A media hora de la Torre Eiffel se luce el primer museo de arte digital de Francia. En él, las piezas artísticas cobran vida y lo digital despliega su poder e invita a sumergirse en una vivencia inmersiva sin igual.
Ubicado en una ex fábrica, este innovador espacio abrió sus puertas en el 2018. Con sistemas multimedia de última generación propone un recorrido visual y musical por la vida, obra, deseos y viajes de los más grandes artistas de la historia del arte. Klimt, Monet, Renoir, Van Gogh, Cezanne, Dalí, Gaudí, Chagall y Klee son algunos de los nombres que pasaron por sus salas. Estas exposiciones de luz y sonido generan experiencias 360 en donde el espectador se introduce en un nuevo universo.
¿Cómo funciona? Por año se organizan distintos programas y se presentan en cartelera tres muestras a la vez. El visitante reserva la entrada por la página del sitio y asiste como si fuese una función de cine; pero la experiencia es completamente diferente. Por más que priman las proyecciones y se cuenta una historia, el público se encuentra frente a una exposición monumental donde uno es libre de caminar y ubicarse donde guste. Una vez que la música empieza a sonar, el color invade hasta el último recoveco. Las obras de arte colman el espacio: techos, pisos y paredes de hasta diez metros de alto funcionan como lienzo gigante. Ciento cuarenta proyectores de video láser junto con cincuenta altavoces cubren los 3300 m²: es la virtualización y proyección de las obras en alta resolución la que envuelve al espectador en un efímero baño de pintura hecha de píxeles.
Para Bruno Monnier, presidente de Atelier des Lumières y creador de Culturespaces —fundación pionera en la creación de centros de arte digital—, esta nueva forma de vivir el arte permite “crear vínculos entre épocas, agregar dinamismo a las prácticas artísticas, amplificar las emociones y llegar al mayor público posible". A su vez, da lugar a experiencias movilizantes. Estas muestras juegan con la sorpresa del espectador, que se encuentra en un estado de asombro constante, pero que no puede abarcar todo lo que está sucediendo. Ninguna vivencia es igual, ya que depende de cada uno. El lugar desde donde se elige presenciar el espectáculo definirá lo que uno ve o deja de ver.
El espacio se divide en dos grandes recintos. El Hall impacta con su arquitectura colosal y estructura original. En esta sala se encuentran elementos propios de su época como fábrica fundidora de hierro: una chimenea, una torre de secado, un tanque de agua y un cuarto, hoy cubierto por completo por espejos. Todos estos son la base sobre la cual se proyectan dos grandes exposiciones digitales. Una dura treinta minutos y la otra diez. Entre ellas solo hay dos minutos de intervalo. Lo interesante es que se las puede apreciar todas las veces que el visitante desee y decida quedarse. El Studio, por otro lado, es el segundo espacio y es bastante más pequeño. En él sí hay butacas frente a una gran pantalla. Allí artistas digitales despliegan sus últimas creaciones.
Risas, exclamaciones de admiración y hasta algunos llantos invaden el Atelier des Lumières, cumpliendo el objetivo de su director artístico, Gianfranco Ianuzzi, ya que el foco del proyecto se encuentra en la emoción: “me interesa el sentir más que el comprender. Cuando se escucha la primera nota musical, la tecnología da paso a la emoción estética en un escenario poético”.
Este centro dedicado al arte digital se encuentra en el distrito once de París. Abre sus puertas todos los días de 10 a 18 horas y se lo puede visitar hasta media hora antes del cierre.