), la escultura de bronce de tamaño real emplazada en el City Hall de Tel Aviv en 2018, forman parte de colecciones insólitas como la de un millonario de Texas que reúne estatuas de “dictadores” de todo el mundo. La galería Saatchi de Londres, en tanto, tiene a la venta una réplica en miniatura que viene en una caja como si fuera una muñeca Barbie. Pero no lo es.
En cuanto a El Héroe de Israel, una suerte de pensador de Rodin portando la bandera israelí, que es un homenaje a los manifestantes que luchan por su derecho a protestar democráticamente contra su propio gobierno; hay desde réplicas hasta remeras estampadas con la obra a la venta en el sitio web de Zalait. Se dice allí: “Apoyar este proyecto es apoyar las protestas. El dinero del merchandising le permitirá a Itay seguir creando piezas poderosas de arte de protesta y darle voz a quienes protestan”. La situación actual no parece propicia para otro de sus golpes nocturnos mezcla de Ai Wei Wei, Borat y Bourdelle, o el ya citado Ron Mueck.