El 22 de diciembre de 1936, el entonces presidente de los Estados Unidos de América, Franklin D. Roosevelt, recibió una carta con una oferta imposible de rechazar. La propuesta en cuestión provenía de Andrew William Mellon, un millonario banquero que había sido Secretario del Tesoro durante más de una década, y que había dejado la administración pública luego de su mala gestión durante la Gran Depresión. El ofrecimiento que le hizo al hombre más poderoso del mundo era donar parte de su extensa colección de arte e invertir quince millones de dólares para dar vida a la Galería Nacional de Arte en la capital norteamericana, un museo que terminaría siendo un sitio icónico de la ciudad de Washington y que contiene obras de artistas de renombre como Jan Vermeer, Rembrandt van Rijn, Claude Monet, Vincent van Gogh y Leonardo da Vinci.
Abierta al público en 1941, y compuesta por dos edificios inaugurados con casi cuarenta años de diferencia (al Edificio Oeste original se incorporó el Edificio Este en 1978) e interconectados por un pasaje subterráneo, la Galería Nacional de Arte sumó en 1999 un atractivo más a sus nutridas colecciones de pinturas y estatuas. Se trata del Jardín de Esculturas, ubicado en la Explanada Nacional, entre el Edificio Oeste de la Galería Nacional y el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano.
Diseñado por el arquitecto paisajista, Laurie Olin, y su empresa, el jardín es una muestra más de la corriente artística conocida como land art, cuyo precepto fundamental es proponer al espectador un lugar de exhibición por fuera de las galerías tradicionales, en los que la obra y su espacio circundante son inseparables el uno del otro. En el corazón del jardín se ubica una enorme fuente que se congela entre diciembre y marzo (durante el invierno en norteamérica), dando lugar a un monumental bloque de hielo que es utilizado como una pista de patinaje durante esos meses. La pista predecía al jardín, y el resto se fue construyendo en torno a ella.
El nacimiento del Jardín de Esculturas fue muy posterior a la muerte de Mellon, que dejó el plano terrenal en 1937 y estuvo lejos de vislumbrar la explosión del land art en la década del setenta, con trabajos insignia como la Spiral Jetty de Robert Smithson en el desierto de Utah.
La inauguración del parque, de hecho, estuvo dedicada a Paul Mellon, hijo del fundador de la Galería Nacional de Arte, la cual incluyó el rediseño de la pista de hielo. Entre las decenas de obras consagradas que pueblan el jardín se encuentran Four-Sided Pyramid, de Sol LeWitt; Cheval Rouge, de Alexander Calder; Typewriter Eraser, Scale X (1999), de Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen; Personnage Gothique, Oiseau-Eclair (1974), de Joan Miró; y House I (1998), una ilusión óptica diseñada por el famoso artista pop, Roy Lichtenstein, entre otras.
Además de las monumentales esculturas, el jardín está repleto de plantas autóctonas americanas, como árboles de dosel y de flor, arbustos y cubiertas vegetales. Además, el Jardín de Esculturas está rodeado por una valla metálica decorativa con pilares y zócalos de mármol, diseñada para reflejar el carácter histórico del Edificio Oeste, y senderos curvos de granito y piedra triturada que guían el recorrido de sus visitantes. Para aquellos que deseen descansar en su trayecto, es posible sentarse a tomar algo en el Pavilion Café.
Quienes buscan una cara distinta de Washington D.C., alejada de la rosca política, este predio dentro de la Galería Nacional de Arte es una excelente opción, una que ofrece la mezcla justa de tradición y modernismo para dar vida a un hito del mundo del arte.