Ubicada en Ramón Freire 3055, la fábrica fue fundada por la familia Barthel a comienzos del siglo XX, luego de su instalación en Buenos Aires en 1923. El emprendimiento había nacido en 1891 en Dresden, Alemania, antes de que Rudolph Barthel —hijo de los fundadores— trasladara la producción al país. En su momento de mayor actividad llegó a emplear a unos 70 obreros y concentraba carpintería, lustres, tapicería y diseño, con talleres equipados con maquinaria alemana que se mantuvo en uso durante décadas.
El predio, adquirido por una desarrolladora privada en 2022 tras años de abandono, conservaba hasta el inicio de la demolición un conjunto de pabellones, galerías, patios y techos a dos aguas que documentan la historia productiva del barrio. Entre sus piezas más emblemáticas destaca un pabellón de dos niveles fechado en 1925, conectado con sectores en “L” donde funcionaban las salas de lustre y depósito. Varias dependencias mantenían un alto grado de autenticidad, al igual que la casa chorizo vinculada al fondo del terreno.
La fábrica, un conjunto edilicio de estilo neocolonial, contaba con protección estructural otorgada por la Ley 5117, que resguardaba la totalidad del inmueble por su valor histórico, testimonial y simbólico. Pese a ello, en 2023 la Dirección General de Interpretación Urbanística (DGIUR) aprobó un proyecto que autoriza la demolición de más del 70% del complejo y habilita la construcción de cinco edificios de cuatro pisos, con departamentos, terrazas y piscina.
El Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC) presentó un amparo para frenar la obra, argumentando que la autorización violaba la normativa patrimonial y el Código Urbanístico, que prohíbe demoler edificios con protección estructural y limitaría además el incremento de volumen construido y la ocupación del pulmón de manzana. Un juez de primera instancia concedió la cautelar en 2024, decisión ratificada luego por la Cámara.
Sin embargo, un dictamen pericial ordenado en 2025 redujo el alcance de la protección al considerar que solo una parte del inmueble reunía valores patrimoniales, excluyendo los pabellones fabriles. Con ese fundamento, el tribunal levantó la medida y habilitó la reanudación de la obra. La resolución fue apelada por el ODC, pero mientras la causa avanza los trabajos de demolición ya están en curso.
“Un edificio histórico más queda a merced de la especulación”, lamentó la organización, que difundió imágenes del derrumbe. Vecinos de Coghlan también criticaron la pérdida del inmueble y denunciaron que la política urbanística porteña promueve la desprotección de bienes históricos frente a proyectos de densificación.
De la antigua fábrica solo se conservarán la fachada y algunos accesos sobre la calle Freire, mientras el resto del predio será reemplazado por nuevos volúmenes residenciales. Para la comunidad, se trata del cierre de un capítulo de la memoria industrial del barrio; para los desarrolladores, el inicio de un emprendimiento inmobiliario amparado por las autorizaciones vigentes.





















