Simone Leigh y la creolización de la forma

La artista estadounidense, ganadora del León de Oro en la 59° Bienal de Venecia, incita a reflexionar sobre temas como la identidad, la autodeterminación y la herencia cultural.
Por Luciana García Belbey

 

La práctica de Simone Leigh, nacida en Chicago en 1967, de padres misioneros jamaiquinos, se desarrolla dentro del campo de la escultura. Y, si bien, desde hace algunos años sus producciones se expandieron a escalas colosales, el medio donde todas sus creaciones nacen es la cerámica, la arcilla y el gres. Prácticas ligadas a lo artesanal y a lo manual, hecho de gran relevancia para Leigh, dado que su mano está presente en cada etapa de sus procesos creativos. Recientemente, también, ha incluido en su trabajo el video, la performance, la instalación e intervenciones sobre el espacio y la arquitectura. Asimismo, sus obras incorporan elementos naturales o extra artísticos relacionados con culturas africanas, en una sugestiva fusión de texturas y colores, sin dejar de lado, un profundo interés por generar composiciones elegantes y sofisticadas. Esta mixtura de materiales, da cuenta de una hibridación cultural, dado que la matriz conceptual de su trabajo reflexiona sobre la construcción de la "subjetividad de la mujer negra", el colonialismo y racismo. De este modo, la artista propicia señalamientos profundos acerca de las complejas interacciones que se han dado a lo largo de los siglos en la historia de la cultura afroamericana.

Su formación en filosofía y sus trabajos de campo como asistente social en su juventud marcarían profundamente sus futuras producciones artísticas. En este período pudo tomar contacto directo con cientos de historias personales, lo que le posibilitó formar su propia mirada acerca de la constitución de la identidad cultural negra en América. De allí que su principal estrategia formal y visual sea lo que ella llama la “creolización de la forma”, en la que utiliza elementos culturales heredados desde la diáspora hasta nuestros días. Derivado de estos procesos de investigación y reflexión es que Leigh piensa su práctica a partir de una operación conceptual que ella misma denomina como “auto-etnográfica”. En ésta, sobre la base de las luchas y acciones que han sostenido por siglos tanto las mujeres afroamericanas, como las intelectuales del pensamiento feminista negro, construye un punto de vista de “autoderterminación”, término íntimamente ligado a la idea de ser soberanos de nosotros mismos. 


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Otro punto importante en su desarrollo como artista es el haber sido practicante durante un semestre en el Smithsonian National Museum of African Art en Washington DC, donde pudo conocer en profundidad la iconografía y los materiales utilizados por las distintas culturas africanas presentes en el museo, a la vez que le posibilitó construir una mirada crítica acerca de cómo esas culturas eran interpretadas desde la mirada occidental. Las formas sintetizadas con las que  suele trabajar, derivan sin dudas de estas investigaciones. También suele referenciarse con imágenes fotográficas y archivos documentales. Las figuras de sus esculturas, mayormente femeninas, presentan interesantes configuraciones corporales, en las que se produce una fusión con elementos utilitarios tales con vasijas, cuencos, y otros artefactos cotidianos, a las vez que cabellos o prendas de vestir recuerdan elementos naturales, de gran carga simbólica. 

En abril de 2019, Simone fue la encargada de inaugurar la plaza seca que forma parte de The High Line, en Nueva York, con su monumental obra Brick House. Su traslado desde Filadelfia y el emplazamiento en altura fue tan épico como su estructura. El bronce oscuro y de acabado mate, de cinco metros de alto, representa el busto de una mujer negra, cuyo torso remite a la típica arquitectura de África occidental. Esta enorme pieza escultórica pretende representar una mujer majestuosa, sólida y poderosa, y actualmente preside la entrada principal del Arsenale, convirtiéndose en una pieza clave de la exhibición internacional The Milk of Dreams, curada por Cecilia Alemani, en la 59a edición de la Bienal de Venecia de este año. Su participación en esta importante muestra por la que recibió el León de Oro, se completa con Cupboard (2022), otra escultura de bronce, dorada, de grandes proporciones localizada en Giardino delle Vergini. 

 

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La artista es, asimismo, la encargada de representar a los Estados Unidos en el pabellón nacional, convirtiéndose en la primera mujer afroamericana en realizarlo. Su innovadora propuesta, cuyo título es Sovereignty, constituye un programa integral en el que también transforma radicalmente el edificio de estilo neoclásico, construido en la década del treinta. A través de una grandiosa intervención sobre la arquitectura preexistente, Façade convierte la palladiana estructura en una arquitectura tribal, inspirada en antiguas postales de la Exposition Coloniale Internationale de París de 1931. La estructura de pilares de madera y techo de paja recuerda puntualmente las construcciones de Camerún-Togo que la artista utilizó como modelo. En plena expansión imperial, estos pabellones etnográficos tenían por objetivo mostrar a los europeos los rasgos característicos de la vida y la cultura de los países colonizados. En la entrada del complejo, Satellite, una gigantesca figura negra de bronce de 7,3 metros, evoca a la vez, una máscara con forma de busto femenino utilizada para comunicarse con los antepasados por los pueblos Baga de Guinea, y una antena satelital, otra gran metáfora de la fusión de culturas y tiempos. 


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En el interior pueden verse distintas esculturas e instalaciones, todas relativas a la diáspora en el Caribe. Entre ellas destaca una pieza de rasgos hiperrealistas que representa una lavandera en su oficio, inclinada, y con los pies en una estructura llena de agua, lo que potencia visualmente el conjunto. Last Garment, se inspira en una fotografía tomada en Jamaica a finales del siglo XIX, que fue utilizada para potenciar el turismo caribeño anglófono, sugiriendo la idea de un lugar habitado por una población servicial y aseada. La pieza está realizada con gran preciosismo y detalle, la figura está completamente realizada a mano, en arcilla, y luego fundida en bronce, y además de trabajar a partir de fotos, se asiste con una modelo vestida con trajes de época. La cabellera es otro elemento a destacar realizada a partir de ochocientos caracolillos modelados uno a uno, manualmente por la propia artista.

 

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Leigh entiende la soberanía como autogobierno e independencia, tanto a nivel personal como colectivo. En sus propias palabras: “ser soberano es no estar sujeto a la autoridad de otro, ni a los deseos de otro, ni a la mirada de otro, sino ser autor de la propia historia”.

 

 

 

 

 

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