La industria cultural no se encuentra exenta de las lógicas de la colonización. Por eso, no llama la atención que, cuando pensamos en arte africano, inmediatamente lo asociamos a máscaras gigantes y esculturas de madera que invocan la fertilidad, usadas en rituales por alguna de las miles de tribus que pueblan África desde antaño.
Contra esa caricaturización se erige el Museo Zeitz de Arte Contemporáneo de África (Zeitz MOCAA, por sus siglas en inglés), ubicado en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica. La propia existencia del edificio es un resto arquitectónico de la dominación, un silo monumental compuesto por cuarenta y dos tubos de concreto de treinta y tres metros de largo cada uno, construido por prisioneros hace un siglo. El peso simbólico del lugar no se debe solo a las condiciones de trabajo esclavo en las que se edificó, sino también en relación al lugar que ocupa la agricultura en el esquema productivo, económico y social al sur del continente africano, articulado para beneficiar principalmente a Europa occidental.
La idea detrás de la creación del MOCAA es no renegar de su historia, sino intentar resignificarla, poblando los espacios que alguna vez estuvieron ocupados por granos que venían de los campos con mano de obra esclava, por creaciones artísticas contemporáneas de autores casi en su totalidad africanos. En este sentido, no deja de ser paradójico que la colección de arte haya sido donada por el empresario alemán Jochen Zeitz, presidente y CEO de la compañía Harley Davidson (reconocida empresa norteamericana dedicada a la fabricación de motocicletas), lo que es una muestra más de la expropiación histórica de gran parte del patrimonio cultural africano, que al día de hoy, todavía permanece en buena medida en museos del Viejo Continente y colecciones privadas de millonarios.
La remodelación del edificio para acondicionarlo a lo que hoy es el museo fue llevada adelante por el diseñador inglés Thomas Heatherwick, reconocido por su innovador uso de materiales e ingeniería en sus creaciones. El desafío para el director del Heatherwick Studio fue poder conservar la estructura industrial original del enorme silo de 9500 metros cuadrados y nueve pisos y, a la vez, adaptarlo para poder albergar a las colecciones de arte y los contingentes de visitas. Es que los cilindros de concreto macizo de casi seis metros de diámetro volvían el interior del edificio una jungla de cemento intransitable, por lo que utilizó técnicas de corte de hormigón para moldear las columnas y así darle forma a las galerías y el atrio central. Parte de los agujeros y del exterior del edificio fueron recubiertos con vidrio reforzado para dejar pasar la luz del sol y generar un efecto lumínico de catedral, y se añadieron dieciocho áreas educativas, un jardín de esculturas en la parte inferior de la terraza, una cafetería, un restaurante y una tienda, además del Silo Hotel, un establecimiento de lujo en los últimos pisos.
El MOCAA es el reservorio de arte contemporáneo africano más grande del mundo y ha ganado varios premios internacionales de arquitectura y cultura, desde su inauguración en 2017. Ubicado en el puerto de Ciudad del Cabo, de cara al Océano Atlántico, el edificio que en su momento fue el más alto del continente cayó en desuso en 1990. Las autoridades de V&A Waterfront, el centro turístico donde está ubicado el Silo de Granos, entendieron la importancia histórica del edificio y durante años estuvieron debatiendo qué hacer con él. Mientras tanto, Jochen Zeitz se encontraba trabajando para construir la colección de arte contemporáneo africano más grande del mundo. Del cruce de esas dos visiones surgió el Zeitz MOCAA y, en menos de cinco años, logró establecerse como uno de los museos más importantes de la actualidad.