Seguir la ruta de la obra del arquitecto Francisco Salamone equivale a perseguir un rastro invisible por toda la provincia de Buenos Aires. Nacido en Sicilia y de padre constructor, Salamone llegó a Argentina junto a su familia a principios del siglo veinte siendo un niño. Aunque tiene en su haber la construcción de varias viviendas y edificios privados, con los años se volvió un arquitecto de culto esencialmente por sus obras públicas. Su colosal trabajo fue parte del plan urbanístico del gobernador Manuel Fresco, quien, luego de asumir en 1936, le encargó una serie de construcciones que hoy en día forman una monumental obra art déco futurista que se expande a lo largo de pequeños y medianos municipios.
En apenas cuatro años, entre 1936 y 1940, Salamone construyó más de sesenta edificios en veinticinco municipios. Un año y medio le llevaba en promedio terminar cada encargo, siendo el primero en usar hormigón armado en el país. En esencia, el trabajo que el gobernador Fresco le encargó tenía que ver con la construcción de municipalidades, portales de cementerios y mataderos, pero Salamone también realizó plazas, veredas, pórticos y luminarias para mantener la coherencia de estilo.
“Desproporcionada”, “dramática”, “desconcertante” son algunos de los adjetivos que se usan habitualmente para caracterizar su obra, siempre definida por la idea de monumentalidad. Sus diseños se destacan por un original uso del espacio, las líneas rectas y la simetría, y su carácter imponente tiene que ver con que se erigen con gran presencia en contraste con un entorno urbanístico caracterizado por las casas bajas, propio de las localidades donde se edificaron, impactando de esta manera en el urbanismo provincial. Cada una de sus construcciones es entonces un hito expresivo y representativo de la identidad de cada lugar.
La obra de Salamone fue declarada patrimonio cultural de la provincia de Buenos Aires en 2002. A continuación, un recorrido posible, primero por la ruta 51 y después la 33, para conocer sus creaciones más significativas, que a su vez también es una exploración al sur de la provincia de Buenos Aires
Cementerio de Azul
Definido por algunos especialistas como su “obra total”, el portal del cementerio de Azul es una superposición de placas blancas que se acumulan hacia el centro para enmarcar la intimidante figura del ángel San Gabriel en versión cubista. Detrás de esa escultura, aparece la palabra RIP con un relieve que le otorga imponencia. Salamone diseñó no sólo la fachada sino también las galerías, el oratorio, el crematorio y las áreas administrativas de este cementerio. Otras obras del arquitecto en esta ciudad son la Plaza San San Martín, el Matadero Municipal, y el Parque Sarmiento.
Plaza Central de Laprida
Geométrico, onírico y reverberante, el diseño de la fuente de la plaza central de Laprida sintetiza la manera en que las obras de Salamone rompen con el paisaje local de cada lugar donde fueron levantadas. Organizada a partir de una doble simetría axial, esta plaza tiene dos ejes ortogonales que la dividen en cuatro cuadrantes. Todos los equipamientos, desde los bancos hasta las farolas fueron diseñados por Salamone, al igual que la sede municipal de Laprida, ubicada justo enfrente de esta plaza.
Matadero Coronel Pringles
Los mataderos fueron otra de las construcciones características que Salamone dejó en la provincia de Buenos Aires. Construido en 1937, el de Pringles se distingue entre los demás por su composición asimétrica pero fundamentalmente por presentar en su parte superior un tanque con forma de cuchilla.
Cementerio de Saldungaray
El portal del cementerio de Saldungaray aparece sobre el paisaje como un capricho. Una obra gris y sólida cargada de dramatismo que contrasta con la verde tranquilidad de Sierra de la Ventana. Se trata de una rueda de cemento gigante con rayos interiores de dieciocho metros de diámetro que lucen de fondo cerámicas esmaltadas azules, de donde surge un crucifijo con la cabeza de un Cristo sufriente que mira hacia abajo, como representando el dolor de quienes llegan hasta allí.
Municipalidad de Carhué
Los edificios municipales ideados por Salamone resguardan en su potente presencia el valor simbólico de representar el poder que detenta el estado. Inaugurado en 1938, el de Carhué es el más alto de todos los construidos por Salamone, quien diseñó no sólo la fachada, sino también cada detalle interior de este palacio. En esta ciudad también se encuentra otra de las obras fundamentales del arquitecto: El Matadero Municipal, que quedó en desuso después de la famosa inundación de 1985.