El 8 de noviembre se cumplen cinco años de la inauguración del Louvre Abu Dhabi, un museo ubicado en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, que nació de la asociación del país arábigo con Francia, con el fin de crear un “nuevo faro cultural” en el mundo. Su origen se remonta a 2005, cuando ambos gobiernos comenzaron las negociaciones que culminaron en la firma de un acuerdo dos años después. Este convenio estableció una cooperación cultural entre ambos Estados por el plazo de tres décadas, quedando el país galo a cargo del asesoramiento general y el desarrollo del proyecto artístico de la naciente institución.
El diseño y la construcción del edificio estuvo a cargo de Jean Nouvel, reconocido arquitecto francés con obras en varios países de Europa, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid o la Filarmónica de París. El resultado fue el descomunal museo, que ocupa un área de veinticuatro mil metros cuadrados, y que está emplazado en la Isla Saadiyat, a orillas del Golfo Pérsico. Tanto el museo como los complejos hoteleros y gastronómicos que se encuentran en desarrollo en la isla son parte de una enorme apuesta del gobierno de los Emiratos Árabes para posicionarla como un lugar turístico de referencia en el mundo.
El Louvre Abu Dhabi, construido sobre el agua, está recubierto por un enorme domo de acero de 7500 toneladas y 180 metros de diámetro. Al techo lo componen cerca de ocho mil estrellas de tamaños variados, yuxtapuestas en ocho capas con perforaciones que permiten el paso de la luz. El resto de las estructuras que dan forma al museo están hechas de concreto. En total son cincuenta y cinco edificios inspirados en las construcciones bajas características de la zona, de los cuales veintitrés son galerías de arte. Es posible acceder al predio tanto por mar como por tierra, a través de un puente que lo conecta con la isla.
Las obras que se exponen en las salas son el resultado tanto de adquisiciones para su colección permanente como préstamos obtenidos a través del trabajo coordinado con la agencia France-Muséums, una asociación privada cuyo principal accionista es el Museo Louvre de París. Esta organización, conformada por diecisiete destacadas instituciones culturales de Francia, es la encargada de proveer de piezas artísticas al museo arábigo, así como de asesorar en la curaduría de sus muestras y exhibiciones.
Éstas se organizan de forma cronológica, para abarcar toda la historia del arte de la humanidad, “desde el Paleolítico hasta el presente”, según reza la página web del museo. Los criterios de selección de las obras son en base a su importancia histórica, el estado de preservación y su coherencia dentro de la narrativa que buscan estructurar desde el Louvre Abu Dabi, un perfil curatorial que plasme diversidad de historias y geografías del mundo.
Así, dentro de la colección permanente hay piezas maestras de los más variados períodos históricos y los más diversos rincones del planeta. Desde una pintura ateniense sobre una urna del año 520 antes de Cristo, pasando por una cabeza de mármol de un Buda del siglo VI que perteneció a la dinastía china Wei, hasta los trabajos del pintor impresionista Caillebotte y un Rembrandt del siglo XVII, no hay período o estilo artístico que no esté representado en los 6400 metros cuadrados que abarcan las galerías del complejo. Un recorrido detallado por 5000 años de historia que incluye hallazgos arqueológicos, esculturas neoclásicas, pinturas modernas e instalaciones de artistas contemporáneos.
Obras de Wassily Kandinsky, Claude Monet, Vincent Van Gogh y Jackson Pollock dialogan con las muestras temporales que abarcan temáticas específicas, como la actual exhibición sobre impresionismo, curada en conjunto con el Museo de Orsay. La selección total de piezas de arte ronda las 600 obras, y entre la siempre creciente colección permanente y los préstamos de los colaboradores internacionales; se genera una renovación constante de las exposiciones, que hace que cada visita al museo sea novedosa.
