Frank Gehry hace de cada edificio una impactante escultura y el Biomuseo no es una excepción. Esta rareza arquitectónica de su autoría estalla de color y llama la atención hacia la entrada del Canal de Panamá, muy cerca del corazón de dicha ciudad. Se trata de la primera y única huella que dejó -hasta ahora- en América Latina, el canadiense, uno de los máximos exponentes de la arquitectura de vanguardia del siglo XX.
Ganador del prestigioso Premio Pritzker en 1989, Gehry es autor de edificios mundialmente icónicos como el Museo Guggenheim en Bilbao, la Sala de Conciertos Walt Disney en Los Ángeles, la Casa Danzante en Praga y la Fundación Louis Vuitton en París, entre varios otros. De inconfundibles formas sinuosas y tamaños asimétricos que dan la sensación de estar expandiéndose, estos se convirtieron en atractivos símbolos del paisaje urbano de las distintas ciudades en las cuales se encuentran.
Para diseñar el Biomuseo en Panamá, el arquitecto se corrió de su característico estilo metálico, monocromático y futurista para dar vida a una versión tropical de sus emblemáticos edificios, en la cual una explosión de colores vivos desciende desde el techo hasta las paredes del espacio. Amarillo, rojo, verde, azul y naranja brillan en el conjunto dinámico de marquesinas de metal. Los techos, compuestos por múltiples capas que apuntan en diferentes direcciones, imitan las formas de los árboles altos de la selva tropical que se mecen con el viento.
Entre las capas de metal la luz natural ingresa y se dispersa en el espacio. Además de seducir a visitantes de todo el mundo, la fachada de esta institución también rinde homenaje -y se adecúa- a la colorida arquitectura típica del Canal de Panamá. La paleta fue elegida por el autor para representar no sólo la variedad de flora y fauna, sino también la diversidad cultural presente en las comunidades indígenas y los colores de las casas tradicionales de Bocas del Toro.
Situado en una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo, este museo combina la visión artística de Gehry con la experiencia científica de la Universidad de Panamá y el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales. La exposición permanente del Biomuseo abarca ocho salas que sumergen a los visitantes en experiencias visuales y sonoras, e invitan a descubrir grandes esculturas y dos acuarios, para recorrer la historia de la naturaleza y la geología de la región.
El edificio de trece mil metros cuadrados cuenta además con una cafetería, una tienda de regalos y un atrio público al aire libre en el primer piso, que ofrece vistas únicas de la ciudad, el mar Caribe y el océano Pacífico que rodean al edificio. Posee también un Parque de la Biodiversidad botánico de acceso libre y gratuito, diseñado por la paisajista estadounidense Edwina Von Gal con plantas nativas que embellecen y avivan el paisaje. Este jardín envuelve al edificio e invita a visitantes de todo el mundo a disfrutar de exposiciones temporales a cielo abierto que se realizan durante todo el año.